miércoles, 5 de septiembre de 2018

Calle Sierpes

Unos 400 metros de longitud, entre La Campana y la Plaza de San Francisco contempla la que quizás sea la calle más carismática de toda Sevilla. Hace muchos años por aquí se extendía un brazo del Guadalquivir, que desde la Alameda venía abriéndose paso y continuaba por la avenida Constitución, para morir en el río a la altura del Arenal. Entonces esta conocida calle no era más que sendas orillas que daban cabida a la lengua acuífera.

Tiempo después, destacó el Convento de San Acacio que se extendía en uno de estos lindes del terreno, ya que las crecidas del Guadalquivir y las continuas inundaciones obligaban a construir en las orillas más protegidas. Este cenobio se levantaba justo donde ahora nos encontramos con la sede del Circulo de Labradores y ocupó esta ubicación desde el siglo XVII hasta 1810, que con la ocupación francesa se habilitó este edificio para oficinas públicas, comenzó entonces un periplo que durante algún tiempo propició que recogiera entre sus paredes al Cristo del Gran Poder.


Pero este no ha sido el único Edificio relacionado con el Clero que ha ocupado esta calle a lo largo de la historia: También se instaló aquí el convento de los dominicos, Santa María de Pasión, hacía 1594, procedente de la Plaza del Pumarejo, donde regía desde 1535, y el perteneciente a las religiosas mínimas de San Francisco de Paula, Nuestra Señora de la Consolación. Este convento que data del 1593, se extendía por la calle Rioja , aunque su portería daba a Sierpes. Mucho más tarde se ubicó en este mismo lugar el cine Llorens.

 Fuente: https://www.flamencasporderecho.com
En la actualidad encontramos en esta ubicación el salón de juegos Llorens.
La naturaleza inminentemente comercial que siempre ha mantenido esta calzada hispalense ha contribuido a la adaptación a los tiempos de sus edificaciones, no habiendo grandes hallazgos arquitectónicos, ni suntuosas construcciones. No obstante, algunas localizaciones han destacado en algún momento o a lo largo del tiempo. Destaca en su número primero en la esquina que da La Campana el carismático edificio del siglo XVIII, en cuyos bajos encontramos la famosa confitería y cafetería del mismo nombre.


En el número 6 obra de Balbino Marrón se localiza donde no hace mucho tiempo se encontraba el teatro-cine Palacio Central.
https://melanesia86.wordpress.com/2013/12/18/salas-de-cine-de-ayer-en-sevilla/

fuente: Diario de Sevilla
El número 20 contempla una construcción de 1.916, cuya autoría se le asigna a José Espiau y que dio cabida al cine Llorens al cual se accedía también por Rioja.
http://www.galeon.com/juliodominguez/2015b/aguila.html

En la esquina con Jovellanos algunos recordaran los almacenes El Águila, los primeros grandes almacenes de Sevilla a los que se les dotó de ascensor, en el número 70.

Un poco mas adelante nos encontramos con el edificio “Auto- Ibérica”, reformado por Anibal González, y finalmente en el nº 90 el edificio regionalista por excelencia “Laredo”, numerado con el 90 y ya anexo a la Calle Granada.


Otro de los edificios sobresalientes de esta travesía ha sido la Cárcel Real, contando entre sus ocupantes con ilustres personalidades como Miguel de Cervantes, Mateo Alemán… Gran relevancia tuvo en la evolución de esta vía, la necesidad de ampliar este edificio. Lo que conllevó la expropiación de las casas, durante el siglo XIV, anexas propiedad y pertenecientes a la Iglesia. Cuando el edificio fue presa de la piqueta, se instalaron unos baños públicos, dotados de un lujo y comodidad inusual para la época. Además, las instalaciones también eran pensión o fonda, salón de billar, salón de juegos, salón de baile. En fin, su propietario, Don Antonio Nieto, en 1849 se adelantó a su tiempo.

De los negocios que aún perduran destacan por su antigüedad, la confitería Campana, papelería Ferrer, sombrerería Maquedado, ártículos de regalo Casa Rubio, relojería El Cronómetro.








Otros que no han resistido el paso de los años y que aún no se han comentado en esta entrada, pero que aún permanecen en el recuerdo de muchos sevillanos pueden ser Casa Damas, local dedicado a la música, Hotel Europa (que tuvo el honor de dar alojamiento a Alejandro Dumas), Hotel el Suizo, aunque se encuentra el establecimiento hotelero “el Nuevo Suizo”, a la altura de la calle Azofaifo, zapatería Segarra, Armería Deportes Z, Café Madrid, hoy convertido en salón de juegos, papelería Padura, librería Sanz, Calvillo, local también conocido por las cuatro esquinas de San José, los Corales, famoso por sus tertulias taurinas, etc.




Otro negocio muy sintomático en la vida cultural sevillana fue el Teatro Imperial que durante el siglo XX, atrajo a espectadores de toda la ciudad a esta calzada, si bien fue a partir de 1954, cuando recibe una profunda reforma que lo encumbra junto a los otros importantes teatros sevillanos como el Lope de Vega, o el Álvarez Quintero. Como nota curiosa destaca que en la reforma de mediados del siglo se retiraron las columnas que dominaban el patio de butacas, pero no se destruyeron y se implementaron en el atrio de la Macarena. Posteriormente este local se abrió una librería.
Esta fue una de las calles que visitó Felipe II, en una de sus visitas a la ciudad. Está documentado que a la altura de la Cárcel el griterío de las presas fue tal que la comitiva del monarca se detuvo sorprendido ante ese escándalo.
Cuando Fernando III reconquistó esta ciudad aquí se asentó el gremio de espaderos, esto contribuyó a que tomara este nombre en un primer momento. Tiempo después se bautizó la calle con el actual nombre: Sierpes. Sin hacer una búsqueda exhaustiva aparecen a bote pronto hasta cuatro razones que justifican esta denominación, si bien muchos historiadores aluden al topónimo por la quijada de uno de estos animales que exhibía un mesón, ubicado en la mitad de esta travesía.
-La forma serpenteante de esta calzada, provocada por su antiguo origen acuífero, puede que fuera determinante para conocerla con este nombre.
-La antigua Cruz de Cerrajería que se encontraba en la confluencia de esta calle con la de Rioja, y que actualmente se deja ver en la plaza de Santa Cruz, fue un hallazgo creado por el gremio de cerrajeros que dominaban este lugar, y se conocio por las serpientes que emulaba como la cruz de serpientes, que a su vez fue la responsable según muchas voces de su denominación.
-El escritor D. Luis Montoto abogaba por la teoría que recurre a que en esta calle habitó un famoso caballero conocido por muchos como Don Álvaro, y por otros como Gil de la Sierpe.
-Incluso existe una leyenda que justificaría este topónimo. Durante el siglo XV hubo tantos casos de niños desaparecidos que se tuvo que buscar algún motivo para culpar de tal infortunio. Primero se culpabilizó a los judíos y a sus ritos satánicos. Más tarde se achacaban las culpas a una serpiente dantesca que anidaba por el alcantarillado de la calzada y que devoraba a los niños que circulaban por sus inmediaciones. A esta teoría contribuyó un preso, privado de su libertad por alzamiento contra la monarquía y huido de la cárcel de Marchena que a cambio de solucionar el entuerto reclamó su libertad. El Corregidor no solo se la otorgó, sino que por ser persona culta y preparada se le ofreció un empleo. Melchor de Quintana y Argüeso, era este personaje que mostró a las autoridades el cadáver de una gran serpiente de unos veinte pies, atravesada por un poderoso puñal, que le había dado muerte y junto al animal se extendían huesos de niños. Seguramente fue el propio Melchor o alguien muy próximo a él, quien colocara la prueba del delito en un antiguo pasadizo que se prolongaba por debajo de la calle, en las inmediaciones de la Cárcel Real.
Son muchos los escritores que han inmortalizado esta calle, como ejemplo cabe mencionar al  “El rufián dichoso” de Cervantes, “El Burlador de Sevilla” de Tirso de Molina, Alejandro Dumas, Camilo José Cela, Rubén Darío, Pío Baroja, Luis Montoto y Antonio Burgos se ocupan detalladamente de esta travesía en sus obras, más recientemente en la novela “La leyenda del ladrón” de Juan Gómez Jurado, se novela una etapa de la vida de Don Nicolás Monardes, aunque no se guía por la realidad de la vida de este médico del siglo XVI, que fue famoso por mantener su jardín botánico a la altura de la calle Azofaifo, sino por necesidades de guion.

 En este justo lugar se recoge un azulejo cerámico, concretamente en el número 19. Monardes siembra algunas de esas plantas en el huerto y azoteas de la casa, siendo el primer lugar del viejo mundo donde se cultivan tomates, tabaco o patatas, entre otras muchas especies.
Cabe decir como curiosidad, que mucho antes de que se estableciera la Carrera Oficial que ha ligado estrechamente la Semana Santa sevillana a esta calzada, sus vecinos ya sacaban al exterior sus sillas, donde se acomodaban y no se autorizaba a ningún ciudadano que no viviera por allí a traerse una.



Actualmente estamos ante una ruta peatonal plagada de comercios con encanto que se suceden unos tras otros, en lo que más que más que una calle parece un centro comercial donde incluso en verano cuando las temperaturas son extremas el aire acondicionado de unos locales, que continuamente se abren debido a su propia actividad, se deja notar entre los viandantes. Siempre se encuentra algún turista recorriendo esta insigne arteria hispalense. No se debe pasar por alto el hecho de que se instalen toldos a la altura de las azoteas, cuando los niveles del termómetro empiezan a subir, para contribuir al bienestar de los peatones. Las calles que cortan a Sierpes ensalzan aún más el placentero paseo en el que se envuelven los visitantes y sevillanos que la recorren.



6 comentarios:

  1. Que bonito lugar, nosotros tammbien tenemos un estado y ciudad que se llama Aguascalientes, tiene los mejores Hostales en aguascalientes y además una cultura y gastronomica muy diversa por los viajeros, emigrantes y extranjeros que se quedaron a vivir allá

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    1. Lo tendré en cuenta si un día puedo ir para allá.Perdón por la demora, para contestar. He estado algún tiempo ausente y he dejado eeste blog un poco apartado hasta ahora.

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  2. Indago sobre la existencia de un estudio fotográfico regentado por mi bisabuelo, José Damián Ruiz, en la calle Sierpes. Finales del XVIII principios del XIX. Sé que falleció joven junto a su mujer, dejando dos hijos huérfanos. El estudio siguió funcionando durante un tiempo a cargo de sus tíos. Se sabe algo de esto?

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    1. Perdón por la demora, para contestar. He estado algún tiempo ausente y he dejado eeste blog un poco apartado hasta ahora.

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    2. ...Ni idea, lo que cuentas me parece interesante. Lo tendré en cuenta y si enccuentro algo te lo comunico, si quieres hazme llegar algún email paara contactarte si descubro algo

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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