El 31 de marzo de 1492 los Reyes Católicos firman en Granada un edicto que da luz verde a la expulsión de los judíos en España, esta abusiva resolución es aplaudida por todos los organismos europeos del momento con cierta autoridad, hasta la universidad de la Sorbona de Paris felicita a los monarcas españoles por esta decisión.
Las condiciones de este edicto eran leoninas, se les concedía un plazo de cuatro meses para abandonar el reino español, así por ejemplo se les prohibía llevarse oro, plata, armas, monedas y caballos, dejándolos sin posibilidad de defenderse en su marcha, para compensar esto se les facilitó un documento de seguridad donde se reclamaba respeto hacia ellos, sin embargo esta medida apenas les evitó las agresiones de las que eran objeto en su forzada ruta, las riquezas (monedas, oro u otros materiales preciosos) no podían acompañarles en su éxodo, incluso los caballos, que podían facilitar su itinerario se les prohibió, se les dejaba llevarse los muebles, pero como se iban a llevar algo voluminoso si se les obligaba a irse andando.
«No había cristiano que no tuviese dolor de ellos. Iban por los caminos e campos por donde iban con muchos trabajos y fortunas, unos cayendo, otros levantando, unos muriendo, otros naciendo, otros enfermando»
Sevilla se había adelantado a este dictamen abusivo y nueve años antes que en el resto del reino ya se había expulsado al pueblo hebreo, producto de conatos y asaltos arbitrarios a la judería, propiciados por un descontento popular motivado por sucesivas sequías, malas cosechas acompañado de epidemias (brotes de peste negra) que conducía irremediablemente a una extrema pobreza, que no era del todo compartida por este sector poblacional que se había ganado una viabilidad económica que despertaba la envidia y agresividad del populacho.
Un par de siglos antes, al dejar asignada y estructura la Sevilla de la Reconquista, la comunidad judaica se estableció en el extremo sudeste de la ciudad, lindando con la muralla de la ciudad, junto al Alcázar.
Los europeos que llegaron a Castilla para colaborar en la cruzada despertaron las animadversiones hacia los judíos, ya que comprobaron que los estrictos dictámenes del IV Concilio de Letrán de 1215 sobre cómo debía convivirse con la población judía no se estaban cumpliendo. Seguramente alentados por estas directrices a final de siglo o incluso ya adentrados en el XIV la aljama fue rodeada con un muro interior que la separaba del resto de la ciudad, del que sólo se conserva una pequeña porción en la calle Fabiola. (Aunque existe otra teoría abogada por algunos historiadores que fijan esta segunda muralla de Sevilla en un perímetro mayor que se extiende hasta el Postigo del Aceite, disponiendo en su interior de sus propias plazas, lonjas y juzgados). De cualquier manera la judería quedó segregada y sus habitantes tuvieron que cumplir con restricciones como el toque de queda a partir de cierta hora del día y en festividades como el Viernes Santo y portar distintivos para reconocerlos, es en este punto donde remarcamos un aspecto tan lamentable como curioso. Todos conservamos en nuestra retina imágenes de documentales y películas sobre los distintivos amarillos que los judíos mostraban en sus vestimentas durante la Segunda Guerra Mundial, concretamente la estrella de las seis puntas, pues bien, seguramente algún avezado nazi curioseando entre las vidas de los antepasados de estos cinco siglos antes en Sevilla tomó la inspiración necesaria, ya que por estas fechas los pertenecientes a este pueblo estaban obligados a distinguirse por la presencia en su indumentaria en un sitio visible de un paño de color rojo.
En la madrugada del 6 de junio de 1391 la Judería de Sevilla sufrió la mayor revuelta sangrienta que había experimentado hasta entonces. Prácticamente una cuarta parte de la comunidad judía, entre los fallecidos, los que huyeron y los que se convirtieron al cristianismo a raíz de ese momento, fue el triste resultado de aquella salvajada.
Al mismo tiempo que los Reyes Católicos dictaron la expulsión de los judíos en 1492, como ya hemos expuesto, barajaron una posible solución para esta comunidad, que si bien no disfrutaban de la simpatía del pueblo llano, ocupaban relevantes puestos de poder y acumulaban mucha riqueza. En este punto me viene a la cabeza el dicho que expone, y se argumenta aludiendo a la Alemania de la década de los treinta ya que se encontraba en la misma situación que la Sevilla del siglo XV : Deja a un par de judíos aposentados mínimamente en una barriada y a los cinco años vuelves y son los dueños de todo el barrio. Es un pueblo con una cultura comercial innata.
Se trataba de darles opción a continuar como hasta entonces si renunciaban totalmente a su religión y a sus costumbres y se convertían a la religión católica. Esto dio lugar a los falsos judíos conversos, que cada vez fueron más vigilados y perseguidos, dando lugar a un goteo constante de expulsiones y condenas. Este problema de las conversiones dio lugar a la creación del Tribunal de la Santa Inquisición en Sevilla por parte de los Reyes Católicos.
Finalmente, el rastro hebreo se difuminó en la ciudad hasta desaparecer. De hecho, hasta el año 1996 no se supo que bajo la calle Cano y Cueto, donde se ubica un aparcamiento, estuvo el cementerio judío a extramuros de la ciudad. Dice la tradición popular que los sefardíes, descendientes de aquellos judíos sevillanos, aún conservan las llaves de sus casas, pues siempre confiaron en poder volver.
Creo que la misma filosofía que dio lugar al Juicio de Nuremberg cuando finalizó el genocidio nazi se aplicó aquí cuando el Congreso de los Diputados aprobó en 2015 una ley para conceder la nacionalidad española a los sefardíes, los descendientes de los judíos hispano-portugueses que vivieron en la Península ibérica hasta 1492.
Pero a mi parecer, dos notables diferencias confieren a este hecho la categoría de fiasco…
En primer lugar esta ley no busca culpables, ya que seguramente en mayor o menor medida todos, según cual fuera nuestro árbol genealógico estaríamos implicados, en un buenismo exasperante sólo busca beneficiar a las víctimas cinco siglos después.
En segundo lugar. Es imposible establecer una relación directa en la inmensa mayoría de casos debido al tiempo transcurrido. Este inconveniente propiciaba la picaresca para obtener la nacionalidad y finalmente que se echaran para atrás la mayoría de las solicitudes.
En la actualidad, la comunidad sefardí alcanza más de dos millones de integrantes, la mayor parte de ellos residentes en Israel, Francia, Argentina, Estados Unidos y Canadá. En un primer momento cuando fueron expulsados de España, los que mejor suerte corrieron y fueron asimilados entre sus habitantes sin problemas fueron los que terminaron en el Imperio Otomano (actual Turquía).
Una última particularidad del pueblo judío que en la Sevilla de aquellos años eran tildados de usureros. Pero…¿qué es la usura? Yo desconocía esto y me parece curioso para plasmarlo. La usura hace referencia al uso de las monedas que con el paso del tiempo sufren desgaste y bajan sensiblemente su peso. Pues bien, se dice que los judíos asentados en Sevilla, que solían tener mucho trato con gran cantidad de monedas, que en aquella época eran de oro o plata, lijaban levemente dichas monedas, disminuyendo su peso imperceptiblemente y obteniendo unas micras que sumaban y llegaban a alcanzar una cuantía considerable. Así se practicaba la usura.
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