jueves, 22 de julio de 2021

Garcia Vinuesa: una piedra y una calle. II




Antiguamente Sevilla estaba acostumbrada a convivir con pandemias, concretamente en el siglo XIX la ciudad sufrió los estragos del cólera, los brotes de esta epidemia solían entrar por el puerto como sucedió en 1833, que contagió primero a estibadores trianeros, y posteriormente se extendería a su barrio y a toda la ciudad. Pero durante estos años también se acometieron grandes y significativas obras que ayudaron a remozar la imagen de la ciudad. Entre otros ejemplos encontramos: La llegada del ferrocarril, la construcción del Puente de Triana, la edificación del Teatro San Fernando, la puesta en marcha de la Feria de Abril y el impulso romántico de las procesiones de Semana Santa, se afrontó la urgente necesidad de sanear sus calles y barrios, en la mejor corriente higienista de aquellos momentos, para ello se tuvo que prescindir de gran parte de las murallas de Sevilla, y consecuentemente sus puertas, que solían originar cuellos de botella, fruto de  estas actuaciones encontramos en aquellos años la apertura de la Plaza Nueva como ejemplo. Todos estos hallazgos fueron promovidos por la visión de futuro de un alcalde que siempre estuvo a las duras y a las maduras con los vecinos sevillanos. Nos referimos a don Juan José García de Vinuesa. 
Ya en sus últimos días, ejerciendo aún de alcalde aunque ya no en plenas facultades físicas, el Ayuntamiento celebró un pleno extraordinario, bajo la presidencia accidental del gobernador civil. A la histórica sesión asistieron los tenientes de alcalde García Balao y Pagés del Corro, con quienes le unía una gran amistad, junto a los habituales concejales del Consistorio, se acuerda rotular con su nombre la antigua calle del Mar, que era donde residía, concretamente en el número 6. Se aprobó también, correr con los costes de un mausoleo dentro del cementerio de San Fernando, pues lamentablemente era una evidencia su necesidad, así como proporcionarle una paga a la viuda, aspectos ambos que aún no había contemplado García Vinuesa por no hacer disposición de los erarios públicos. Con el tiempo, este monumento funerario fue a parar a manos de doña Carmen Moreno Santamaría y García de Vinuesa, por cuya vía terminó enterrándose al que fue también alcalde de esta ciudad, don Mariano Pérez de Ayala y Vaca.  
Desde 1849 con cuarenta años aparcó su vida comercial, trabajador de la banca, para dedicarse plenamente al servicio público nació en 1814 en un pueblo de Soria, aunque desde muy pronto su vida se desarrolló en la capital hispalense. Después de haber sido concejal accedió en 1859 a la alcaldía de la ciudad donde permaneció hasta el día de su muerte en octubre de 1865, aunque se viera obligado a dimitir en 1864 para recuperar su puesto apenas un año después. Sus reformas le supusieron el que Isabel II lo nombrara como el alcalde modélico. La opinión pública lo catalogó como hombre honrado, modesto y caritativo. Los años en que fue alcalde coinciden con un gran auge experimentado en Sevilla. Descentralizó los servicios municipales en distritos y, durante sus años de alcalde, promovió la ejecución de numerosas obras públicas, con el claro afán de modernizar Sevilla y subirla al carro del desarrollo industrial. Bajo su mandato se inauguró el ferrocarril, por lo que mejoraron muchísimo las comunicaciones. Con gran acierto logró conectar la línea férrea y el puerto del río, cuyos desbordamientos consiguió achicar gracias a diversas actuaciones. Realizó importantes mejoras urbanísticas de ensanche y embellecimiento. Transformó las calles estrechas, tan poco higiénicas, en amplias vías de comunicación. Se le ha culpado del derrumbe de casi todas las Puertas de la ciudad, y eso no fue así, ya que gracias a sus actuaciones la ciudad dio un paso al frente en du modernización,
Pero el destino es esquivo y quiso que el mandatario que más había luchado por vencer la insalubridad del paisaje urbano fuera presa del cólera. Su vocación pública le incitaba a visitar los hospitales, cárceles y otros centros públicos con necesidades imperiosas, tomando conciencia de primera mano de las necesidades de una población acosada por el cólera. Y así estuvo haciéndolo durante dos meses cuando incubó el virus al parecer en una de sus visitas a unos enfermos pobres en Triana. Sus encuentros no eran de cara a la galería, buscaba soluciones y promovía actuaciones para bajar la incidencia del virus, como ejemplo de esto, creó campamentos provisionales con las lonas y los armazones de las casetas de feria, pertenecientes a la propiedad municipal. Bajo los tenderetes refugió, aquel otoño de 1865, a familias gitanas y humildes que vivían en Triana, a uno y otro lado de la vega, a las que decidió trasladar al Prado de San Sebastián y el descampado del Blanquillo…
Por todo ello se puede concluir que el personaje que hace casi un par de siglos ostento el bastón de mando de Sevilla, supuso un claro ejemplo para las siguientes generaciones postreras, mucho pediríamos si dijéramos a seguir, viendo que el excesivo celo por cumplir sus obligaciones públicas le encamino a un final anticipado. Pero una cosa es segura: el que se le homenajee con el nombre de la calle donde vivió y el que permanezca en pie una piedra que de alguna manera acredita su humanidad, es lo mínimo que su existencia se merece y si estos “tributos” llevan dos siglos en pie, abogo porque a nadie se le ocurra quitarlos. 
Fuente: el idealista

                                                             
Vamos a tratar en las siguientes líneas la calle en sí. 
No es una calle muy larga y sus edificios presentan una altura modesta , como todo el perfil de la ciudad. De trazado recto y adornando sus aceras con naranjos, ostenta una céntrica ubicación, conectando la Catedral con el comercial barrio del Arenal.
Esta calzada recibía el nombre desde la reconquista de la ciudad de "Calle de la Mar", debido a que en el Repartimiento de la Ciudad, Fernando III ubicó en esta zona a los marinos de la armada de Ramón Bonifaz. Finalmente desde 1874 recibe su nombre actual, en honor de Juan José García de Vinuesa, como ya hemos expuesto anteriormente.
Fuente: Sevilla, la leyenda

Como edificios importantes de esta vía destacan: (el texto explicativo y las imágenes de estos dos edificios se extrae de Sevillapedia)
Casa de Álvaro Dávila, marqués de Villamarta


Obra notable del regionalismo sevillano, del conocido arquitecto local Aníbal González, su construcción se llevó a cabo en el período de años que va entre 1915 y 1917.
El edificio recoge prácticamente todos los rasgos característicos de este estilo arquitectónico que proliferó en la ciudad de Sevilla en los primeros años del siglo XX, entre los cuales algunos tan usuales como el uso del ladrillo como principal material constructivo, el hierro forjado como protección de los petos y barandillas de balcones, y las plaquetas de cerámica policromada como principal elemento decorativo.
La particularidad de este edificio se centra en el elemento de esquina, una delgada escalera que al exterior se muestra con planta poligonal.


Casa en calle arfe, 5
Haciendo esquina con la calle Arfe, este edificio es obra de Antonio Arévalo Martínez, arquitecto sevillano nacido en 1871.
Este edificio data del año 1921. Se trata de una construcción muy estrecha y alargada que aprovecha con maestría la circunstancia de su posición en esquina para potenciar un espléndido ángulo redondeado.
Con un total de cuatro plantas de altura, combina dos tonos de color en su fachada, reservando el más oscuro para las labores del tradicional ladrillo aplantillado con el que detalla toda la menuda ornamentación que envuelve a sus elementos constructivos.
Mención especial merecen los exquisitos trabajos de forja con que se complementan sus fachadas, en concreto en los dos grandes miradores redondeados de la esquina y en el balconaje corrido de la planta superior, ceñido en continuidad al perímetro del edificio.
En esta calle encontramos en su nº 11 la bodega Casa Morales, este establecimiento ha conservado totalmente la esencia de la antigua bodega a la que pertenecía, cuando se introduce uno en su interior se retrotrae a fechas anteriores y es que representa un ejemplo de como mantener la impronta de un local comercial.
Fuente:https://www.tommyeats.com/




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