Todo se para y pronto llega la crash del 29 que conlleva miseria y depresión, la clausura de la Exposición Iberoamericana y la coyuntura económica somete a la ciudad a profunda crisis, por lo que las obras de este grandioso y costoso proyecto se paralizan definitivamente; y posteriormente la Guerra Civil ahonda más la precaria situación. La continuación de esta construcción se hace inviable. El último proyecto de este genial arquitecto, pasa al olvido.
La Milagrosa continuó en su humilde capilla de la calle Quevedo, número 10, hasta 1950, año en el que se decide cerrar al público y posteriormente se echó abajo esta vetusta construcción. Es entonces cuando el orfebre Cayetano González, instala en torno a la imagen un magnifico retablo de plata repujada, que a partir de entonces se exhibe en la iglesia del Sagrado Corazón, la de la Compañía de los Jesuitas, templo situado entre las calles de Jesús del Gran Poder y Trajano. Expertos de la orfebrería, consideran este retablo como una de las mejores obras de Cayetano González, y por ende de cantas se pueden contemplar en la ciudad.
Esta Virgen es muy venerada, de hecho hay imágenes de la Virgen Milagrosa en numerosas iglesias, por su antigüedad nombraremos la iglesia de San Lorenzo, donde ocupa su lugar en una capilla presidida por el Cristo de las Fatigas.
El complejo que Ánibal González diseñó para los jesuitas junto a la fastuosa Basílica se completaba con otros edificios destinados a las labores docentes que tradicionalmente venían desarrollando los miembros de la Compañía de Jesús: una escuela de primera enseñanza de 400 plazas, un colegio de segunda enseñanza para 500 alumnos, una escuela profesional de 300 plazas, un salón de actos para 2000 asistentes, una casa de ejercicios y una residencia de religiosos.
A mediados de los 40 la Compañía intenta retomar el proyecto que en su día encauzo Ánibal y para ello recurren al arquitecto, también sevillano, Antonio Illanes del Río
Pero como ya había sucedido 20 años antes, el montante presupuestado resulta excesivo, sin embargo esta vez se desiste del templo y se prioriza el centro de enseñanza, que se localiza en un terreno prácticamente contiguo al destinado a la Basílica: el actual Colegio Portaceli.
En el proyecto original de Antonio Illanes del Río pretendía de alguna forma reflotar el original de Ánibal, comprendía la Basílica y el centro educativo y a cada lado del complejo se abrían sendas alas con varios pabellones cada una, donde se distribuirían numerosas instalaciones deportiva: piscinas, campos de fútbol, pistas de tenis y de baloncesto, etc. Pero por una parte el dispendio que suponía asumir esta construcción y por otra parte el atractivo económico que infundía vender parte de los terrenos que se poseían jugaron en contra del desempeño del proyecto y únicamente se construyó un ala de las dos presupuestadas, con cuatro de los cinco pabellones que en principio estaban planificados, tantos recortes suponen que el proyecto de Illanes no se lleve a cabo. Finalmente, se coloca a los cuatro pabellones un cuerpo que hace las veces de fachada y se construye una iglesia de nueva planta.
A comienzos de este milenio se asigna una concesión para poder explotar estos terrenos donde Ánibal había planificado la que iba a erigirse como la segunda Catedral de Sevilla. Pero al final se llevó este sueño a la tumba.
Muchos años ha permanecido este sueño en el olvido; aunque el tiempo de abandono no ha conseguido dar a los cimientos de aquella colosal obra un aspecto de dejadez, de ruina y es que aunque sobre el terreno no se logre vislumbrar las intenciones de la obra, a vista de pájaro se aprecia en su totalidad la planta de cruz latina, con su hermosa cabecera y la girola.
Numerosas propuestas se han echado para atrás hasta que en 2003 se construyó un restaurante en los cimientos abandonados de la basílica, respetando sus peculiaridades arquitectónicas, lo que le otorga esa peculiar y majestuosa entrada y una terraza rodeada de robustas columnas.
El restaurante «La Basílica» Tiene capacidad para 550 comensales: 200 en los salones interiores y 350 en las terrazas. De fácil acceso para las personas con discapacidad, el nuevo restaurante cuenta con sala de lactancia y amplios salones para todo tipo de celebraciones. Así, gracias a la iniciativa privada, es posible almorzar o cenar entre los restos de algo que nunca llegó a terminarse.
Finalmente hemos visto el destino que han tomado los principales componentes de lo que fue el proyecto más ambicioso después del 29, y con permiso del 92: un magnifico retablo de plata repujada para la efigie que iba albergar la Basílica, un complejo educativo para andar por casa al lado del monumental conjunto que se había proyectado, pero por otra parte hay que reconocer que ha sido y es una obra muy funcional y finalmente un restaurante que de alguna forma nos remite a lo que pudo ser todo esto, empezando por su propio nombre. En definitiva, podía haber sido peor, ¿no?
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