Esta zona supuso uno de los puntos de actuaciones más relevantes del 29. Esto era parte del Convento de Santo Tomás y gracias al ensanche de la actual avenida de la Constitución se habilitó este solar y en 1924 se diseña el edificio cinematógrafo bautizado como cine Reina Mercedes en homenaje a la primera conyugue del monarca Alfonso XII. ¡ Sevilla ya tenía cine!.
Sin embargo unos meses antes de la celebración de la Muestra, y aunque la exposición ya contaba con un teatro oficial, se decide reducir el aforo de 2.755 a 2.100, ampliando el escenario y así, reconvertirlo a un teatro, que recibe el nombre de Reina Victoria, aunque también se sigue proyectando material cinematográfico. Se había conseguido un teatro casi con el doble de capacidad que el del Pabellón de Sevilla. Dos años después de clausurar la Exposición Iberoamericana, concretamente el 3 de diciembre de 1931, los sevillanos pueden visionar el largometraje “Al Este de Borneo”, bajo la espectacular lámpara de araña que presidía el patio de butacas y que hoy se luce, aunque fue adaptada reduciendo su diámetro, en el Teatro Lope de Vega. Aquel día se inauguró el recinto como el Teatro Coliseo de España. La adaptación a teatro ascendió a unos dos millones de pesetas. Pero seguía siendo un hibrido; un cine que no era cine o un teatro que no era teatro.
La autoría de este edificio se asigna a los hermanos José y Aurelio Gómez Millán. Estamos ante una de las obras que mejor define la corriente arquitectónica que se daba en Sevilla por aquellos años: el regionalismo. El cuidado en la composición de su ladrillo tallado visto y los azulejos de cerámica vidriada con elementos de forja de hierro, madera e incluso mármol contribuyen a su similitud con los edificios de la Plaza de España, tanto es así que se ha afirmado por voces expertas en la materia que Aníbal González seguramente colaborara en la génesis del edificio.
En la actualidad sólo nos queda el cascarón, la fachada de esta obra, sus balcones, sus marquesinas, sus dos torres miradores… y aún dando gracias porque cuando el constructor del complejo, Ildefonso Marañón, lo vendió a Previsión Española y al BBV, querían tirarlo abajo para levantar nuevas oficinas.
Sin embargo surgió un movimiento popular que se lo impidió, esta corriente defensiva del inmueble consiguió que en 1971 la construcción se declarase bien de interés cultural.
Pero el interior no corrió la misma suerte.Hay que tener en cuenta que desde 1924 hasta que el Teatro Coliseo empezara su andadura pasó más de un lustro, tiempo suficiente para vestir sus paredes, pintar murales, crear retablos, tallas muy trabajadas, obras pictóricas sobresalientes, vestíbulos ricamente ornamentados, nobles materiales utilizados como caoba , forjas, escaleras de depurado gusto de mármol, grandes balaustradas… en definitiva un neobarroco que convivía con unas adelantada técnica aplicada al inmueble: iluminación, ventilación, calefacción de agua caliente, conexión con el riego público, etc. Se admite que su interior no desdecía su exterior y eso ya es decir mucho.
Sin embargo, aunque poco, algo se salvo de la piqueta, en aquellos años se trabajaba a contrarreloj para salvaguardar algo, tal es el caso que algunos murales que se pudieron conservar estuvieron a la intemperie, sin techo. Y es que por aquel entonces se actuaba como atracan en Venezuela o en México, primero te pegan un tiro en la cabeza y luego te registran los bolsillos. Aquí primero destruían y luego preguntaban. Para saber más sobre lo que se pudo salvar y donde se exhibe ver…
http://www.diariodesevilla.es/sevilla/restos-derribo-Teatro-Coliseo_0_684231960.html
Finalmente, la Junta de Andalucía adquirió el edificio y lo destinó a oficinas.
A día de hoy, las fachadas son los únicos elementos que conservamos del inmueble. Pero cuando se deambula por aquella zona y si te fijas aún puedes ver las taquillas, instintivamente miras por si hay una taquillera y uno se queda con las ganas de sumergirse en el que seguiría siendo uno de los teatros más importantes de nuestra España: “el teatro Coliseo de España”, llamado ahora simplemente edificio Coliseo.
Sin embargo unos meses antes de la celebración de la Muestra, y aunque la exposición ya contaba con un teatro oficial, se decide reducir el aforo de 2.755 a 2.100, ampliando el escenario y así, reconvertirlo a un teatro, que recibe el nombre de Reina Victoria, aunque también se sigue proyectando material cinematográfico. Se había conseguido un teatro casi con el doble de capacidad que el del Pabellón de Sevilla. Dos años después de clausurar la Exposición Iberoamericana, concretamente el 3 de diciembre de 1931, los sevillanos pueden visionar el largometraje “Al Este de Borneo”, bajo la espectacular lámpara de araña que presidía el patio de butacas y que hoy se luce, aunque fue adaptada reduciendo su diámetro, en el Teatro Lope de Vega. Aquel día se inauguró el recinto como el Teatro Coliseo de España. La adaptación a teatro ascendió a unos dos millones de pesetas. Pero seguía siendo un hibrido; un cine que no era cine o un teatro que no era teatro.
La autoría de este edificio se asigna a los hermanos José y Aurelio Gómez Millán. Estamos ante una de las obras que mejor define la corriente arquitectónica que se daba en Sevilla por aquellos años: el regionalismo. El cuidado en la composición de su ladrillo tallado visto y los azulejos de cerámica vidriada con elementos de forja de hierro, madera e incluso mármol contribuyen a su similitud con los edificios de la Plaza de España, tanto es así que se ha afirmado por voces expertas en la materia que Aníbal González seguramente colaborara en la génesis del edificio.
En la actualidad sólo nos queda el cascarón, la fachada de esta obra, sus balcones, sus marquesinas, sus dos torres miradores… y aún dando gracias porque cuando el constructor del complejo, Ildefonso Marañón, lo vendió a Previsión Española y al BBV, querían tirarlo abajo para levantar nuevas oficinas.
Sin embargo surgió un movimiento popular que se lo impidió, esta corriente defensiva del inmueble consiguió que en 1971 la construcción se declarase bien de interés cultural.
Pero el interior no corrió la misma suerte.Hay que tener en cuenta que desde 1924 hasta que el Teatro Coliseo empezara su andadura pasó más de un lustro, tiempo suficiente para vestir sus paredes, pintar murales, crear retablos, tallas muy trabajadas, obras pictóricas sobresalientes, vestíbulos ricamente ornamentados, nobles materiales utilizados como caoba , forjas, escaleras de depurado gusto de mármol, grandes balaustradas… en definitiva un neobarroco que convivía con unas adelantada técnica aplicada al inmueble: iluminación, ventilación, calefacción de agua caliente, conexión con el riego público, etc. Se admite que su interior no desdecía su exterior y eso ya es decir mucho.
La lámpara que preside el patio de butacas del Lope de Vega perteneció antes al Coliseo. |
Sin embargo, aunque poco, algo se salvo de la piqueta, en aquellos años se trabajaba a contrarreloj para salvaguardar algo, tal es el caso que algunos murales que se pudieron conservar estuvieron a la intemperie, sin techo. Y es que por aquel entonces se actuaba como atracan en Venezuela o en México, primero te pegan un tiro en la cabeza y luego te registran los bolsillos. Aquí primero destruían y luego preguntaban. Para saber más sobre lo que se pudo salvar y donde se exhibe ver…
http://www.diariodesevilla.es/sevilla/restos-derribo-Teatro-Coliseo_0_684231960.html
Finalmente, la Junta de Andalucía adquirió el edificio y lo destinó a oficinas.
A día de hoy, las fachadas son los únicos elementos que conservamos del inmueble. Pero cuando se deambula por aquella zona y si te fijas aún puedes ver las taquillas, instintivamente miras por si hay una taquillera y uno se queda con las ganas de sumergirse en el que seguiría siendo uno de los teatros más importantes de nuestra España: “el teatro Coliseo de España”, llamado ahora simplemente edificio Coliseo.
Me encanta!
ResponderEliminar"Y es que por aquel entonces se actuaba como atracan en Venezuela o en México"...Considero su blog excelente, sin embargo con esa comparación "se ha cagado fuera" , por decirlo de un modo coloquial.
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