domingo, 11 de octubre de 2020

hércules me edificó, JULIO CESAR ME CERCÓ DE MUROS Y TORRES ALTAS, y el rey santo me ganó. Híspalis Romana.

Los hispalenses adquirieron gran relevancia en Roma, sobre todo después de contar esta entre a los nacidos por estos parajes entre su abanico de emperadores, disfrutaban de los mismos derechos, prueba de ello es que Constantino el Grande le otorgó la silla episcopal a esta región de Hispania.
La instauración del cristianismo en todo el Imperio se constata, ya en el año 380 d.C.  por un decreto del emperador Teodosio, que curiosamente es más que probable que hubiera nacido en Itálica, pero los primeros pasos ya se habían dado, pues el emperador Constantino el Grande ya había proclamado la libertad de culto para el cristianismo que dejo de ser perseguido. 
A continuación, estudiaremos a groso modo como era la Sevilla de principios del siglo pasado: Híspalis.
Plano de la Híspalis romana en la época republicana- J.M.Campos



La forma en que los romanos estructuraban sus urbes en el Imperio se basaba en el trazado de dos líneas, que se traducían en dos grandes calzadas (el cardo maximus y el decumano mayor) más o menos en forma de cruz, y dónde confluían ambas se reservaba para los edificios más significativos , instituciones de gobierno, mercado y religión estarían aquí concentrados, siendo esta zona el foro romano, equivalente a lo que hoy sería la plaza central de las ciudades y finalmente donde terminan las calzadas marcaría la localización de la muralla de la ciudad, lógicamente por todo el alrededor, con sus correspondientes Puertas o accesos y torres de vigilancia. Trasladando este esquema a la actualidad, tendríamos dos calles principales que comprenderían la actual iglesia de Santa Catalina hasta la calle Abades (cardo máximus). Esta importante calle romana discurría por las actuales calles Cabeza del Rey Don Pedro, Corral del Rey y Abades.y la otra iría desde la iglesia de San Esteban en la calle Águilas hasta la plaza del Salvador (decumano mayor). Esta vía comprendería a las actuales calles Luchana, Rojas Marcos, Estrella y Don Remondo. Ubicándose el foro entre las calles Bamberg y Argote de Molina en un principio y más tarde cuando Híspalis fue creciendo se tomó un espacio mayor: Plaza de la Alfalfa y sus alrededores compondrían la zona del foro.
Hay que tener en cuenta que han transcurrido muchos siglos y toda la urbe de entonces reposa en el subsuelo la Sevilla que hoy conocemos, por eso a poco que se excave se localizan vestigios de la época, muestra de ello fueron las obras de la Encarnación, que dieron lugar a la creación del Antiquarium en el sótano del Metropol. Seguramente si en lugar de ser unas obras públicas hubieran sido privadas estos restos nunca hubieran salido a la luz y la constructora privada hubiera seguido con su cometido.
Estos son algunos de los pocos vestigios que quedan de aquella gloriosa época…

En la calle Mármoles aún se pueden contemplar tres de las seis columnas, dos fueron trasladadas a la Alameda y otra se dañó en dicho trasiego, sobre las que se alzaba el templo dedicado al que según la leyenda fundó esta ciudad: Hercules.
También se conoce la existencia de un templo bajo la actual Iglesia del Salvador, unas termas donde ahora se sitúa el Palacio Arzobispal y una gran cisterna bajo la Plaza de la Pescadería. 


En el solar del Palacio Arzobispal existieron unas termas romanas de las que se conservan una cámara abovedada con nichos de lo que podría ser el frigidarium (donde se tomaban los baños fríos. Consistía básicamente en una piscina para la inmersión de los usuarios hasta la altura del hombro.)

Estamos ante una cultura avanzada a su tiempo, prueba de ello es el acondicionamiento que hacían en sus dominios poblacionales de establecer un alcantarillado a sus ciudadanos. Consecuentemente en la remodelación de la plaza de la Pescadería, se descubrió en su subsuelo una cisterna romana que se data desde el siglo II d.C. Se estima que esta e edificación tiene unos 120 metros de largo por 5 de ancho de los que solo se han podido excavar y sacar a la luz una tercera parte que constituiría, que la nave oriental. Gracias a este descubrimiento se pudo constatar que a partir del siglo V dicha cisterna dejó de usarse. Existe un proyecto en ciernes para darle visibilidad a este hallazgo.
En la calle Francos se descubrió un edificio que parece ser una corporación de aceiteros, muestra evidente de la importancia que adquirió esta colonia en el Imperio ya que el comercio de este producto era de máxima importancia.
Los romanos, como hacían en todas sus urbes se ocuparon de facilitar a sus ciudadanos el abastecimiento regular de agua, para acometer esto se construyó el acueducto romano, en el que se podían contar hasta 400 arcos que hacía posible transportar el agua de los caños de Carmona. Este nombre se debe a que la Puerta de Carmona estaba adosada a los Caños de Carmona.
Sevilla se veía abastecida gracias a un acueducto configurado por arcos de ladrillo en dos órdenes superpuestos. Esta obra siempre ha generado un debate sobre su origen musulmán o romano. Muchos historiadores sitúan su construcción hacia la época de Julio César como cuestor de la ciudad, pero fueron rehechos prácticamente por completo por los musulmanes. El acueducto se abastecía del manantial de Santa Lucía, ubicado en el municipio de Alcalá de Guadaíra donde los caños pasaban atravesando largos túneles subterráneos y bóvedas excavadas en la roca o fabricadas de ladrillos, contándose en esta zona alrededor de veinte accesos.
El acueducto terminaba en la Puerta de Carmona, continuando dentro de la ciudad hasta un gran depósito desde el que se distribuían las aguas hacia las diversas fuentes de la ciudad, siendo disfrutada principalmente por la aristocracia, clases altas e instituciones religiosas. Los restos señalan que estos caños estuvieron funcionando a pleno rendimiento hasta 1912, cuando fueron demolidos y si los hubieran dejado en pie, hoy Sevilla disfrutaría de un acueducto mayor que el de Segovia. Actualmente, en Sevilla podemos ver tres tramos de un antiguo acueducto: El primer tramo del acueducto se encuentra en la intersección de la avenida de Andalucía con la Ronda del Tamarguillo.
https://sevillasecreta.co/el-acueducto-de-sevilla-vestigios-del-imperio-romano/
 El segundo tramo se encuentra en la calle Luis Montoto, en la esquina con Jiménez Aranda.   
https://sevillasecreta.co/el-acueducto-de-sevilla-vestigios-del-imperio-romano/

       
El tercer tramo se encuentra también en la calle Luis Montoto, junto a la intersección de la calle Amador de los Ríos.
 http://sevillaciudad.sevilla.abc.es/
Siendo Julio César cuestor de la ciudad, unas décadas antes de ser nombrado emperador, además del acueducto también emprendió, al unísono el levantamiento de la muralla defensiva de la urbe, este proyecto se planteó en un principio como una sustitución de la antigua empalizada cartaginesa de troncos y barro que existía, posteriormente y obligados por el progresivo crecimiento de la ciudad, ya bajo el mandato de su hijo César Augusto se afrontó una ampliación de dicho amurallado. Gracias a la reutilización de los materiales empleados en la construcción de la muralla de los Reales Alcázares, ya en época califal, nos hacemos una idea fidedigna de cómo estaba construido dicho cerco defensivo. 
Otros sitios muy significativos, donde se pueden contemplar importantes restos de esta época son el Museo Arqueológico de Sevilla, la Casa de Pilatos, el Palacio de Lebrija y el Antiquarium de la Encarnación.
vista aérea de las excavaciones en la Encarnación. Mariano Martín-Antonio Acedo-J.M. Paisano

Una figura muy desgastada del torso de un hombre que carece de la cabeza y lleva la cintura rodeada por una toga se alza en una hornacina a pie de calle dando nombre a la propia calzada: calle Hombre de Piedra. Aunque esta efigie ha dado cabida a la leyenda que ya tratamos en la entrada de esta vía, algunas teorías apuntan a que esta estatua podría haber formado parte de la decoración de unas termas romanas de esta zona de la ciudad.          

Otra leyenda o más bien suceso, que sí que acaeció en esta época se centra en las mártires más conocidas de estos primeros tiempos. Dos hermanas, nacidas entre los años 268 y 270, y ejecutadas en 287 d.C., artesanas alfareras, que habían montado un puesto con sus productos en el mercado, ambas se negaron a dar una limosna para el Dios sirio Asiris y que llevaban en procesión, cuando los fieles llegaron hasta su tenderete, argumentando que eran cristianas y no se lo daban a ese ídolo, y que sólo se lo darían si quien se la pedía tenía una necesidad o enfermedad. Esta respuesta fue causa de una discusión en la que la cerámica de las hermanas fue destrozada y éstas, enfadadas, tiraron el ídolo, por lo que fueron acusadas de sacrilegio. Torturadas cruelmente y condenadas a muerte, Rufina fue ejecutada quemándola en el anfiteatro, mientras que Justa falleció en la prisión. La tradición localiza el lugar donde sufrieron prisión en donde hoy está la Iglesia de la Trinidad y el del enterramiento en el Campo de los Mártires, motivo que da nombre a la Estación de ferrocarril de Santa Justa. Estas alfareras han sido elevadas a la condición de Santas. Siendo también las patronas de Sevilla.


Tras la caída de Roma, en el siglo V, Híspalis fue ocupada por los vándalos silingos hasta que fueron expulsados por los visigodos, quienes la convirtieron en una de las capitales de su reinado.
 Pero poco a poco la realidad se va imponiendo, mal que nos pese, y así lo primero en caer fueron las murallas, que hasta hace un siglo todavía se creían de época de Julio César cuando son medievales, por no hablar de que hasta la fecha todavía no se ha localizado ni un trozo puramente romano. Se dijo también que había un anfiteatro, pero nunca se ha encontrado evidencia alguna. ¿De dónde viene entonces la creencia? «Como la leyenda dice que a las santas Justa y Rufina las martirizaron, se sobreentendía que eso tuvo que ocurrir en un anfiteatro y se dio por hecho que había uno». Y tan panchos.
Luego está lo de los foros, que aquí no nos conformamos con uno. «Históricamente se ha dicho que hubo tres, pero hoy, desde un punto de vista arqueológico, no hay ninguno». Teníamos el de los alrededores de la calle Mármoles, que sería republicano, mientras que de la época de Augusto habría otro en la zona de Alfalfa y Pescadería, y en el entorno de la Catedral estaría el foro de las corporaciones o portuario. Pero nada de nada, «arquitectónicamente no se ha documentado nada»
El Correo web/ANTONIO MORENTE /sEVILLA /21 MAR 2015 /
Pero… como ya he repetido en muchas entadas de este blog. “No dejes que la verdad te estropee una buena historia.



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