miércoles, 29 de agosto de 2018

La biblioteca Colombina y Hernando Colón.

Si bien Sevilla siempre estará en deuda con su progenitor por su descubrimiento que posibilitó a esta Urbe ser la capital del mundo, Hernando Colón fue quien más veló de esta estirpe para y por la capital hispalense

A mediados del siglo XVI se inicia la recolección y las obras del sueño de Hernando Colón: la biblioteca capitular o colombina, un poco más tarde las cuestionables obras dan como resultado el desplome del techo capitular y la perdida de una parte de esta colección. A causa de esta desgracia es cuando se empieza a ser consciente de su relevancia histórica. Bajo secretismos y sigilo se procede a su traslado.
Pero la autoría de esta biblioteca cabe buscarla mucho antes, concretamente en 1485…
Un joven napolitano mercader de libros de estampas, familiarizado con el negocio de libros, recién inventada la imprenta, se traslada a Sevilla con el firme propósito de entrevistarse con los Reyes Católicos y hacerles partícipes de sus “atrevidas y alocadas” ideas, este marino a quien tanto debe Sevilla, fue conquistado antes de su viaje a las Indias por la hija de unos sencillos labriegos de la aldehuela de Santa María de Trassierra, que por la prematura muerte de estos fue tutelada por su tio Rodrigo Enriquez de Harana, residente en Córdoba. El destino quiso que la tertulia del boticario Leonardo de Esbarroya fuera frecuentada por su compatriota Colón, al igual que los Harana, propiciando el encuentro entre Beatriz Enriquez de Harana y Cristobal Colón, y en 1488 nace de ésta unión: Hernando Colón, el precursor y valedor de la biblioteca colombina.

En 1509 Hernando estrena su afición de bibliófilo, llegando a reunir más de 15.000 títulos en su casa-palacio de la puerta de Goles, donde en 1594 se establece el colegio de San Laureano. Dedica años de su vida a viajar por los dominios europeos del Imperio, adquiriendo libros cuyos colaboradores consignan mediante un Indice Alfabético, no obstante Hernando suele apostillar sus adquisiciones con notas y anécdotas curiosas y divertidas. Pretendió "hazer la cosmografía de España y en ella escribir todas las particularidades y cosas memorables". Según Juan Pérez, su criado, para ello "fue necesario enviar por todos los pueblos de España algunas personas que informasen en cada pueblo de los vezinos que había y de todo lo demás que en él hobiese dino de memoria y habida la información la truxiesen por fee de escribanos e de testigos fidedinos".Esta obra quedó repentinamente interrumpida: el 13 de junio de 1523, una provisión real del Consejo de Castilla ordenaba al corregidor de Córdoba que se les retiraran a Hernando Colón y sus colaboradores los permisos para la realización del trabajo.

Consciente de que todos sus propósitos no tenían fin se preocupó de dejar atado la conservación y consecuente crecimiento dejando sus bienes a tal fin y nombra como heredero final al cabildo de la catedral si el beneficiario legítimo no aceptara el legado, como así fue, sin embargo María de Toledo, su cuñada consiguió prevalecer sus creencias y depositó la Biblioteca en el convento San Pablo y hasta 1552 el Cabildo catedralicio no pudo disponer de ella, tras protestas y disputas legales. Hernando Colón no logró que su biblioteca se conociera como “Fernandina”, como era su propósito, tampoco consiguió que se conservara a su muerte como había previsto y mucho menos que creciera, ya que su sobrino Luis Colón, quien no era más que un infante en un primer momento y un botarate e insensato después, no estuvo por la labor.

En 1562 se situó la famosa Biblioteca en la parte alta de la nave del lagarto, junto al patio de los naranjos. 20.000 ejemplares daban testimonio de este tesoro. Un siglo después la colección sólo reunía cerca de 4.000 títulos. Esta considerable merma se debe seguramente al hecho de su instrumentalización como pago de deudas.
La ubicación junto al Patio de los Naranjos de la Catedral concretamente por la peculiar sala del lagarto, fue el lugar elegido donde se ubica el legado de este insigne cordobés que se afincó en Sevilla. A este avezado bibliógrafo también se le homenajeó con el nombre de una calle sevillana, justo la que viene a desembocar en esta localización.
 
Hernando Colón murió , en su casa de Sevilla, en el año 1539 y fue enterrado en la nave principal de la catedral de esta ciudad, donde siguen sus restos actualmente



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