El 23 de noviembre de 1248 Isbiliya, como así la habían rebautizado los árabes tras hacerse con su dominio en el 714, se rindió. Así concluía un asedio de más de un año sobre la ciudad de Sevilla.
MAQUETA DE SEVILLA EN LA RECONQUISTA....Ayuntamiento-SEVILLA |
Atrás quedaba el 24 de agosto de 1247 cuando se les negó a sus habitantes el suministro de agua, dejando sin servicio los caños de Carmona. Unos musulmanes que durante más de cinco siglos, aunque concretamente sería a partir de 1.091 cuando tras caer el califato de Córdoba los almohades invaden la ciudad, habían nadado en la opulencia. Pues esta urbe alcanzó su máximo esplendor, convirtiéndose en la ciudad más importante del territorio español. Se había finalizado una fructífera época, unos siglos de paz, donde la ciudad se había visto beneficiada por la construcción de grandes construcciones: La Giralda como minarete de la nueva mezquita que más tarde se transformaría en Catedral, el palacio de la Buhaira, que se usaban como residencia estival de la familia real del Reino Abadí, la Torre del Oro…
Se trataba del asedio sobre la mayor ciudad de las que se habían cercado hasta la fecha
Tal acción requería una logística precisa. Los cristianos habían establecido campamentos en Tablada, el Aznalfarache, frente a la Puerta de la Macarena, en el Prado de San Sebastian, en el Aljarafe y por el Tagarete. Cada punto requería de unas tropas con alguien al frente. Exactamente el Rey Fernando III capitaneaba el ejército asignado en Tablada. Caid Axataf, que era el rey del bando moro, al frente de un pueblo impotente, hastiado y derrotado capituló el verano del 48 ante las tropas castellanas.
Se había culminado la Reconquista de Sevilla, el mayor proyecto de expansión de los castellanos en la Baja Edad Media. Unos meses después, el 22 de diciembre de 1248 Fernando III el Santo, apodado así por su talante piadoso y por mantener la paz con los reinos cristianos, hacia su entrada triunfal en Sevilla.
Representación del Rey Moro, dándole las llaves de Sevilla a Fernando III |
Se había culminado la Reconquista de Sevilla, el mayor proyecto de expansión de los castellanos en la Baja Edad Media. Unos meses después, el 22 de diciembre de 1248 Fernando III el Santo, apodado así por su talante piadoso y por mantener la paz con los reinos cristianos, hacia su entrada triunfal en Sevilla.
Fue el momento de cristianizar Sevilla, se habían expulsado a los infieles y era preciso renovar su población, la ciudad se reasignó entre los repobladores. De los cerca de 24.000 nuevos habitantes, se fueron concentrando por calles, barrios y zonas según su origen, unas veces o según su oficio otras.
Se piensa que Fernando III en agradecimiento a la labor de estos soldados lejos de su casa, les concedió esta calle donde habitaron gran número de familias gallegas |
La calle Archeros se reservo para muchas de las familias de los arqueros que lucharon junto al Rey Santo |
La mayoría procedían de Castilla, también se contaban por miles los de otros territorios, como Asturias, León y Galicia, además estaban los que buscaban asentamiento llegados de la Corona de Aragón, sobre todo los catalanes. Por otra parte, también merece resaltarse, que tras la reconquista, la ciudad incorporó a su población a una comunidad que por tradición vagaba sin rumbo fijo y sin una localización en un país determinado, nos referimos a la comunidad judía. La beligerancia los reyes cristianos hacia los judíos en cuanto que existía una total permisividad para que ejercieran sus propias costumbres y ritos religiosos, se vio indudablemente favorecido por las altas e influyentes posiciones que rápidamente asimilaron por su destacado conocimiento financiero y mercantil, asentándose en los actuales barrios de Santa Cruz, Santa María la Blanca y San Bartolomé, lo que se conoció como la judería, llegando así a constituir la segunda comunidad judía de Castilla tras la de Toledo.
Sin embargo esta situación cambió y a finales del siglo XIV los judíos ya no eran vistos con buenos ojos y finalmente eran perseguidos y obligados a reconvertirse al cristianismo. También debemos tener en cuenta que esta ciudad siempre ha tenido como un efecto imán y siempre ha habido inmigrantes dispuestos a quedarse aquí, esta época no fue una excepción y seguramente promovidos por la proliferación del tráfico de mercancías de Europa con el norte de África, empezaron a echar raíces en la capital hispalense, concretamente se asentaron por las inmediaciones de lo que hoy se conoce como la calle Francos. Para promover dicha acción se les concedió algunos privilegios a esta nueva población para que iniciaran sus comercios en esta zona.
En cuanto a la gobernanza municipal adquirió prácticamente todo el poder una asamblea de ciudadanos formada por los caballeros, que eran elegidos y seleccionados por la nobleza y altas esferas de la sociedad sevillana. Este órgano se conocía como los veinticuatro, dado que ése fue su número inicial, aunque posteriormente fue dilatándose más y más.
La llegada al poder de Fernando III fue convulsa. Muerto su tío Enrique I, todos los pronósticos apuntaban al reinado de su madre, doña Berenguela, mujer de genio a quien la historia apodaría «La Grande». El fue el primero de una extensa colección de monarquías de distintas dinastías que se sucedieron a lo largo de los siglos en la ciudad hispalense, siempre subordinada al territorio español. Y así se ha llegado hasta la época más moderna. Al mismo tiempo Sevilla ha pasado por momentos más o menos gloriosos, siéndola principal ciudad de España en la época donde estábamos por los musulmanes o incluso llegando a ser el centro del mundo, al poco de descubrir el nuevo mundo, el Guadalquivir llegó a asimilarse, por su íntima conexión, como el primer río de las Américas y respecto a Sevilla se le ha comparado sin ningún rubor como el New York de la época. A esta gloriosa etapa le sucedió otra cargada por una gran depresión, Cádiz sustituyo a Sevilla y se hizo con todo el comercio con el nuevo mundo. La hambruna y la pobreza se hicieron un lugar dominante en la ciudad. Para rematar la faena se extendió la peste por toda la población y por todo el mundo. En 1649 Sevilla vio reducida su población a la mitad. Ya no se recuperó hasta finales del siglo XIX. 1929 fue el año elegido para la Gran Exposición Ibero americana que acogió esta localidad y Sevilla entera se remozó, cambió su imagen y se benefició de multitud de grandes construcciones abaladas por un dispendio económico para la ciudad sin comparación. Lamentablemente la coyuntura económica mundial no acompañó y económicamente la Feria del 29 rozó el fracaso.
Sin embargo los deberes ya estaban hechos. El desarrollo que experimentó el primer mundo, y Sevilla también se apuntó a la fiesta, durante el siglo XX fue espectacular y aquí de alguna forma puso la guinda a su pastel al celebrar la Expo del 92, que supuso un antes y un después en la ciudad.
Sevilla se había colocado preeminentemente dentro de una decisiva senda creciente que le permitiría alzarse al escaparate de los principales puntos turísticos del mundo. Consecuentemente en la segunda década de este siglo esta presente junto a las principales ciudades como anfitriona de congresos de cualquier tipo de relevancia mundial. Cierto es que aún estamos muy por debajo de las visitas que logra, por ejemplo, Florencia, pero no es menos cierto que las distancias cada vez se acortan más y esta coyuntura se ha aprovechado para fijarse metas teniendo a esa ciudad de modelo. Sevilla se permite mirar sin complejos a los puestos más altos del escalafón mundial.
Y en esas estábamos hasta comienzos del presente año, y ahora lidiamos con una crisis sanitaria que va a suponer unas graves consecuencias económicas y nadie sabe si volveremos o cuanto tiempo necesitaremos para subsanar un retroceso que aún no se ha cuantificado pues estamos sumidos en plena crisis. Creíamos que las pandemias eran cosa del pasado, mirábamos la forma en que intentaban combatir la peste hace cuatro siglos, refugiándose en sus domicilios, con cierto aire de superioridad, y la realidad nos ha dado un baño de humildad. Por vez primera, desde Sebastopol a Roma, pasando por Sevilla, en todo el mundo y desde cualquier punto todos todos tenemos el mismo deseo: ¡Que esta p... pandemia termine!
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