Estamos ante el acceso más antiguo de la Catedral, existe constancia de ella por vez primera a finales del siglo XII, cuando este inmueble nada tenía que ver con la cristiandad. Fue el emir Abu Yusuf, quien planificó la ampliación de la explanada de la Mezquita, y era su intención aunque finalmente desistió, separar este edificio con su recién Alminar amurallado del resto de la ciudad.
Este elemento, el Alminar, no es ni más ni menos que el genuino monumento que representa a esta urbe 9 siglos después, con bastantes modificaciones estructurales e intervenciones arquitectónicas, y es que esta puerta ostentaba una función militar en sus orígenes.
Hasta los primeros años del siglo XV no se empieza a conocer este acceso como la Puerta del Perdón, este nombre está muy difundido entre las portadas de entradas catedralicias. Por aquí se introducían a suelo sagrado los ciudadanos perseguidos por la justicia que mostraban un arrepentimiento manifiesto y probablemente esta circunstancia fue la que provocó la denominación de este inmueble.
La parte alta de esta entrada, vista tanto por la calle Alemanes como por el Patio de los Naranjos hasta la época de los Reyes Católicos era una azotea que sobresalía un poco del perfil del resto de la fachada donde se encontraban un par de habitaciones alquiladas al Clero y así fue hasta 1496.
Un relieve destaca en el alto de la Puerta, representa la expulsión de los Mercaderes del Templo. Esta obra es asignada a Miguel Florentín y fue llevada a cabo entre los años 1519 y 1522.
En los comienzos del último cuarto del siglo XVI, el sagrario se ubicaba entre esta propia Puerta y la calle Placentines. Sobre la portada se construyó una especie de pequeño cuerpo saliente decorado con madera que aguantó hasta 1838, siendo sustituido por mostrar un estado lamentable, por el relieve de la Giralda junto a dos jarras de azucenas que se distinguen en la actualidad, y que representan el blasón del Cabildo eclesiástico.
Las dos hojas que componen la propia puerta suponen el elemento más antiguo que se conserva de todo el conjunto. Están compuestas de madera de cedro y se encuentran forradas de bronce, mostrando unos pequeños hexágonos alargados sobre toda la puerta con figuras octogonales, representando estrellas de cuatro puntas junto a temas florales e inscripciones que repiten versículos del Corán como “el poder pertenece a Alá” y “la eternidad es de Alá”. Conforma todo el conjunto un diseño geométrico, tan socorrido en los elementos mozárabe.
Por otra parte, las aldabas originales, no son las que se exponen sino que se conservan en una de las cámaras de la Giralda.
Un último aspecto de este inmueble supone el hecho de que la puerta está flanqueada por el arcángel Gabriel, San Pedro, San Pablo y la Virgen Anunciada. conjunto escultórico, que se suma al relieve alto de Jesús expulsando a los mercaderes del templo, atribuido a Miguel Florentín y fechado entre 1.519 y 1.522.
Pero lo que hace peculiar a estas representaciones de piedra es la tercera mano sosteniendo la escultura de San Pablo, quien tras meter la mano en su ropa la saca por debajo en una extensión improporcionada. Cuando volvamos a pasar por la calle Alemanes a la altura de esta Puerta fijemos nuestra atención en este hecho, del que no se repara si no se está atento.
Estas son las curiosidades que reúne esta originaria puerta de entrada a la Catedral que en nuestros días se emplea como salida del conjunto catedralicia, así esta planificado en las guías de visita al más importante templo de la ciudad.
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