jueves, 9 de septiembre de 2021

Puerta de San Cristobal


Es la única puerta de la Catedral en su fachada sur, es decir en el lado que mira al Archivo de Indias, ubicada en la calle Fray Ceferino. Desde aquí el visitante accede a la Catedral e inicia su visita a este monumento, al final de su recorrido, abandona el edificio por la puerta del Perdón.
También se abre durante la Semana Santa, para contemplar el paso de las cofradías sevillanas. Por este motivo es la más transitada junto a la salida de la visita turística. Este hecho ha motivado que el Cabildo Catedral haya decidido incluir este acceso y la Puerta de la Concepción del Patio de los Naranjos, dentro del programa de mantenimiento que se hace anualmente en las puertas de la Catedral. De este modo se evita un mayor deterioro de la piedra y de los elementos decorativos que las componen al impedir que la suciedad se acumule en exceso. El resultado de la intervención es espectacular, no sólo se ha garantizado la correcta conservación de los elementos decorativos de esta puerta, sino que ha recuperado un color que nadie se podía imaginar que estuviera detrás de la suciedad acumulada durante décadas.
Esta puerta se encuentra separada de la calle por una gran reja y la precede desde hace unos años, una réplica a tamaño natural del Giraldillo, que resulta ser la pieza que sustituyó a la original, mientras se realizaron los trabajos de restauración a comienzos del siglo XXI.
Nos detendremos en esta escultura: El Giraldillo.
Resaltamos el tamaño del dedo gordo del pie, desproporcionadamente grande

En Sevilla existe una premisa, que muy rara vez se ha incumplido: la Giralda no puede ser tapada por ningún edificio, esto implica que el techo arquitectónico de la ciudad lo establece desde hace muchos siglos la Giralda y si esta se culmina por una veleta de tres metros y medio de alto y casi una tonelada y media de peso, que es capaz de girar con el viento y es esta condición la que le confiere el nombre  a la torre, consecuentemente esta efigie situada en lo más alto de la Giralda, contempla toda la capital hispalense.
El Giraldillo corona Sevilla desde 1568, junto al actual cuerpo superior de la torre. Cabe buscar la naturaleza y forma de esta figura en las antiguas diosas griegas, que venían a inspirarse en una mujer guerrera con casco y vestimenta militar y en la mano derecha (aquí es donde empieza a personalizarse la simbología) sostiene un aparatoso escudo con una cruz cristiana, y en la otra mano nos muestra una hoja de palma que recuerda la victoria de la Fe cristiana sobre la musulmana. Esta simbología puesta de manifiesto en lo alto del alminar de una mezquita transformada en templo cristiano, como es la Catedral de Sevilla, adquiere mayor relevancia.
No se nos debe escapar el hecho de que aunque en la nomenclatura se ha masculinizado: El Giraldillo. La figura que se asienta sobre la Giralda no sólo es fémina sino que parece representar a una mujer embarazada.

La construcción de esta puerta se enmarca entre 1887 y 1895, siendo la última puerta que se construyó de este templo. Fernández Casanova fue el elegido para este proyecto. Esta puerta carece de decoración escultórica y se enmarca dentro del estilo neogótico.


Es reseñable que el diseño de esta puerta se plagió en buena medida de  los  proyectos  de Demetrio de los Ríos de 1866, que aunque desestimados en su conjunto resultaron llevarse a cabo con mínimas variaciones. Especialmente el resultado de esta Puerta es similar al proyectado en 1866.
Este acceso es conocido popularmente como la Puerta del Principe por ser el utilizado los reyes dada su cercanía a los Reales Alcázares, que era la residencia real en la ciudad.

Por su parte interior encontramos el mausoleo del navegante genovés que el destino quiso que se llamara Cristóbal,

así como una pintura de grandes dimensiones de San Cristóbal. El Cabildo catedralicio encarga a Mateo Pérez de Alesio esta pintura mural al poco de venir a Sevilla y antes de enrolarse a las Américas. En ella se representa a un gigantesco san Cristóbal, trazado con un firme dibujo con el que consigue la monumentalidad de la figura, contrastando con la fragilidad del Niño que sostiene en su hombro izquierdo. Las tonalidades rosáceas de la túnica del santo indican la formación manierista del pintor italiano. Consecuentemente el nombre asignado a esta puerta es el de San Cristóbal. Hay que tener cuenta la relevancia que adquiere este santo en la doctrina cristiana. En la edad media ya circulaba un refrán que decía: «Si del gran San Cristóbal hemos visto el retrato, ese día la muerte no ha de darnos mal trato». Es por eso que suele estar representado en las entradas de las iglesias y muchos feligreses lo visitan con la seguridad que durante el día no les sobrevendrá la muerte. De esta forma para los feligreses bastaba con acudir a un templo y visitar a San Cristóbal para transcurrir todo el día a salvo, por ese motivo su imagen representada mediante una pintura o escultura suele lucir cerca de las entradas a las iglesias, y en este caso el feligrés sólo tenía que visitar esta puerta y contemplar la pintura de uno de sus laterales. La singular historia de este Santo bien merece unas líneas. Este gigantesco ser, que sobrepasaba cómodamente los dos metros de altura, hacía del arte de la guerra su medio de vida. Se había cambiado de bando en numerosas ocasiones siempre intentando formar parte de los vencedores. Le había llegado a sus oídos que el diablo tenía un enemigo al cual temía. El gigantesco y robusto personaje no dudó en dedicarse a portar sobre sus espaldas a los viajeros que pretendían traspasar el río que se habían encontrado en un punto del camino y seguir viaje. La altura de este hallazgo de la naturaleza en forma de hombre, le permitía pasar de orilla a orilla donde el resto de los mortales perecerían ahogados, si no sabían nadar, lo cual era inusual por aquellos tiempos. No dudaba en pedir razón sobre ese cristo que temía el propio diablo. Pero los viandantes no conseguían apaciguar su curiosidad. Un día se presentó un niño para llegar al otro lado del río. El porteador, confiado de su fuerza, se colgó al infante sobre sus espaldas. El peso le pareció por vez primera insoportable, se tuvo que aplicar con todas sus fuerzas, a duras penas consiguió alcanzar la otra orilla. Cuando al final, exhausto, consiguió llegar a su destino, aquel hombretón que aún no sabía que iba a ser bautizado como Cristóbal (evolución lingüística de Cristóforo: el que carga con Cristo) y mucho menos, que iba a convertirse en Santo, vaciló al oír al niño, al cual ni siquiera había preguntado si podía darle alguna referencia de Cristo, “no me extraña que semejante carga te haya pesado. Has cargado los pecados de toda la tierra. El infante le instó para que siguiera ayudando a los viandantes a seguir su viaje y añadió “cada viajero que portes, me harás bien a mí". A lo largo de la historia a este Santo se le ha otorgado el Don de proteger a quien se encomiende a él de una muerte repentina.
Este santo se ha erigido como el patrón de los taxistas y transportistas, celebrandose todos los 10 de julio.
No deja de ser curioso que la advocación de San Cristóbal fue rechazada por la Iglesia a mediados de S.XX, quedando fuera del santoral católico. San Cristóbal ha pasado de ser uno de los catorce santos encargados de salvar a la humanidad a ser expulsado del calendario católico por el papa Pablo VI, en febrero de 1969. La historia de San Cristóbal apócrifa y el hecho de que nunca haya disfrutado de un respaldo canónico han resultado determinantes para apartarlo.
Además, el nombre de San Cristobal guarda otra relación con la Catedral de Sevilla. La piedra utilizada en el siglo XIV, ya en época cristiana, en una de las muchas intervenciones arquitectónicas, de la mano Charles Galter de Normandía, ya que había trabajado previamente en otras grandes catedrales góticas europeas en aquella época en España no habían reconocidos maestros de obras y estede se obtuvo de más de 20 canteras siendo la principal la de la sierra de San Cristóbal en el Puerto de Santa María, que no es especialmente duradera ni fuerte y de ahí las continuas rehabilitaciones que se ha hecho y se hacen actualmente a la Catedral.
 Virgen de la Antigua en la catedral 


Por último, decir que si atendemos a la simbología templaria tenemos ante nosotros un triángulo tremendamente templario. En un vértice, la Virgen de la Antigua, advocación creada por la misma Orden del Temple.

En otro vértice, los restos de Cristóbal Colón, personaje presuntamente, también vinculado al Temple, y en el otro ángulo un imponente cuadro de San Cristóbal, firmado en 1584 por Pérez de Alessio, el cual no solo fue discípulo del mismísimo Miguel Ángel, sino que hay frescos suyos en la Capilla Sixtina, llenos de esta simbología al igual que el mural que nos concierne. 
Fuente:artehistoria.com
Transcribimos algunas explicaciones de esta simbología extraída de un artículo del Correo de Andalucía, lógicamente a un profano en la materia como yo, esto se nos escapa...
“San Cristóbal ha adquirido conocimientos superiores. Ha tenido acceso a alguno de los conocimientos que integran el proceso iniciático. Este estar en camino nos lo indican sus rodillas descubiertas. Los personajes que estén realizados por algún artista relacionado con la Gran Obra y que muestren sus rodillas, son personajes que están en camino, deben tener libres las rodillas para seguir avanzando sin problemas ni ataduras.
Seguimos con la parte inferior del lienzo y nos detenemos en el pie de San Cristóbal. Si contamos, veremos que tiene ¡¡¡seis dedos!!! Volvemos a sumar. Seis dedos en cada pie nos podrían indicar que el que camina que lleva a Cristo descansa sobre doce puntos ¿Los doce signos del zodiaco? ¿Los doce meses del año? Pero si a los doce dedos de los pies les sumamos los diez de las manos, nos da el número veintidós, que relaciona la andadura hacia el conocimiento, con los 22 arcanos mayores del Tarot, uno de los conocimientos que, como ya dijimos, era exigible para cualquier iniciado. Los 22 arcanos mayores del Tarot suponen toda una lección de sabiduría e intuición, cargados de símbolos, que hay que descifrar y conocer. El que pretende, por tanto, ascender a la montaña, debe manejar las enseñanzas contenidas en estas 22 cartas.
Un pájaro, en la parte inferior del cuadro, tiene un billete en el pico, donde puede leerse el nombre del autor (Pérez de Alessio) y un año, 1584. Si sumamos los dígitos de esta cifra, vemos que suman 9. Obra terminada, fin de un proceso y comienzo de otro.
San Cristóbal va apoyado no en un cayado normal, sino que lleva en su mano una palmera. Dice la leyenda, que su bastón se convirtió en palmera cuando dejo al Niño Jesús al otro lado del río, como prueba de que no era un niño cualquiera aquel al que había cruzado. Leyendas aparte, y siguiendo con los símbolos contenidos en el cuadro, la palmera nos lleva por un lado a Egipto y por otro nos recuerda la representación del kundalini. Explicado rápidamente, el kundalini, según las filosofías budistas, taoístas y los conocimientos herméticos, sería una energía evolutiva, y según el grado de activación en el individuo, condicionaría su estado de conciencia. Según las religiones orientales, cuando un ser humano llegara al máximo desarrollo y activación de esta energía, conseguiría la iluminación, estado evolutivo en que se trascendería el ego y se desarrollaría la consciencia superior y el amor universal. También podemos referir cómo la palmera es una planta que significa regeneración. Por la propia forma en que crece, creando su tronco conforme se secan sus hojas.
Por último, los colores del cuadro: rojo (amor), blanco (luz) y azul (cielo infinito, vida) forman los tres peldaños para subir al altar definitivo y los cuatro elementos de la naturaleza, indispensables para la magia y la alquimia, se ven en el cuadro: Tierra (montaña), agua (río), fuego (candil) y aire (nubes atmosféricas)”.


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