jueves, 2 de diciembre de 2021

Casas de Antonio González.




En el verano de 1926 el acaudalado Don Antonio González presiona al Cabildo sevillano para que le concedan la posibilidad de adquirir un antiguo edificio en cuyos bajos da cabida a la bodega del colegio San Miguel que se encuentra adjunto a dicha finca, por lo tanto en un principio el interés por conseguir este vetusto edificio en bastante mal estado, presa probablemente de algún movimiento de tierras, que se erigía donde actualmente contemplamos las Casa de Antonio González. Envía numerosas cartas al Cabildo de la Catedral que por cierto quedan sin respuesta, para dejar claro su interés y en una de estas misivas podemos atisbar un documento inédito que representa el dibujo a mano alzada del afamado arquitecto regionalista José Espiau. 

Por lo que es de suponer que ya  hubieran avanzados contactos entre el futuro propietario y el arquitecto sevillano. 




Finalmente el Cabildo determina que el viejo edificio sea demolido, y precisamente la aprobación de la nueva planta al encargo de Espiau concede más espacio en la calzada ya que el proyecto se desplaza un poco al interior de la obra derruida. Esta concesión juega a favor de la decisión final. Entre diciembre de 1927 y diciembre de 1929 se construye la nueva casa, que se da por acabada oficialmente el día 18 de diciembre, a medio mes de dejar atrás los primeros treinta años del pasado siglo. 

En cuanto al aspecto del edificio, puede llamar poderosamente la atención la ayuda de que se vale el autor de unos frescos desarrollados sobre la fachada. Si bien este elemento podría pasar desapercibido a los ojos del visitante por encontrarse a una altura considerable, exactamente en el ático de la fachada, y tampoco ayuda a su percepción el hecho de que se encuentren en bastante mal estado, y el deterioro de las patinas contribuya a un pobre vigor y viveza de los frescos,  no es un tema baladí que esta ornamentación le otorga al edificio una singularidad respecto a todos los  que lucen en la ciudad.
Espiau, como fiel regionalista se apoyo en diferentes movimientos arqitectónicos dejando plasmado en el resultado final una influencia mixta. Así, por ejemplo, se atisba un toque mudéjar en la construcción, usándose arcos  conopiales de ladrillo rojo trianero, al mismo tiempo se deja ver una influencia gótica, no hay más que detenerse en algunos detalles de la fachada como los grandes pináculos que dan por finalizada la penúltima planta, los rosetones o los propios capiteles. Y también contribuye a la belleza del edificio la mezcla de elementos utilizados, desde cerámicas a madera e incluso patinas.



Existe una inscripción agradeciendo al canónigo Juan Eslava, a quien ya nos hemos referido en otras entradas(la Plaza del Cabildo, la calle Eslava) que como maestro de Capilla de la Catedral compuso singulares piezas musicales.


Pienso que después de casi un siglo de existencia ayudando a embellecer el entorno donde se ubica,  este edificio se ha ganado a pulso que el Erario Público le dedique algún recurso y se remoce debidamente su imagen.
Esta cerámica señala el paso por este lugar para dar por iniciada la vía de la plata, que es como se conoce al itinerario que nos lleva a Santiago de Compostela desde Sevilla.
En Sevilla hay varias flechas bien desde la Catedral, o desde la puerta de la Asunción, y que dirigen al viajero hasta su segunda etapa, Guillena. «Son conchas de vieiras, que marcan la dirección a tomar por el peregrino»

Existe otra inscripción en el suelo de la Avenida, próxima a la Puerta de San Miguel de la Catedral. Esta señal reafirma mi suposición, o al menos yo lo veo así.


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