Antiguamente esta calle recibía el topónimo Gallegos, como así reza una cerámica presente a la entrada por Sierpes. No hay concierto respecto a los motivos de esta denominación. Por una parte, y es la teoría más aceptada, se piensa que Fernando III en agradecimiento a la labor de estos soldados lejos de su casa, les concedió esta calle donde habitaron gran número de familias gallegas, por otro lado existen autores que aluden al nombre de un gran caballero que acompañó a Fernando III en sus momentos de acción: “ Martín Meléndez Gallego”, iniciador del linaje “Gallegos”, disfrutó de una soberana casa, haciendo esquina con la Plaza del Salvador, que altruistamente donó a la Orden de San Juan de Dios, siendo este el edificio más monumental de la calle.
Incluso, los menos, hay quien atribuye este nombre al apellido de una importante familia vecina de esta vía y que viajó junto al almirante Colón, en su segunda visita al nuevo mundo.
Está documentado que hacia 1573 se acometió el empedrado de esta calle, junto a la actualmente Córdoba y a la Plaza del Salvador. Igualmente, esta calzada siempre estuvo muy bien iluminada, este aspecto motiva que se tome de ejemplo e incluso la prensa de la época, en el siglo XIX, destaca esta claridad que le confiere la iluminación de gas.
Tradicionalmente abundaba los puestos de frutas y pescados, respecto a estos últimos y haciendo gala a su antiguo nombre, se trataba de mercancía ilegal que procedía de las aguas de Galicia. Aprovechando la red de transporte que siempre ha estado presente en España para hacer llegar el producto marítimo a la capital del Reino.
Ya hace dos siglos, en palabras del fabricante e insigne relojero, que desempeño su labor en esta calle. D. Rafael Torner “la política hizo con el nombre de esta calle lo peor que se pudo hacer: ponerle Sagasta”, ya que en honor al Presidente progresista del partido Liberal, Práxedes Mateo de Sagasta se le otorgó esta denominación, que en 1938 se vuelve a cambiar por el antiguo, aunque finalmente en 1981 recupera el de Sagasta.
Aunque el estilo sevillano resulta ser un poco recargado de molduras y ornamentaciones. Con esta salvedad estamos ante una de las calles modernistas. Esto se manifiesta claramente en sus números 3, 5 y 9. Aunque ha simple vista la homogeneidad de estos edificios no permiten avistar importantes diferencias, si nos detenemos a observar detenidamente estas fachadas obtenemos conclusiones dispares de este ejemplo de construcción modernista. Así pues el número 3 , que como los otros data de 1910 se encuentra enmarcado dentro deuna importante influencia francesa, con una segunda altura donde destacan los ventanales. El edificio adjunto se distribuye en tres plantas con una decoración más sibilina, complementando los ventanales con arcos que permiten , en sus huecos, ornamentaciones florales y finalmente en el nº 9 se denota un mayor aspecto modernista, ayudándose en los colores de los detalles, blanco sobre oscuro, para complementar la decoración arquitectónica.
Está documentado que hacia 1573 se acometió el empedrado de esta calle, junto a la actualmente Córdoba y a la Plaza del Salvador. Igualmente, esta calzada siempre estuvo muy bien iluminada, este aspecto motiva que se tome de ejemplo e incluso la prensa de la época, en el siglo XIX, destaca esta claridad que le confiere la iluminación de gas.
Tradicionalmente abundaba los puestos de frutas y pescados, respecto a estos últimos y haciendo gala a su antiguo nombre, se trataba de mercancía ilegal que procedía de las aguas de Galicia. Aprovechando la red de transporte que siempre ha estado presente en España para hacer llegar el producto marítimo a la capital del Reino.
Ya hace dos siglos, en palabras del fabricante e insigne relojero, que desempeño su labor en esta calle. D. Rafael Torner “la política hizo con el nombre de esta calle lo peor que se pudo hacer: ponerle Sagasta”, ya que en honor al Presidente progresista del partido Liberal, Práxedes Mateo de Sagasta se le otorgó esta denominación, que en 1938 se vuelve a cambiar por el antiguo, aunque finalmente en 1981 recupera el de Sagasta.
Aunque el estilo sevillano resulta ser un poco recargado de molduras y ornamentaciones. Con esta salvedad estamos ante una de las calles modernistas. Esto se manifiesta claramente en sus números 3, 5 y 9. Aunque ha simple vista la homogeneidad de estos edificios no permiten avistar importantes diferencias, si nos detenemos a observar detenidamente estas fachadas obtenemos conclusiones dispares de este ejemplo de construcción modernista. Así pues el número 3 , que como los otros data de 1910 se encuentra enmarcado dentro deuna importante influencia francesa, con una segunda altura donde destacan los ventanales. El edificio adjunto se distribuye en tres plantas con una decoración más sibilina, complementando los ventanales con arcos que permiten , en sus huecos, ornamentaciones florales y finalmente en el nº 9 se denota un mayor aspecto modernista, ayudándose en los colores de los detalles, blanco sobre oscuro, para complementar la decoración arquitectónica.
Relevante era la famosa librería, que ocupaba los números 5 y 7, dedicada también a la litografía, donde uno se podía suscribir a obras y periódicos de dentro y de fuera de nuestro país. Además de estamparse cromos, naipes y todo tipo de estampas. La casa nº 15 contenía una fábrica y tienda de gorras, la famosa “Hispalense. En su número 17 habitaba una tienda con un amplísimo surtido de loza de la Cartuja. También se encontraba en esta calle, aunque se entraba por Sierpes, el tradicional café los Emperadores. Utilizando las rejas de su ventana, como improvisado escaparate en el nº 11 de esta calle ha permanecido desde 1880, regentado por diferentes generaciones. Sorprende que desde 1935 lo único que ha cambiado en el entorno del florista de Sagasta haya sido la propiedad de las rejas sobre las que se enseñan estos perecederos productos. Negocios como el Cafe Emperadores, ha dado paso al Banco Vizcaya, a la multinacional Virgin y en la actualidad una tienda de modas.
Relevante era la famosa librería, que ocupaba los números 5 y 7, dedicada también a la litografía, donde uno se podía suscribir a obras y periódicos de dentro y de fuera de nuestro país. Además de estamparse cromos, naipes y todo tipo de estampas. La casa nº 15 contenía una fábrica y tienda de gorras, la famosa “Hispalense. En su número 17 habitaba una tienda con un amplísimo surtido de loza de la Cartuja. También se encontraba en esta calle, aunque se entraba por Sierpes, el tradicional café los Emperadores. Utilizando las rejas de su ventana, como improvisado escaparate en el nº 11 de esta calle ha permanecido desde 1880, regentado por diferentes generaciones. Sorprende que desde 1935 lo único que ha cambiado en el entorno del florista de Sagasta haya sido la propiedad de las rejas sobre las que se enseñan estos perecederos productos. Negocios como el Cafe Emperadores, ha dado paso al Banco Vizcaya, a la multinacional Virgin y en la actualidad una tienda de modas.
Administración de lotería y a continuación se deja ver el florista de Sagasta |
Destaca también la antiquísima y carismática administración de lotería, que guarda un especial idilio con la fama y la suerte.
Por las anécdotas que suscribió, es reseñable un famoso vecino de esta calle que como suscribió Álvarez Quintero fue celebre:” por su inspiración para fraguar embustes y decir majaderías.”
Por las anécdotas que suscribió, es reseñable un famoso vecino de esta calle que como suscribió Álvarez Quintero fue celebre:” por su inspiración para fraguar embustes y decir majaderías.”
El 12 de junio de 1906 una breve inauguración en el número 19 daba paso al Salón Victoria, un espacio lúdico que compitió con los espacios de entretenimiento más granados de la época. Se erigió como la primera sala cinematográfica, donde los grandes estrenos se complementaban con interpretaciones de las sintonías, incluso por medio del cromófono se exhiben películas sonoras con marcado dominio musical en su puesta en escena. También se daba acogida a otras celebraciones, como por ejemplo desfiles de ropa… Se publicitaba como un espacio cuya temperatura era agradable: “the freshest place in Seville”. Para complementar el ocio en su estancia se celebraban sorteos de productos artísticos, como así se bautizaban y podían ser desde un ramo de flores a una entrada para los toros.
El famoso vecino de la calle de Gallegos es Manolito Gázquez, fallecido a principios de 1808, cuyo negocio de velonería se encontraba en el actual número 17, donde una gitana profetizó a Pepe Hillo -amigo de Gázquez- que se guardase de los toros negros. De él se ocupa Estébanez Calderón en sus "Escenas andaluzas".
ResponderEliminarMuy interesante esta información. Gracias.
EliminarPerdón por la demora, para contestar. He estado algún tiempo ausente y he dejado este blog un poco apartado hasta ahora.
EliminarGracias por escribir sobre la historia de ésta calle, me ha resultado maravillosa e interesante, bravo por el autor
ResponderEliminar