Aunque el valor más importante radica en su contenido, es decir en lo que guarda. Es indudable que este edificio ostenta un valor relevante y destacado en el histórico patrimonio hispalense.
Dos Arquitectos, dos reyes, dos momentos en la historia. Esto es lo que distingue a esta construcción. En un principio en el siglo XVI, Felipe II estatuye la necesidad de un espacio para los mercaderes, encarga el proyecto al arquitecto real a Juan de Herrera
quien a su vez se ayuda de varias eminencias de la época, entre las que destaca el arquitecto Miguel de Zumárraga, quien aboga transformar el proyecto original con el abovedamiento de la planta superior, en lugar del habitual techo a dos aguas. De esta forma consigue aliviar el peso de la estructura e incluso abrir un espacio más diáfano que relaje los riesgos de posibles incendios .Bien entrados en el siglo XVIII es Carlos III, quien decide dedicar un edificio que albergue la documentación generada con las Indias, Lucas Cintora, arquitecto titular de las reformas acaecidas en los Reales Alcázares, es el elegido. La obra ya estaba levantada, pero su estado de deterioro era notable. Después de desalojar a los vecinos que habían ocupado la Casa Lonja, intentó conservar el trabajo original de su antecesor dos siglos antes y adaptó el edificio para servir a los fines de depósito documental. Destaca la escalera, a la que le otorgó un relevante protagonismo en el conjunto arquitectónico.
quien a su vez se ayuda de varias eminencias de la época, entre las que destaca el arquitecto Miguel de Zumárraga, quien aboga transformar el proyecto original con el abovedamiento de la planta superior, en lugar del habitual techo a dos aguas. De esta forma consigue aliviar el peso de la estructura e incluso abrir un espacio más diáfano que relaje los riesgos de posibles incendios .Bien entrados en el siglo XVIII es Carlos III, quien decide dedicar un edificio que albergue la documentación generada con las Indias, Lucas Cintora, arquitecto titular de las reformas acaecidas en los Reales Alcázares, es el elegido. La obra ya estaba levantada, pero su estado de deterioro era notable. Después de desalojar a los vecinos que habían ocupado la Casa Lonja, intentó conservar el trabajo original de su antecesor dos siglos antes y adaptó el edificio para servir a los fines de depósito documental. Destaca la escalera, a la que le otorgó un relevante protagonismo en el conjunto arquitectónico.
56 metros de lado y dos alturas, construidas en torno a un patio central y cuadrado, como el propio edificio que domina el conjunto monumental. Columnas con cadenas rodean e intentan separarlo de los elementos que lo envuelven: la Cruz de los Juramentos, en el costado anexo a la catedral, los jardines que lo anteceden de estilo hispano-árabe, el templete con la Virgen de la Victoria, que se levanta a su espalda, y en el otro costado nos encontramos con la calle Santo Tomas, no hay ningún monumento, templete o estatua pero curiosamente tampoco hay cadenas.
Detrás del Archivo de Indias se sitúa la que hasta el siglo XVIII se conoció como la plazuela de la Lonja, no obstante a partir del terremoto de Lisboa de 1755, se le llama la plaza de Triunfo. Dos años después se levantó un monumento cuya autoría se le debe otorgar a José Tomás Zambrano. El trabajo en piedra refleja a la Virgen con el Niño en brazos y un templete sobre la capilla que los protege, a esta virgen se le llamó del Triunfo. Desde entonces existe la tradición de celebrar aquí, una misa por la que no se pudo finalizar dentro de la Catedral el 1 de noviembre de ese fatídico año, en que se produjeron los movimientos sísmicos y los fieles tuvieron que trasladarse fuera del templo para finalizar la homilía y evitar daños personales. Un poco más al fondo de la plaza se encuentra monumento dedicado a la Inmaculada Concepción, presente desde 1918, en el que todos los años la noche del 7 de diciembre se realiza una ofrenda floral, así como un recital de tunas universitarias, que congrega a un gran número de personas. El monumento a la Inmaculada tiene cuatro estatuas de personajes sevillanos ilustres que fueron firmes defensores del inmaculismo en el siglo XVII: Bartolomé Esteban Murillo, Miguel Cid, Martínez Montañés y Juan de Pineda.
Detrás del Archivo de Indias se sitúa la que hasta el siglo XVIII se conoció como la plazuela de la Lonja, no obstante a partir del terremoto de Lisboa de 1755, se le llama la plaza de Triunfo. Dos años después se levantó un monumento cuya autoría se le debe otorgar a José Tomás Zambrano. El trabajo en piedra refleja a la Virgen con el Niño en brazos y un templete sobre la capilla que los protege, a esta virgen se le llamó del Triunfo. Desde entonces existe la tradición de celebrar aquí, una misa por la que no se pudo finalizar dentro de la Catedral el 1 de noviembre de ese fatídico año, en que se produjeron los movimientos sísmicos y los fieles tuvieron que trasladarse fuera del templo para finalizar la homilía y evitar daños personales. Un poco más al fondo de la plaza se encuentra monumento dedicado a la Inmaculada Concepción, presente desde 1918, en el que todos los años la noche del 7 de diciembre se realiza una ofrenda floral, así como un recital de tunas universitarias, que congrega a un gran número de personas. El monumento a la Inmaculada tiene cuatro estatuas de personajes sevillanos ilustres que fueron firmes defensores del inmaculismo en el siglo XVII: Bartolomé Esteban Murillo, Miguel Cid, Martínez Montañés y Juan de Pineda.
La Cruz de los Juramentos es la que descansa en el lado norte del edificio desde 1612. En aquella época un papel escrito carecía de valor, los apretones de manos o juramentos ante lo más sagrado solían blindar una venta. Transacción que se acordaba hoy y no concretaba hasta que no viniera la Flota de las Indias, era el equivalente a un mercado de futuros de la actualidad. El vendedor se comprometía a satisfacer al comprador con un producto de la naturaleza y calidad acorde con el precio pactado. Además se ejercía una labor de seguros, ya que si las inclemencias del tiempo o los piratas impedían la arribada de las naves se devolvería el dinero adelantado. Sobre este pacto no había mayor garantía que establecer un juramento ante esta Cruz de sílex rosa.
Las obras con el fin de preparar a la ciudad para la exposición del 29, contemplan la desaparición del convento de Santo Tomas. Facilitando la apertura de una avenida respetando la línea que se trazaría entre la Catedral y la fuente que da nombre a la Puerta de Jerez, esto es, la Avenida de La Constitución actual. Pues bien, una vez trazado este proyecto quedaba un triángulo exento y libre en frente del Archivo de Indias, en 1928 se requieren los servicios de Juan José Villagrán para realizar esta joya de unos 1200 metros cuadrados, que tomo el nombre del monumento anexo: los jardines de la Lonja. Todos los caminos del jardín están pavimentados, lo cual lo hace abordable en todas las direcciones. Destaca en su centro una fuente flanqueada por dos delfines entrelazados que expulsan agua. Alrededor cuatro pedestales con leones, parecen proteger la fuente. Dicho sea de paso, no con mucho acierto porque el vandalismo urbano se ha empachado de siempre con estas representaciones. También presiden el jardín estatuas de unos perros, que se dejan presenciar entre actos vandálicos y de posterior restauración que se suelen repetir uno y otra vez.
En la casa Lonja por analogía con la Catedral Felipe II también mandó instalar durante la segunda mitad del siglo XVI, columnas monolíticas que no sobrepasaban el metro de altura con cadenas, que impidieran el paso y disuadieran principalmente a los mercaderes de cerrar sus negocios en las Gradas del templo.
Una vez que accedemos a su interior apreciamos rápidamente que ente las dos plantas existe una notoria diferencia, que autoriza a algunas opiniones que denuncian una doble autoría.
Destaca la suntuosa escalera de mármol que domina el extremo derecho de las plantas, según entramos. Desde el siglo XVIII estos peldaños revisten de distinción el edificio.
Pinturas que reproducen a los personajes más importantes del momento relacionados con las indias, desde descubridores o exploradores a estudiosos, pasando por gobernantes y reyes: Hernán Cortes (descubridor de México), el poeta y cronista de Indias, Antonio de Solís y Rivadeneyra, el Rey Carlos IV, ya en la segunda planta entre otros como Antonio de Ullo, Maria Luisa de Parma, Fray Bartolomé de las Casas… Aquí continuamos divisando recias estanterías de nogal repletas de archivadores, aunque estos están vacíos. Los documentos se encuentran en la Cilla, a unos metros de distancia000, en la calle Santo Tomás, rodeados de acero (como ya expliqué en mi anterior entrada). También observamos una maqueta que reproduce el Archivo General de Indias y la Cilla del Cabildo. Nos rodean en esta planta multitud de bustos que acompañan a los lienzos, y que parecen no quitarnos el
ojo de encima, por ejemplo Hernán Cortes, Colón, Pizarro, Francisco Morales Padrón, Ramón Areces… Completa la ornamentación de las estancias: Un sofisticado aparador de roble de estilo renacentista, que adornó desde el siglo XIX la residencia de Castilleja de la Puebla del duque de Montpensier. Un arca de caudales del siglo XVI, propiedad de la Casa de Contratación.
ojo de encima, por ejemplo Hernán Cortes, Colón, Pizarro, Francisco Morales Padrón, Ramón Areces… Completa la ornamentación de las estancias: Un sofisticado aparador de roble de estilo renacentista, que adornó desde el siglo XIX la residencia de Castilleja de la Puebla del duque de Montpensier. Un arca de caudales del siglo XVI, propiedad de la Casa de Contratación.
En la primera planta también contemplamos un
cañón, que perteneció al galeón Nuestra Señora de Atocha, nave almirante de la Flota de Indias que naufragó en 1.622 frente a las costas de Florida a consecuencia de una tempestad con un cargamento de oro, plata y joyas valorado en 400 millones de dólares. En 1.986 sus restos fueron recuperados gracias a Mel Fisher.
cañón, que perteneció al galeón Nuestra Señora de Atocha, nave almirante de la Flota de Indias que naufragó en 1.622 frente a las costas de Florida a consecuencia de una tempestad con un cargamento de oro, plata y joyas valorado en 400 millones de dólares. En 1.986 sus restos fueron recuperados gracias a Mel Fisher.
En el lado opuesto de la gran escalera , se extiende una humilde, junto a los ascensores, fuera del circuito habitual de las visitas. En lugar de una rica bóveda que corona la escalera principal, una pequeña claraboya deja pasar la luz del exterior.
El patio del edificio actualmente es diáfano, sin embargo siempre no ha estado así. Una fuente culminada con un motivo gótico, como los conos que dominan el techo de la construcción. La fuente desapareció y sólo hacia acto de presencia la estructura. En 1892, se depositó la estatua de Colón, pero el deterioro provocó que en 1965 se sustituyera por una bola del mundo. Cinco años más tarde decidieron dejar el patio libre de obstáculos, tal y como hoy se puede admirar.
Más o menos esto es lo que encierra este lugar con cinco siglos de historia, cuya visita gratuita todos los días del año, que suele acompañarse de exposiciones, no debe decepcionar a nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario