Actualmente nos encontramos con el Mercado del Arenal. Antes se llamó Mercado de Entradores. El edificio hasta 1932 ejerció como Cárcel, ese año se inauguró la nueva Prisión Provincial y cinco años después se demolió la construcción, acomodándose su interior como mercado de abastos, las obras se dieron por finalizadas en 1947, el arquitecto encargado de tal trasformación fue Juan Talavera y Heredia, este proyecto significaba el mercado de mayor volumen de la ciudad.
Los agustinos recoletos se instalaron hacia 1624 cerca de la puerta Triana, este Convento se conoció como el de nuestra señora del Pópulo, y aunque dos siglos después se usaran estas instalaciones para otros menesteres su nombre perduró. La orden que levantó el templo próximo a la Puerta de Triana estaba muy arraigada en la ciudad, y su presencia data del siglo XIII con la reconquista. Los agustinos ya disfrutaban del monasterio Casa Grande de San Agustín, en los alrededores de la Puerta de Carmona. Pero su época dorada fue a la par con el apogeo del Convento de Nuestra Señora del Pópulo.
La calle Pastor y Landero, que linda con este edificio, ha sido testigo de primera mano de toda la evolución de este solar.
Hoy en día se conservan los retablos cerámicos que en esta época fueron desmontados y trasladados al Museo Provincial de Bellas Artes, donde se colocaron en el vestíbulo principal y el de la Virgen del Pópulo en el patio de los bojes.
El proyecto responde a un diseño andalucista enfatizando su funcionalidad. En 1977 el Mercado de Entradores se traslada y da lugar a Merca-Sevilla, entrando ya en vigor el mercado actual conforme lo vemos al día de hoy.
Los agustinos recoletos se instalaron hacia 1624 cerca de la puerta Triana, este Convento se conoció como el de nuestra señora del Pópulo, y aunque dos siglos después se usaran estas instalaciones para otros menesteres su nombre perduró. La orden que levantó el templo próximo a la Puerta de Triana estaba muy arraigada en la ciudad, y su presencia data del siglo XIII con la reconquista. Los agustinos ya disfrutaban del monasterio Casa Grande de San Agustín, en los alrededores de la Puerta de Carmona. Pero su época dorada fue a la par con el apogeo del Convento de Nuestra Señora del Pópulo.
El crecimiento de este centro se vio favorecido por su situación, en el Arenal, la puerta de América, se dieron las circunstancias para atraer a su orden a multitud de misioneros y crear un nexo de unión entre estos monjes y el nuevo mundo. Esta proliferación se asentó con otro cenobio: el convento de San Acacio, en la calle Sierpes, donde hoy se encontramos la sede del Circulo de Labradores. Pero al igual que la Sevilla americana cayó en una fuerte depresión, la marcha de los agustinos fue de la mano. En 1835 el convento de nuestra Señora del Pópulo contaba con menos de doce religiosos, por lo que fue presa de la desamortización de Mendizabal. Unos años antes, con la llegada de los franceses este espacio se destinó a funciones de artillería, aunque con la expulsión de estos invasores, rápidamente los agustinos volvieron a ocupar sus aposentos. Pero simplemente consiguieron dilatar su agonía, después de la desamortización el primer uso que recibe este espacio es como cuartel de artillería. Aunque este uso es provisional, el Cabildo ya había optado por trasladar la Cárcel Real a este punto.
Así el 3 de julio de 1837 se mudan todos los presos habidos en Sierpes, no sin lidiar con graves altercados, a la que desde entonces se convierte en la cárcel del Pópulo.
Las celdas de los religiosos se preparan para retener a los presos, se dotan de ventilación natural. Destaca la disposición de una amplia azotea para contener el patíbulo, una idea importada de la capital londinense.
Las celdas de los religiosos se preparan para retener a los presos, se dotan de ventilación natural. Destaca la disposición de una amplia azotea para contener el patíbulo, una idea importada de la capital londinense.
Estas reformas colocan a la cárcel del Pópulo a la cabeza de las prisiones europeas. Siguiendo con las tradiciones inglesas, se permite las ejecuciones múltiples en el patíbulo. Teniendo en cuenta que la Plaza de Toros se levanta en la acera de enfrente se llegó a escribir en la época según palabras de Félix González de León que en las tardes de faena, desde la Maestranza se podía asistir a los dos espectáculos.
La calle Pastor y Landero, que linda con este edificio, ha sido testigo de primera mano de toda la evolución de este solar.
Tanta conexión existe entre el antiguo cenobio y esta arteria que durante muchos años se conoció como calle Pópulo. En 1918 cambió su nombre, homenajeando al ingeniero cuyo proyecto evitaría las frecuentes riadas e inundaciones que sufría la vía como consecuencia del desbordamiento del Guadalquivir: Manuel Pastor y Landero.
Muy expandidas están las fotos de la cofradía de la Esperanza a su vuelta de la Catedral. Las saetas que los presos le dedicaban a la Virgen, acompañada de la expectación de la gente, propiciaba una de las estampas más tradicionales de la Semana Santa Sevillana. Se cuenta que había tanta emoción flotando que el mismísimo compositor Font de Ana se inspiró allí para componer su famosa marcha “soleá dame la mano”.
Este es uno de los momentos de pasión que ya no se viven, hoy en día el paso de la Hermandad de la Esperanza de Triana por Pastor y Landero es bien distinto, ya no hay ningún recluso dispuesto a dedicarle una saeta a la Santa. Sólo nos queda un retablo que nos recuerda justo el lugar donde se producía esta inspiradora escena.
Por último nos detendremos en la Hermandad de los castellanos nuevos, la actual y popular Hermandad de los Gitanos. Tan itinerante como la fama, bien ganada, de los protagonistas de su nombre. Se fundó en Triana, en el Convento Espiritu Santo hacia 1753. Por discrepancias fundacionales en 1754 solicitan ser admitidos en el Convento del Pópulo. Cuando en 1837 la famosa desamortización barre del mapa al convento de los agustinos, también deja sin sede a la Hermandad de los Gitanos, que emprenden un nuevo cautiverio. Permanecen, por su proximidad, en la iglesia San Esteban, hasta su traslado a la iglesia San Nicolás y por último en San Román, donde permanece hasta la actualidad. Es relevante la promoción y apogeo a la que contribuyó la Duquesa de Alba a esta hermandad.
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