miércoles, 9 de marzo de 2016

Barrio Santa Cruz. IV. La Judería.

Sinagoga, significa en hebreo lugar de reunión. Y eso es de lo que disfrutaban los hijos de Israel judíos en este templo. San Bartolomé siguió siendo un punto de culto para todos los judíos una vez cristianizada la ciudad. La iglesia que actualmente podemos presenciar fue construida a finales del siglo XVIII sobre los restos del templo judío, que desde la expulsión de los judíos, a finales del siglo XV, ya se asimila dentro del culto cristiano, aunque desde 1391 los judíos que sobrevivieron a los actos promovidos por el arcediano de Écija, Ferrán Martínez, aun podían disfrutar de esta sinagoga, la última que quedo en Sevilla.

A comienzos del siglo XVI se acomoda para trasladar a la parroquia de San Bartolomé conocida como San Bartolomé, el viejo  que se localizaba en el lugar que hoy ocupa el convento salesiano de la Visitación, en la plaza de las Mercedarias,(muy cerca de aquí)
coexistiendo hasta ese momento con el centro de adoración judía. En el 2.000 comenzaron las reformas al inmueble, de las que restan algunos trabajos en la fachada.
 


Por fuera la construcción es bastante austera para lo que nos encontramos en su interior. Destaca su órgano, del cual se dice que emite los mejores graves de toda Europa, el retablo principal del Altar Mayor fechado hacia 1800, algunas de sus tallas encierran un gran valor artístico como son la de San José, la de la Virgen de la Alegría,


a quien dedica su devoción la Hermandad Sacramental de la que esta iglesia es sede. Aquí se bautizó Miguel de Mañara y entre estos muros descansan los restos de Luis Montoto y de algunos miembros de su familia.

Admirando la iglesia en la calle San Bartolomé nos damos de bruces con la calle Levíes, por la que trascurriremos.

 
Esta sinuosa e irregular arteria de la Judería, es de las más importantes y frecuentadas a lo largo de la historia. Cuna de leyendas y anécdotas sobre esta enigmática travesía se ha dicho que en cualquier recodo parece que te vaya a abordar un caballero envuelto en su capa y con la espada desenvainada impidiendo el paso.  Toma su nombre de la noble familia que habitó, en el número 2, casi en la confluencia con San José, y concretamente por su miembro más distinguido, el famoso judío que llegó a ser tesorero de Pedro I, durante el siglo XIII.
patio de la casa-palacio Levies

Fue acusado de apropiarse de bienes de la Corona y por ello pasó sus últimos días en las Atarazanas de Sevilla. Corría la leyenda que en su residencia se ocultaba un tesoro, sin embargo cuando se consumaron las definitivas obras en el solar y se levantó la Consejería de Cultura y Deportes, no se obtuvo nada fuera de lo común en las excavaciones acometidas. Durante el siglo XVI cambió su nombre por calle del Correo Mayor, en homenaje al vecino que vivió en este mismo lugar y ostentó tan importante cargo, el cual también se extendió a las Indias. Este personaje se llamaba Rodrigo de Jerez. De semejante nombre, coetáneo y con vivencias en lugares parejos encontramos al primer navegante que fumó en Europa (si la coincidencia en nombre y apellido no es casualidad no he podido determinarlo). Tras viajar con Colón en la Santa María, este marino fue apresado por la Inquisición por echar humo por la boca lo que sólo podía ser obra del diablo. El pueblo rápidamente adoptó la costumbre de fumar por lo que la evidencia lo exoneró unos años después. En el siglo XVIII también se denominó plazuela de San Bartolomé, pero unos años más tarde se rebautizó como se le conocía en la Edad Media: Levíes. Aunque ya nada queda de la casa donde vivió el tesorero de Castilla, la ornamental fuente de piedra que presidía su patio descansa en el palacio de los Pinelo, así mismo un pórtico de arcos de medio punto fue trasladado a la casa del asistente del Alcázar.



También destaca el Palacio de los Mañara, de esta construcción resaltas las dos poderosas columnas de la entrada sustentando una importante cornisa, los herrajes de las ventanas, todos con diferentes motivos, traídos de Italia y la lápida de mármol con la inscripción informativa del nacimiento en este edificio de Don Miguel Mañara.



 

Así mismo en el número tres vivió Don Luis Montoto  y nació Santiago Montoto.
Como dato curioso constataremos que en esta vía se alojó La Noble Sociedad de Medicina de Sevilla en el siglo XVIII antes de trasladarse a Alfonso XII, y como hallazgo más importante de su devenir en esta calle está la erradicación de una epidemia entre los perros de la ciudad. Dictaron de recoger y enterrar a los canes muertos lejos de la urbe, así mismo acogieron a todos los perros enfermos y los aislaban y trababan según su afectación, en poco tiempo habían salvado cientos de vidas animales y evitaron la posible propagación a los humanos.
Así llegamos a la intersección con la calle San José, y traspasamos la breve calzada de Madre de Dios, para llegar a la calle Fabiola.
En 1868 esta calle se había bautizado, como Wiseman,
 
por el cardenal-arzobispo Westminster, nacido en el número 5, sin embargo la dificultad para decir ese nombre fue determinante para que finalmente se llamara Fabiola, título de su novela más famosa.
 
Por aquí podemos presenciar el único resquicio de la muralla que delimitaba la Judería. No nos confundamos con la propia muralla que protegía a Sevilla, al igual que ocurría en la Casa de la Moneda, pero por razones bien distintas. La Judería constituía un recinto amurallado dentro de la propia ciudad, aunque por el otro lado de Fabiola, es decir, por los Jardines de Murillo los límites de la ciudad y de la Aljama coincidían, siendo la misma barbacana.

Hemos pasado por la iglesia san José, que es la que le da nombre a la calle. San José es un santo muy prolífico a la hora de asignarle templos, por ello no debemos confundir esta iglesia de Nuestro Señor san José con la Capilla de san José, de la calle Jovellanos , ni con el convento de clausura de san José del Carmen, en la calle Santa Teresa (cerca de aquí).

Resulta característico el mural de azulejos azules, estilo portugués que presenta el templo en su fachada. Esta iglesia constituía el antiguo convento de mercedarios descalzos. Después de las amplias reformas acometida fue la prelatura del Opus Dei, quien se hizo cargo de ella, disfrutando de un estado de conservación inmejorable.
De esta calle destaca el palacio de los Condes de Ibarra. Con un importante patio mudéjar. Es también reseñable la casa de Benito del Campo, maestrante y caballero veinticuatro, levantada en el siglo XVIII y adquirida por el Monte de Piedad para su sede. Finalmente, en 1992 fue rehabilitada para la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Si esta mansión se extiende en el número 15, a su lado en el 13 se accedía hasta la década de los setenta del siglo pasado a la casa de empeños de la Caja de Ahorros del Monte, la que familiarmente y con algo de retranca se conoció como la tita Piedad. En este inmueble consta que vivió el escritor don Miguel de Cervantes Saavedra en su estancia por Sevilla como recaudador del reino.
En un solar de la travesía nos encontramos con una residencia social. Hay que recordar el triste hundimiento de un colegio localizado en este lugar que malogró la vida a varios alumnos.
En la acera de en frente de la iglesia de Nuestro Señor San José nos topamos con el convento Madre de Dios que también da nombre a la exigua calle en la que se extiende una de sus fachadas. Si seguimos la manzana rodeando el convento, nos encontramos siguiendo la propia calle san José, con otra iglesia justo en frente de la entrada del edificio de las monjas dominicas: san Nicolás de Bari.
fuente: leyendasdesevilla.blogspot.com.

Muchas son las leyendas que corren sobre este templo: que estaba consagrado por el propio Hércules, que aquí hubo una cueva excavada por los romanos hasta Itálica, para conectarse por bajo tierra, y se adoraba al diablo, sin embargo la más real parece ser la que le asigna un origen visigodo, convirtiéndose en mezquita primero e iglesia mozárabe después. La inicial iglesia se cree que era gótico-mudéjar aunque está documentado que cayó en ruinas hacia el siglo XVI. A mediados del siglo XVIII se levanta la actual construcción, cinco plantas rectangulares enmarcadas dentro de la transición del neoclásico al barroco (aunque su interior denota un marcado barroco) confieren una gran amplitud en su interior. Le acompaña una riqueza arquitectónica y artística fuera de lo común, que no se llega a sospechar contemplando la sencillez y austeridad de su exterior. En esta sede fue instituida en 1921 la hermandad de la Candelaria, aunque al fusionarse en 1977 con la Sacramental de la parroquia motiva el culto a las imágenes en la Capilla del Sagrario y no aquí.
Al santo al que rinde culto, San Nicolás de Bari, curiosamente es venerado tanto por los griegos como por los católicos y del bálsamo que expelen sus reliquias se dice que es milagroso.
De las muchas esculturas, imágenes, pinturas, retablos, altares sin desperdicio nombraremos por ser la primera con la que nos topamos a san Dominguito de Val que se representa crucificado, con una virgen delante. El niño mártir aragonés, que según la leyenda  fue secuestrado por los judíos y le dieron semejante final que a cristo.

fuente: leyendasdesevilla.blogspot.com.

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