domingo, 14 de febrero de 2021

La caja de madera de la Macarena


Hoy hace 85 años y un día, en la madrugada del 12 febrero del 36 fue escondida, en un cajón de madera, la VIRGEN DE LA MACARENA. 
Don Antonio Ramón Vila, hermano de la corporación, preocupado ante la situación de conflictividad social que se vivía, ante la inestabilidad política del país y la alteración, continua, del orden público, con huelgas interminables, asesinatos callejeros, insultos, vejaciones, pintadas anticlericales, etc. y teniendo, aun, en la memoria los incendios de San Julián y la pérdida de las imágenes de la Hiniesta, el de la Capillita de San José y el del Convento del Buen Suceso, propone, en cabildo de oficiales, la puesta a buen recaudo de las imágenes titulares de la hermandad. Ya lo habían hecho en el año 32, después del golpe de Sanjurjo, y ahora, a unas semanas de las elecciones de Febrero del 36, la situación parecía aconsejar actuar de este modo.
El destino de las imágenes no debía ser conocido por nadie y aquellos que lo llevaran a cabo debían  guardar el secreto. El propio Hermano Mayor, Don José Ruiz-Ternero Salvago, prestó juramento de guardar silencio. Algunos enseres: corona, palio, varales, fueron depositados en casas particulares. 
El 12 de febrero, por la noche,  con sigilo, la Macarena fue introducida en un cajón de madera, forrado por dentro y con asas de cuerda por fuera para poder trasportarlo mejor. En la puerta de la parroquia de San Gil esperaba una furgoneta del Banco Español de Crédito. Con celeridad metieron el cajón en el vehículo, y salvo el Hermano Mayor y el Mayordomo, Don Domingo de la Torre, nadie sabía el destino. Para despistar a los posibles mirones, la furgoneta dio varias vueltas por la ciudad. Casi como dos ladrones, como dos fugitivos, por una ciudad desierta, envueltos en la oscuridad de la noche, llegaron a la calle Orfila, en pleno centro de Sevilla, muy lejos de la Macarena. Nadie podía sospechar que en el nº 6, una consulta veterinaria, quedaba depositada la Virgen. Era la casa de Don Antonio Román, que durante 8 meses fue el depositario, anónimo, de la bella talla roldanesca y la de mayor devoción en Sevilla. Allí se instaló una pequeña capilla en una habitación. La Macarena volvió por dos veces a San Gil, el 15 de Marzo, para el Septenario y el Domingo de Ramos, para ser colocada en su paso de palio y hacer estación de penitencia en la madrugada del Viernes Santo. El Sábado de Gloria (ahora  Sábado Santo), la Virgen volvió a su escondite. 
Efectivamente, como habían previsto los hermanos, la Parroquia de San Gil, la noche del 18 de Julio, fue arrasada por las llamas. Afortunadamente en el camarín solo había una foto. Las imágenes del Cristo de la Sentencia y de la Virgen del Carmen fueron escondidas en el almacén que la hermandad tenía frente a la parroquia. En ese traslado hubo tiros y heridos. Peor suerte corrieron otras hermandades como la de Los Gitanos, La Hiniestas por dos veces, San Roque y San Bernardo que perdieron sus imágenes y enseres. Otras imágenes se salvaron de “la quema”, como La Amargura, La Mortaja o El Silencio, porque también fueron ocultadas.
El 4 de Octubre de 1936 la Macarena fue trasladada a la Iglesia de la Anunciación, antigua Universidad, donde residió hasta el año 42 en que volvió a San Gil, ya reconstruido.
La Macarena se salvó el 18 de julio del incendio que destruyó San Gil, gracias a que tal día como este 12 de febrero, fue ocultada antes las amenazas. Lo mismo ocurrió con la Amargura, que se vio confinada a una caja de madera y ocultada en el almacén de Carlos González, en Marqués de Paradas; y con la Reina de Todos los Santos, la Esperanza de Triana o la Virgen de los Desamparados.

 colaboración: Nely Ram 

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