miércoles, 30 de mayo de 2018

El huevo de Colón.


El eterno equivocado, pensó que había ido a las indias y había descubierto el nuevo mundo. Sevilla estará siempre en deuda con el genovés, si la capital hispalense es lo que es se lo debe al almirante. Cuatro monumentos nos recuerdan su importancia en la capital. El que fue levantado en su honor en el monasterio de la Cartuja hacia finales del siglo XIX, hay que decir que el marino había perteneció en vida a esta Orden, y pasó largas temporadas entre estos muros. El que se erige desde 1921 en los Jardines de Murillo, justo en el centro de estos, por donde nunca ha pasado ni pasará la hermandad de La Candelaria, monumento del que ya hablamos al referirnos a estos jardines. El Mausoleo de Colón, alojado en el interior de la Catedral de Sevilla  en que descansan presuntamente sus restos. Y el último, el que nos ocupa ahora que lo encontramos en el Parque de San Jerónimo.


Este conjunto se trata de la mayor escultura de bronce que hay en la ciudad y sus afueras con una altura de 32 metros obra del escultor ruso de origen georgiano Zurab Tsereteli de 1995. Para que nos hagamos una idea de lo imponente de sus medidas basta decir que la estatua de la de la Libertad estadounidense, en lo que a trabajo escultórico se refiere tan solo supera en un metro a esta efigie. Fue una donación del ayuntamiento de Moscú a la ciudad de Sevilla.
 La pieza titulada "El nacimiento del Hombre nuevo", es conocida popularmente por su aspecto con el nombre de "El Huevo de Colón".
El conjunto es un gran Huevo formado por las velas de las naves del almirante, en cuyo interior, se sitúa una estatua de Cristóbal Colón, la cual sostiene un mapa desenrollado desde una mano a otra, y sobre el cual, se disponen las tres carabelas. Esta obra se ubica en el parque de San Jerónimo, en el barrio del mismo nombre, parque que tiene su origen en los viveros que se colocaron en este lugar para abastecer de plantas a la Expo 92 ya que se utilizó por aquel entonces, para aclimatar las plantas que llegaban de todo el planeta con destino a la muestra. Tras finalizar la exposición, se arregló como parque, ostentando una superficie nada desdeñable de unos 148 000 m². Su realización evoca al del cuadro surrealista de Dalí, «Niño geopolítico observando el nacimiento del hombre nuevo…», en el que también aparece un huevo.
En los jardines de la Unesco en París se puede contemplar una réplica de este Colón sevillano a escala ya que su creador les donó esta copia.





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