miércoles, 26 de octubre de 2016

Iglesia del Salvador. III. Su interior.

 
Estamos ante la iglesia más grande de Sevilla, exceptuando la Catedral. A este templo de culto católico romano bajo la tutela de Nuestro Señor, se le ha conferido la denominación de la colegial del Divino Salvador, o más directamente conocida por la iglesia del Salvador.
La imponente arquitectura se acompasa de una riqueza interior sin parangón. No en vano dentro de sus muros nos encontramos con dos imágenes que resultan ser el máximo exponente imaginería andaluza. Nos estamos refiriendo a la inigualable talla de Nuestro Padre Jesús de la Pasión, de Juan Martínez Montañés, y la del crucificado Cristo del Amor, obra de su discípulo Juan de Mesa. 

Ya en el antiquísimo patio de los Naranjos podemos apreciar algunos vestigios de una época romana, visigoda y musulmana combinados con hallazgos más cristianos.

San Ambrosio en una de las hornacinas del patio. Otros santos también se asientan aquí: San Agustín, San Gregorio y San Jerónimo
Así por ejemplo nos encontramos la capilla de los "Desamparados" que desde finales del siglo XVIII resta algunos metros al antiguo patio de las abluciones. Leonardo de Figueroa se encargó de cerrar las bóvedas y decorar profusamente su interior. 


Fuente: leyendas de Sevilla. Capilla de los Desamparados.  Se le asigna la autoría, exclusivamente de este espacio, a Sebastián Ramos .
Adentrándonos en el templo ya no acertamos donde dirigir nuestra mirada. La iglesia se encuentra estructurada en tres naves de altura casi igual, diseñadas por Leonardo de Figueroa, donde se distribuyen 14 retablos.



Cúpula de la iglesia del Salvador.

 
No nos equivocamos si consideramos el actual órgano del salvador entre de las piezas instrumentales del barroco más exclusivas del mundo.
Su autor, ya había colaborado en la génesis del órgano del Palacio Real, de Madrid y del de la Catedral de Sevilla.
Se hizo necesaria una importante restauración no hace muchos años. La inversión fue costosa, pero los entendidos que lo han podido disfrutar, aseguran que ha merecido la pena. El Salvador recupera el papel relevante que tradicionalmente ha conservado en Sevilla en la faceta musical.
En la nave central, distinguimos:
*Retablo Mayor:

Se sitúa al fondo del presbiterio. Representa la Transfiguración. Aquí se asienta la capilla mayor, cubierta por una bóveda decorada con pinturas, realizada por Juan de Espinal.


En el centro del retablo se representa la transfiguración.
 *Retablo del Cristo de los Afligidos.
Fue construído en dos fases, dando lugar a  un retablo que combina lo neoclásico con lo tardobarroco. El 6 de marzo de 1635 se le otorgan al maestro escultor, Gaspar Ginés, novecientos reales por la hechura de este cristo, siendo una de las pocas obras que se le asignan a este artista.

*Retablo del Cristo del Amor.
Situado en el testero colateral de la nave derecha. El Cristo del Amor fue esculpido por Juan de Mesa en 1620.
Fuente: leyendas de Sevilla. Cristo del Amor de Juan de Mesa. Preside en su base la Virgen Dolorosa y Santiago el Mayor.
Como curiosidad, hacer notar, que en el contrato de la talla por 1.000 reales , Juan de Mesa se comprometía a hacer él mismo el trabajo, sin delegar en oficial alguno. La corta vida del artista, que falleció de tuberculosis a la temprana edad de 44 años, no le impidió culminar una selección de portentosos trabajos: este Cristo del Amor, que fue su primera obra firmada, el Señor del Gran Poder, el Cristo de la Buena Muerte (Hermandad de los Estudiantes), el Cristo del Buen Ladrón (Montserrat)...
En la parte derecha, la nave epistolar, nos encontramos:
*Retablo de las Santas Justa y Rufina.
Ubicado junto a la capilla Bautismal, fue traído a este templo en 1902, procedente del Hospital de las cinco Llagas, aunque su origen data de dos siglos antes. En el interior de la capilla bautismal se encuentra la talla de San Cristóbal, original de Juan Martínez Montañés.

*Retablo de la Milagrosa.
Está compuesto principalmente por un templete procedente del trascoro construido a finales del siglo XVIII, y llevado a esta composición dos siglos después.
*Retablo de San Cristóbal.
Aunque la efigie en sí constituyó la primera obra de Juan Montañés, la elaboración del retablo debe asignársele José Maestre, que tardó dos años a partir de 1732 para ensamblar y tallar esta pieza, que posteriormente Francisco Larrañaga procedería a darle el aspecto dorado. Este retablo ha sido cedido al Cristo de la Humildad y la Paciencia.
En la Capilla de San Cristóbal ubicada a la derecha del retablo de Santa Justa y Santa Rufina. A la izquierda nos encontramos con la capilla de San Miguel.Un retablo de piedra que perteneció al Trascoro de la Colegiata. Dos columnas dóricas, de mármoles rojos y negros, encierran una hornacina con una talla de gran valor: El arcángel San Miguel.
Tradicionalmente, las distintas religiones lo han evaluado como el Jefe de los Ejércitos de Dios. En consecuencia la Iglesia Católica lo considera como patrono y protector de la Iglesia Universal. Es el encargado de frustrar a Lucifer o Satanás, enemigo principal de Miguel por ser el arcángel de los ángeles caídos o del mal. Se le asigna un papel activo el día del Juicio final. Por todo esto se suele representar vestido de soldado romano. Junto a su espada amenazadora, aplastando a un dragón, asemejado al propio diablo.
Su ubicación al lado de San Cristóbal,   resulta idónea. 

La singular historia de este Santo bien merece unas líneas. Este gigantesco ser, que sobrepasaba cómodamente los dos metros de altura, hacía del arte de la guerra su medio de vida. Se había cambiado de bando en numerosas ocasiones siempre intentando formar parte de los vencedores. Le había llegado a sus oídos que el diablo tenía un enemigo al cual temía. El gigantesco y robusto personaje no dudó en dedicarse a portar sobre sus espaldas a los viajeros que pretendían traspasar el río que se habían encontrado en un punto del camino y seguir viaje. La altura de este hallazgo de la naturaleza en forma de hombre, le permitía pasar de orilla a orilla donde el resto de los mortales perecerían ahogados, si no sabían nadar, lo cual era inusual por aquellos tiempos. No dudaba en pedir razón sobre ese cristo que temía el propio diablo. Pero los viandantes no conseguían apaciguar su curiosidad. Un día se presentó un niño para llegar al otro lado del río. El porteador, confiado de su fuerza, se colgó al infante sobre sus espaldas. El peso le pareció por vez primera insoportable, se tuvo que aplicar con todas sus fuerzas, a duras penas consiguió alcanzar la otra orilla. Cuando al final, exhausto, consiguió llegar a su destino, aquel hombretón que aún no sabía que iba a ser bautizado como Cristóbal (evolución lingüística de Cristóforo: el que carga con Cristo) y mucho menos, que iba a convertirse en Santo, vaciló al oír al niño, al cual ni siquiera había preguntado si podía darle alguna referencia de Cristo, “no me extraña que semejante carga te haya pesado. Has cargado los pecados de toda la tierra. El infante le instó para que siguiera ayudando a los viandantes a seguir su viaje y añadió “cada viajero que portes, me harás bien a mí". A lo largo de la historia a este Santo se le ha otorgado el Don de proteger a quien se encomiende a él de una muerte repentina. En la edad media ya circulaba un refrán que decía: «Si del gran San Cristóbal hemos visto el retrato, ese día la muerte no ha de darnos mal trato». Es por eso que suele estar representado en las entradas de las iglesias y muchos feligreses lo visitan con la seguridad que durante el día no les sobrevendrá la muerte.
*Retablo de San Fernando.
Las imágenes de San Fernando, San Hermenegildo y San Luis de Francia, son anteriores a la construcción del retablo, un siglo antes, mientras que las tallas de San Diego de Alcalá y San Juan Bautista, ya son del siglo XVIII, como el retablo.

Fuente: leyendas de Sevilla. Retablo de San Fernando.
*Retablo de la Virgen de las Aguas.
Esta espectacular obra se ralizó entre 1722 y 1756 por Eugenio Reciente y José Maestre.


La Pila Bautismal era  mucho más grande, pero a mediados del siglo XVIII fue sustituida, y su función se definió textualmente así: “para que el agua que se echa a los niños cuando se baptizan corra por ella a la pisina y no se mezcle con la que queda en la pila”. Su singular forma ayudaba a esta forma de bautizar a los recién nacidos.
fuente: leyendas de Sevilla
*Retablo de los Santos Crispín y Crispiniano o de la Borriquita.
Gran protagonismo muestran en estas tierras las hermanas alfareras que fueron de Triana, Justa y Rufina. Sin embargo existen otros dos hermanos, también mártires que aunque pertenecientes a una noble familia, eso sí de Roma y no de Sevilla, fueron ajusticiados por tener en su pequeño taller zapatero un crucifijo.
Fuente: leyendas de Sevilla. A Jesús, en su entrada a Jerusalén lo flanquean, los mártires zapateros, San Crispín  y San Crispiniano.
 A nuestra izquierda, la nave del evangelio, nos esperan…

*Retablo portada de la Capilla Sacramental.
Realizado por Cayetano de Acosta a mediados del XVIII, en el interior de esta capilla se encuentra la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Pasión, esculpida por Juan Martínez Montañés en 1615.
*Retablo de la Virgen del Rocío.
Este retablo contiene una imagen de la Inmaculada Concepción.

Fuente: leyendas de Sevilla
*Retablo de Santa Ana.
Es de finales del siglo XVII de autor desconocido. La escultura de Santa Ana instruyendo a la virgen está atribuida a José Montes de Oca.


*Retablo de la Virgen de la Antigua.
Es réplica de la famosa Virgen que existe en la Catedral de Sevilla.
*Retablo del Cristo de la Humildad y Paciencia.
Este retablo estaba dedicado a San Cristóbal, hay que decir que esta imagen es de gran devoción entre la feligresía del Salvador, haciéndose administrador de tal veneración la Hermandad Sacramental de la Colegiata, que ha visto como las limosnas ascendían considerablemente.
Fuente: leyendas de Sevilla.
Prácticamente todos estos retablos datan del siglo XVIII o finales del XVII, en algunos de ellos las imágenes han sido creadas con anterioridad por otros maestros. Autores como José Maestre, Cayetano de Acosta, Antonio de Quirós, José Fernando y Francisco José de Medinilla, Bartolomé García de Santiago,  José Montes de Oca, junto a Martínez Montañés y Juan de Mesa se han encargado de inferir la monumentalidad que nos abruma al contemplar este templo. Destaca también las ostentosas colecciones que nos muestra la parroquia. Tampoco pasan desapercibidas las vidrieras, no es la Catedral de León, pero a una hora determinada, algo avanzado el mediodía, la luz se filtra en el interior del templo creando efectos agradables a la vista. Estos haces de luz llevan más de un siglo dejándose ver dentro de los muros del Salvador, ya que fue en 1870, cuando se efectúa la disposición de todas las vidrieras en  los ventanales, sufragadas por D. Antonio de Orleans, duque de Montpensier.


CONTINUARA...

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