miércoles, 14 de diciembre de 2016

Castillo de San Jorge

 
Desde el 2009 Sevilla está de enhorabuena en cuanto a su historia con este Castillo. Después de muchos años en que el único resto que se podía presenciar era el Callejón de la Inquisición, con las excavaciones realizadas para adecuar el Mercado de Triana salieron a la superficie tal cúmulo de restos de un pasado no tan lejano, de la represión religiosa que supuso la Inquisición Española, que el Cabildo se vio obligado a musealizar estas ruinas y crear un proyecto de interpretación de las mismas.

No está documentado el origen de esta fortificación que llego a ser la más importante de Sevilla y la edificación más relevante del Barrio de Triana. Su situación, lindando con el río, ha supuesto siempre muchos esfuerzos de mantenimiento para contrarrestar las numerosas crecidas del Guadalquivir, y la acelerada corrosión que conlleva el estar tan próximo al acuífero, pero por otra parte resulta una posición casi inexpugnable frente a un ataque. Esta característica no ha pasado inadvertida a las diferentes civilizaciones que se han asentado en la zona.
Parece como si hubiera anidado un interés por eliminar sus orígenes, aunque se apunta como más probable a los visigodos, concretamente se cree que esta fortificación se levantó para defenderse de los ataques del rey Leovigildo.


Posteriormente, durante el dominio almohade fue denominado Castillo de Gabir. En 1171, se ordena la construcción en esa zona del río de un puente flotante sobre una hilera de barcas para unir ambas orillas y las cadenas de ese puente de barcas se fijarían a esta fortaleza. Además, este castillo se convertiría en el centro neurálgico en la costosa obra que supuso la canalización de las aguas del río al resto de la ciudad por primera vez en la historia.

 


Precisamente fue esta firme unión al castillo de las cadenas del puente de Barcas la que consiguió romper la flota de Ramón de Bonifaz, siendo la ayuda necesaria para que Fernando III consiguiera conquistar la ciudad en 1248. Hasta 1280 el castillo pertenecería a la Orden Militar de San Jorge, patrón de los caballeros y los soldados.
Con el paso de los años la relevancia defensiva de la edificación fue disminuyendo hasta convertirse en 1481 en Sede de la Inquisición Española. Aunque hasta 1785 los clérigos no abandonan este solar, entre 1626 y 1639, debido a su precario estado, el castillo es cedido al Conde de Olivares, quien se hace cargo de su reforma. Desde finales del siglo XV hasta los últimos años del XVIII, este Castillo fue propiedad eclesiástica, y más concretamente de la Inquisición. Se producen los espectáculos más bochornosos de la historia en nombre de Dios. Todos sabemos las excentricidades y abusos de poder que protagonizaba la Inquisición, pero cuando uno se informa de los castigos que se llevaban a cabo se le ponen los pelos de punta…


Sevilla fue la capital espiritual de la Santa Inquisición en España. Se podría decir que aquí fue donde la inquisición actuó con mayor libertad. Sevilla se convirtió en el alumno aventajado de esta bochornosa etapa del Santo Oficio.



El Castillo San Jorge, junto a la iglesia de San Jorge que contenía en su interior, forman la sede de la Inquisición en Sevilla. El alto número de presos y presuntos herejes o infieles hizo que aquel recinto también se quedara pequeño a pesar de sus obras de ampliación en 1502, de todas formas hasta 1785 siguió ejerciendo de sede. Para ello se recurrió a atender sólo a los condenados que esperaban su ejecución o su condena mediante los llamados autos de fe. Estas fueron las cárceles mayores, que se complementaban con las cárceles perpetuas, aunque de perpetua no tuviera nada ya que los presos no solían aguantar en ellas mucho tiempo con vida. Era en estas donde se confinaban a los condenados a cumplir pena de prisión.


Mientras esperaban su sentencia de muerte, los reos habitaban las celdas de las 26 cárceles secretas que escondía el Castillo. El propio Santo Oficio las calificó como “antros de horro, hediondez y soledad”.
Muchas son las almas que sufrieron en la oscuridad del Castillo de Sevilla y hoy puedes imaginar ese dolor en el Centro de Interpretación del Castillo de San Jorge.
Un camino separaba a los reos del final de su dolor. Y ese camino tiene hoy un nombre que no deja lugar a la imaginación: el callejón de la Inquisición. Este lugar se convirtió en un lugar por el que desfilar hacia la muerte, un pasillo por el que los penados pasaban ante los dedos acusadores de sus vecinos y las miradas de ternura de aquellos otros que no comulgaban con la Inquisición.
 El Callejón de la Inquisición se encontraba dentro de las murallas del Castillo de San Jorge.




Muchos son los que afirman que si visitas este callejón en el silencio y en la soledad de la noche más oscura podrás escuchar sonidos de cadenas, y las voces pesarosas de los condenados a muerte. Hoy en día hay otros que afirman haber tenido apariciones mientras intentaban escuchar el dolor que transmiten sus paredes. Incluso, hace unos años, un turista explicó que se le había aparecido un tal Torrigiano. Al parecer las apariciones no sólo se limitan a este callejón, hubo unos años en los que varios comerciantes del Mercado coincidían al describir unas apariciones acaecidas a primeras horas de la mañana una adolescente vestida con un camisón blanco.
Pietro di Torrigiano d’Antonio, más conocido como Pietro Torrigiano fue uno de los escultores del Renacimiento que realizó gran parte de su trabajo en Sevilla. Era conocido por su carácter nada pacífico, e incluso se afirma que llegó a romper la nariz a Miguel Ángel.
Se llegó a establecer en España, donde realizó varios trabajos. Pero su suerte cambiaría en 1522 fue procesado y encarcelado por la Inquisición. Su delito al parecer podría haber sido hacer añicos una escultura de la Virgen por la que no habría cobrado sus merecidos honorarios. Así que fue encarcelado y el mismo se condenó a muerte por inanición. Pero próximo a su muerte nace su leyenda.
Según cuenta la leyenda, Torrigiano recibió la visita en la celda del Prior de Buenavista, un buen amigo suyo que le daría su extremaunción. Pero al parecer, lo único que habría hecho es darse el cambiazo por el preso. A la mañana siguiente los gritos del prior despertaron a los carceleros que se dieron cuenta de la fuga.
La leyenda continúa diciendo que la Inquisición decidió entonces declarar oficialmente su muerte para evitar el escarnio público.

 
En 1823 se instala en el solar del castillo el Mercado de Triana, que ha seguido en funcionamiento hasta la actualidad con sucesivas reformas. De ser un mercado de abastos, ha pasado a conformarse en algo más, un hibrido entre puestos de alimentos y bares más o menos especializados que complementan esta oferta de ocio donde encontramos entre sus puestos, incluso un teatro: el que se publicita, como el teatro más pequeño del mundo.


 
Bajo el mercado nos situamos en un museo gratuito, completamente accesible para todos los públicos.





En 1805 Beethoven estrena su ópera Fidelio, sobre una prisión sevillana donde a finales del siglo XVIII existen presos de conciencia. Si bien no lo nombra específicamente en el texto, es muy probable que el compositor se estuviera refiriendo al Castillo de San Jorge. En los últimos años Sevilla ha intentado poner en valor su pasado operístico y esto ha incluido la inserción del castillo en recorridos turísticos.
 

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