miércoles, 16 de marzo de 2016

Barrio Santa Cruz. V

la calle cruces, se emplaza muy cerca
Volviendo al convento Madre de Dios, dedicaremos unas líneas a la extensa historia que lo contempla… según la leyenda Isabel Ruiz de Esquivel, viuda del alcalde mayor de Sevilla, encontró un tesoro que le permitió adquirir un solar en la puerta de Triana sobre el que fundó el convento de la orden dominica Madre de Dios de la Piedad. Allí se solía alojar la reina Isabel la católica durante sus estancias en la capital andaluza.

interior Oratorio del Convento. Fuente: abc
 
Esta complicidad de la soberana unida a la expulsión de los judíos en 1492 que deja libre el solar constituido por varias casas y una pequeña sinagoga, ubicadas delante de la iglesia San Nicolás, que habían pertenecido a una familia judía, son determinantes cuando la riada de 1495 destroza irreparablemente las instalaciones de las monjas que piden auxilio y se les concede la posibilidad de acondicionar estas estancias, ubicándose aquí el nuevo convento: donde hoy encontramos el oratorio, a antaño se podía visitar una sinagoga.
Varios acontecimientos contribuyen a sellar una progresión gloriosa en esta Orden: Colón trae consigo varios indígenas, como muestra de lo que había en el nuevo mundo, y no sabe lo que hacer con ellos, pero estas monjas se hacen cargo y les dan cobijo en sus instalaciones, este hecho forja unos consistentes lazos hispano-americanos con el convento, que se ven reforzados, o quizás eso lo motive, con las tumbas entre sus muros de la esposa e hija de Hernán Cortes, varias biznietas de Cristóbal Colón, determinante para la buena fama del centro fue la sanación que realizó santa Rosa, librando de una apoplejía a sor Sebastiana de Neve y Chaves, en 1669. Los dominios de las dominicas iban creciendo y su patrimonio artístico cada vez era más notable, hasta que la desamortización supuso el abrupto final de esta tendencia. Las dominicas tuvieron que trasladarse a al convento de San Clemente, cuando volvieron a los nueve años el edificio había sido expoliado y casi la mitad del terreno ya no les pertenecía. Después de aquello nunca se repusieron. En la actualidad hay grandes deterioros y hay partes apuntaladas. Aunque a pesar de todo, conforma un interesante y digno de presenciar edificio.
Fuente: ABC, parte más deteriorada del convento.
 
De 1831 a 1836 se instaló aquí el hospicicio de los pobres antes de trasladarse al convento de san Jerónimo y de ahí al de santa Isabel hasta nuestros días. Con la revolución 1868, también conocida como la septembrina, que acaba con el destronamiento de Isabel II, se modifica uno de los claustros del convento para instalar la Escuela de Medicina Libre que da lugar a la Facultad de Medicina que en 1960 se traslada al Hospital de la Macarena. Entonces, se aprovecha este espacio para acoger entonces, a la Escuela de Comercio. Al día de hoy se ubica la Escuela Universitaria de Graduado Social.
Fuente: http://comeencasa.blogspot.com.es/2010/10/el-convento-madre-de-dios-en-sevilla.HTML
 
Finalmente la calle Fabiola desemboca en la de Ximenez Enciso por la que seguiremos nuestro paseo.

 

Ximenez Enciso poeta con una corta obra, como su vida que se vio aquejada de problemas de salud muy pronto, fue caballero veinticuatro, teniente mayor y tesorero de la Casa de Contratación, caballero de la Orden de Santiago, alcalde de los Alcazares… vivió en esta calle aunque nació en Refinadores. Llevo una vida austera y murió soltero y sin descendencia. Destaca de la calle su caserío en el número 28, donde la institución privada, “la casa de la memoria de Al- Ándalus” difundía en su coqueto patio de la mansión, que debió ser la morada de una importante familia judía,
patio de la casa memoria Alandalus.
 
conciertos de flamenco tradicional, música sefardí, exposiciones, representaciones teatrales… todo ello intentaba exponer la cultura de esta irrepetible ciudad impregnada de matizes de otras. Ahora se disfruta de un breve museo sefarad y una exposición sobre mujeres de Al-Ándalus. Hace más de una década que esta interesante institución se trasladó a la calle Cuna, concretamente a su número seis, en las antiguas caballerizas del Palacio de la Condesa Gelves.
En 1658 ya aparece rotulada con el nombre del influyente personaje de la vida sevillana, pero un siglo antes se conocía por la del Hospital de los Pregoneros, por estar aquí presente el hospital que se cuidaba de esta gente, posteriormente se le denominó a calle del Cisne.
 
 A nuestra izquierda nos topamos con la calle Cruces. Unas aspas incrustadas en la fachada nos indican el origen de esta calzada. En Sevilla había mucha costumbre de levantar cruces o templetes en medio de las vías, en esta calle en concreto los vecinos optaron por esta solución. Durante muchos años este lugar era paso obligado de los clientes de tabernas y tascas que solían abrir hasta altas horas. Esto ocasionaba que, amparados en la nocturnidad, los viandantes vaciaran sus vejigas en este punto. Los vecinos hastiados de este comportamiento no dudaron en instalar las cruces para que se sintieran observados por el Altísimo. Sin embargo, esto no produjo los resultados esperados. Por otra parte, el Cabildo Sevillano en el siglo XVIII se vio obligado a suprimir cualquier obstáculo que entorpeciera el tráfico de los carros, por eso se adosaron las cruces a las paredes de la calle, tal y como las vemos en la actualidad.





Un poquito más adelante, como escondiéndose, pasando desapercibido a turistas y habitantes de la ciudad, y accediendo a su patio posterior a través del minúsculo callejón (cuyo nombre data de 1969, en honor a un director de la Escuela: Carlos Alonso Chaparro) está la Escuela Cristo.


Esta pertenece a la iglesia santa Cruz, de acceso por Mateos Gago, la que fue iglesia de los Menores. Sus feligreses más radicales necesitaban un espacio donde pudieran llevar a cabo penitencias y demás prácticas de acuerdo al mensaje de Cristo. Esto les condujo a hacerse con un solar a las espaldas de la iglesia y en 1975 comenzaron las obras.


Se perseguía la austeridad, se huía del recargado barroco que tanto se estilaba. Las líneas sencillas y sobrias de corte clasicista dominaban el Oratorio, que en un principio no contaba con el retablo de la Virgen de los Reyes que luce actualmente, ni con los numerosos cuadros que adornan sus paredes, ya que el objetivo de los hermanos era exclusivamente la contemplación del Calvario del altar mayor. Con estas premisas se dio forma al Oratorio, con entrada por su fachada principal y comunicado con la iglesia por su patio posterior, acceso que aún conserva. Se levantó originando una nave rectangular con una altura considerable, ya que este oratorio estaba dedicado a la fe cristiana por lo que necesariamente tenía que ser alto, como lo son todos los templos que oran a Dios, que está por encima de nosotros. Y no como la religión mudéjar cuyas mezquitas son bajas ya que su dios está próximo, entre las personas.


El Cristo de la Salud, que es el titular de la hermandad de san Bernardo, a la cual pertenece desde 1938, presidió este Oratorio tras haber pasado por otras Escuelas de Cristo que hubo en Sevilla, que llegó a tener tres.
En las gradas del altar se recogen dos cráneos descarnados, un par de tibias entrecruzadas y dos manojos de cuerda que se repartían entre los hermanos para flagelarse y mortificarse bajo la tutela del llamado Padre Obediencia. Esta Escuela tuvo importantes celebridades como el Cardenal Spinola, Blanco White, antes de su conversión, y consecuente expulsión, al protestantismo…
Actualmente ya ha relajado sus hábitos tenebristas, pero sigue siendo característica, destacando la forma de impartir misa, pues aquí aún podemos oír homilías en latín y el sacerdote da la espalda a los fieles. Hasta hace; poco se auto-flagelaban los hermanos penitentes. Sin lugar a dudas, el calendario dentro de estos muros ha transcurrido con más detenimiento.


fuente: traveler.es



 

Un poco más adelante y en la misma parte de la calzada divisamos la calle del Mesón del Moro, este curioso nombre le viene desde el siglo XV por ubicarse aquí dicho mesón regentado por un judío que tenía la obligación, según orden expedida por los propios Reyes Católicos de ofrecer alojamiento a los moros que visitaban la ciudad y lo solicitaban. Quevedo nos sitúa aquí en un episodio del “Buscón”.
En este lugar se encontraba una de las tres puertas conque contaba la Judería: la de Altambor, llamada así porque al toque del tambor todos los días a las seis de la tarde se cerraba hasta doce horas después (las otras puertas, de las que ya hemos hablado eran la de la Carne, conocida por ls judíos como Minjoar y la del arquillo que nos deja el patio de Banderas, conocida por los árabes como la puerta de las Perlas. Finalmente nombraremos el restaurante italiano San Marcos emplazado en esta calle, donde se pueden apreciar unos restos antiquísimos de unos baños árabes habidos en el local.

Baños árabes, del restaurante San Marcos

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