Existen dos teorías sobre la obtención de la uva Pedro Ximenez, aunque es más conocida, popular y novelesca la más reciente de ellas y particularmente a mi me ha suscitado mucho más interés, esto es lo que me ha llevado a publicar este post, bueno esto y el tratarse de un producto que suele estar presente en nuestras mesas, y concretamente en estas tierras se tiene la convicción de consumir una elaboración autóctona, con permiso de las Canarias.
El escritor agronómico romano nacido en Gades (Cádiz) en el año 4 después de Cristo, conocido como Columela señala en uno de sus escritos, el modo de hacer el vino dulce:
“El vino dulce conviene hacerlo de esta manera. Cogerás las uvas, las extenderás al sol por tres días, el cuarto las pisaras al medio día, cuando estén calientes, sacarás el mosto lixivo, esto es, el que haya caído en el pozuelo antes de haber estrujado la uva: así que haya dejado de hervir, echarás una onza de lirio bien molido, y no más, en cincuenta sextarios, y después de purificado de las heces, échalo en las vasijas. Este vino es suave, durable y saludable para el cuerpo.”
Basándonos en esta teoría tenemos que sus partidarios incluso se remontan al tiempo de los fenicios para concretar el origen de esta uva y la identifican con los granos que la llamaban “Gotas de Oro”, debido a su color y esplendido sabor.
El cultivo de la uva Pedro Ximénez fue potenciado a lo largo y ancho de todo el territorio, debido a que los romanos eran grandes consumidores del vino que este fruto proyectaba, las posteriores civilizaciones y culturas han mantenido este artículo hasta nuestros días. La denominación de Pedro Ximénez cabe buscarla en esta versión de los hechos en un bodeguero andaluz llamado así y que muchos años después, introdujo diversos cambios en la elaboración del vino, proporcionándole mayor calidad.
La otra versión es la más conocida, como ya hemos dicho. Nos situamos en el siglo XVI.
Pedro Ximenez, natural de Castilleja de La Cuesta, se dedicó en sus años mozos a guerrear. Se inscribió en las milicias del tercio de Flandes, para combatir en una guerra que no era la suya. Y años más tarde, hastiado y aburrido de jugarse la vida en contiendas inútiles, volvió a sus tierras en Castilleja, pero en su zurrón llevaba un tesoro, nadie ni el mismo podían imaginar que aquello iba a cambiar su vida y la de sus generaciones venideras. No existe documentación que abale esta versión, pero lo que sí está fuera de toda duda, siempre que admitamos mínimamente estos hechos es la naturaleza curiosa del protagonista de esta historia que trajo unos sarmientos del valle del Rhin alemán con la intención de plantarlos en estas calurosas tierras de Andalucía y comprobar los resultados, aunque se atribuye que del Rhin llegó procedente de las islas Madeira y es en tierras canarias donde posteriormente se produjo este origen.
Esta versión está corroborada, hasta cierto punto, por Varcárcel (1971): “Esta planta es originaria de las Islas Canarias y de Madeira, de donde se trasplantó a las orillas del Rin y de la Mosela y de allí la trajo Pedro Ximénez....”
Sobre esta historia no sólo existen discrepancias a la hora de determinar la zona en que originariamente se produjo la uva Pedro Ximenez, pues también existen diferentes variantes del personaje que pudo ser un soldado, un comerciante o incluso un cardenal español. Incluso hay quien asegura que podría tener un origen alemán y llamarse Peter Siemens que se transformó en Pedro Ximenez. En cuanto a su origen de Castilleja ha sido una licencia que nos hemos tomado pues no está nada claro su procedencia. Parece ser que Montilla y Málaga son los principales candidatos.
Concluyendo, aunque nada se puede afirmar categóricamente de esta historia. Un aspecto sí que es evidente: la propia belleza de esta historia y también se puede afirmar que esta variedad de uva produce unos vinos y unos derivados (vinagre, mosto, brandy…) muy buenos, ¿no?
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