jueves, 7 de octubre de 2021

Real Academia sevillana de las Buenas Letras y Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel

Esta chapa rotulada se puede contemplar en la antigua entrada al Palacio Pinelo en la calle  Abades

Bartolomé Esteban Murillo y Juan de Herrera fueron los promotores y principales valedores para que en 1660 Sevilla dispusiera de una Academia del arte de la Pintura, se fundaba así la que fue en su momento la quinta academia de pintura del viejo continente y la primera de España. 

Sebastián de Llanos y Valdés, Pedro Honorario de Palencia, Llanos y Valdés, Pedro de Medina Valbuena, Juan Chamorro y Cornelio Schut, quizás hubiera alguno más, fueron sucediéndose en la presidencia de esta noble institución hasta que a principios de la última década del siglo XVII despareciera, depositando el patrimonio generado en la Hermandad de San Lucas, del gremio de los pintores, con sede en la iglesia de San Andrés. Durante estos treinta años su sede se localizó en la Casa Lonja de Sevilla y si tuviéramos que designar a un mecenas de la institución nos declinaríamos , por el conde de Arenales, que siempre veló en pro de esta Fundación.
Pero un siglo después de su fundación, en 1759, un grupo de artistas locales con inquietudes docentes, ávidos por impartir clases de pintura, escultura y arquitectura dieron forma a la que en su día se bautizó como la Real Escuela de Tres Nobles Artes, y que tomó el relevo de la Academia que se fundara en 1660. Francisco de Bruna y Ahumada, oidor decano de la Audiencia y teniente alcaide del Real Alcázar, seguramente fue quien más se implicara para que esta organización tomara forma. Su influencia fue determinante para situar su sede  en el Alcázar. Por sus contactos con la Corona, puso en conocimiento de Carlos III esta institución y al obtener un dictamen favorable, la academia sevillana gozó de la protección económica real desde 1771.
La Academia se compone de 40 Numerarios, que integran las Secciones de Arquitectura, Escultura, Pintura, Música, Arqueología, Artes Suntuarias y Artes Escénicas y Audiovisuales.
Fueron transcurriendo los años y en 1843 esta escuela recibió el rango de academia y reformó sus estatutos, ya bajo el reinado de Isabel II, pasando a llamarse Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, que es como se conoce actualmente.
Podemos destacar dos personlidades como el pintor Don Virgilio Mattoni y por Don José Sebastian Bandaran , que se erigen en los principales instigadores para que la Academia se titule de Santa Isabel de Hungría. Este estrambótico nombre atiende a razones borbónicas, pues aunque hay muchas Isabel en el santoral, es esta que se celebra en noviembre es la elegida por la monarca para celebrar su onomástica, y en consideración de esto se designa así a esta institución, en agradecimiento se atiende a su mantenimiento por parte de la Corona, aunque en un principio solo se conoció por Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel.
En 1849 la reina Isabel II influyo directamente para que esta institución fuera delegada en la defensa del patrimonio artístico de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. En 1873 se ampliaron las ramas docentes de esta asociación y por Decreto se le añade la sección de música. En 1940 la Escuela “Superior” de Santa Isabel de Hungría, como así fue considerada así también por decreto, ofrecía una formación superior a la de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Sevilla. tres décadas después la Ley General de Educación integró las enseñanzas de esta Academia entre las impartidas en las universidades. 
 Su sede ocupó parcialmente el antiguo convento de la Merced, donde se encuentra el Museo de Bellas Artes de Sevilla, en 1980 se traslada a la casa palacio de los Pinelo, donde reside actualmente. En su interior podemos deleitarnos con una gran colección de pinturas.
 Pero no es la única academia que se localiza en este inmueble.

Curiosamente aquí se encuentra otra institución de carácter cultural: La Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Fue fundada en 1751 en la casa del sacerdote y catedrático Luis Germán y Ribón. En su acto fundacional asistieron otros dieciséis miembros fundadores, algunos de ellos también sacerdotes. Fue creada como una organización para el conocimiento y la divulgación, sobre todo en los distintos campos de las humanidades: historia, cronología, geografía, geohistoria, griego, latín, hebreo, lingüística, crítica literaria, filosofía y pedagogía. La Corona ofreció protección a esta institución y desde sus orígenes se le concedió el título de Real, incluso se les asignó un escudo identificativo. Se les concedió la sala Cantanera, ubicada en el Alcazar, aunque eventualmente a consecuencia de los destrozos protagonizados por el terremoto de Lisboa de 1755 la sede tuvo que trasladarse a la casa del entonces presidente de la academia, Francisco de Céspedes. En 1810, con la invasión francesa de Sevilla, la sede fue ocupada y la organización fue disuelta, pero cuando fue posible tan solo una década después el académico Manuel María del Mármol reúne a los antiguos miembros y la Real Academia reanuda su andadura, aunque antes de asentar su sede en 1979 en la Casa de los Pinelo, ubicación con la que ha llegado hasta nuestros días, la sede es protagonista de un basto periplo: la iglesia de la Anunciación, de la Universidad de Sevilla fue sustituida por la iglesia del antiguo Colegio de San Hermenegildo, después se trasladaron a una sala del hospital del Espíritu Santo, seguidamente el gobierno les cedió la iglesia del antiguo convento de San Alberto, entonces la Corona les cedió nuevamente la sala Cantarera del Alcázar, posteriormente se mudaron al antiguo Colegio del Santo Ángel, que compartieron con la Sociedad Sevillana de Amigos del País, luego se cambiaron al antiguo Colegio de San Gregorio, que compartieron con la Real Academia de Medicina, y en esta ubicación permanecieron unos cincuenta años antes de partir al Museo de Bellas Artes de Sevilla, que fue el antiguo convento de la Merced, y finalmente recalaron en la Casa de los Pinelo.
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En 2012 la academia y la maestranza crearon el Premio Cultura y Nobleza: Mecenazgo, Obra Social y Coleccionismo, a la investigación de humanidades sobre países que hayan tenido una relación histórica con España. 
En 2001 el Ayuntamiento de Sevilla le otorgó la Medalla de la Ciudad.
En resumidas cuentas se puede afirmar que esta institución ha venido contribuyendo de forma decisiva al estudio de la historia, de la literatura y del rico patrimonio histórico y antropológico de Andalucía, con valiosísimas aportaciones, que han gozado siempre de gran prestigio en la comunidad científica.

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