jueves, 25 de febrero de 2016

Barrio de Santa Cruz. II

 
 
 
Continuamos con nuestro paseo por la Judería. Estábamos en la plaza Santa Cruz que toma su nombre de una de las sinagogas que hubo en el barrio. Cuando Fernando III reconquistó Sevilla, dejó a los judíos mantener tres sinagogas, Santa María la Blanca, San Bartolomé y Santa Cruz. La que mejor se ha conservado y actualmente podemos visitarla y verla transformada en iglesia es la primera, por el contrario de la tercera no queda en pie ningún vestigio. Durante 1811 con la ocupación francesa el patrimonio histórico de la ciudad se vio maltratado como en ninguna época vivida. Ante el deterioro que sufría esta sinagoga los franceses optaron por echarla abajo, no repararon en el hecho de que allí estaban los huesos de Murillo.
 

Hoy una placa conmemorativa nos recuerda que en algún lugar de esta plaza presidida por la cruz de cerrajería de serpientes se encuentra enterrado el célebre pintor sevillano.
La antigua iglesia desaparecida fue levantada en 1391 bajo el reinado de Enrique III sobre una sinagoga.
 
Actualmente en la calle Mateos Gago, cerca de aquí, se encuentra la nueva iglesia de Santa Cruz, cuya construcción se empezó en 1655 sobre el solar de un antiguo un corral de comedias llamado “Don Juan”. Como singularidad comentaremos que el proyecto no se inició sobre   El dos de febrero de 1728 se produjo la definitiva bendición del templo, y fue el Convento del Espíritu Santo hasta 1835 con la desamortización de Mendizabal , cinco años más tarde ya comienza su andadura como lo que hoy en día es: la iglesia de Santa Cruz. Como curiosidad cabe reseñar que se le dio cabida durante bastantes años a algunas dependencias de la Guardia Civil y durante algunos años también se usó como casa de vecinos.


el colegio San Isidoro, está adjunto a la iglesia


Actualmente anida el colegio San Isidoro, compartiendo la iglesia y la escuela algunas instalaciones como el patio principal, la escalera….
 
 

 
Es reseñable un rincón de la plaza, donde se sitúa la que dicen que es, la puerta de la casa más estrecha de toda Sevilla. Aunque realmente no constituye la entrada principal ya que forma parte de la trasera de una casa con historia que se levanta en la anexa calle de Lope de Rueda, antigua calle de Barrabas, de la que ya hablamos en la anterior entrada.
Fuente: aranda400.blogspot.com.es

La estancia en cuestión es la denominada “Casa Pickman”, cuya portada plateresca traída desde el palacio de los Aranda en Úbeda allá en el siglo XVI, habla por sí sola. El conjunto de columnas, pilastras, relieves, figuras, por ejemplo cabe destacar la cabeza del infante que corona los ventanales de la parte alta, todo tiene su porqué, los agujeros a modo arandelas que rodean dichos miradores, encuentran su explicación en los apellidos de la noble familia Aranda.
Fuente: aranda400.blogspot.com.es

Lo que resulta más difícil de razonar es la presencia de la fachada, ya que ni es lo que parece, ni está donde debiera pues se trajo piedra a piedra desde Úbeda. El patio interior de la vivienda, las colecciones de antigüedades que recoge… deleita a quien ha podido visitarla. La familia que le da nombre, empezaron a dedicarse a la comercialización de cristal y loza a principios del siglo XIX, sin embargo Willian no tuvo mucho éxito en Londres, y tras su fallecimiento fueron sus hermanos, principalmente Charles, que se trasladan a Cádiz en 1822 y poco después acaban en Sevilla continuando el negocio familiar. Carlos Pickman se daba cuenta que la loza inglesa tenía gran aceptación aquí, sin embargo las medidas proteccionistas con fuertes aranceles motivaron que la empresa “Pickman and sons” se planteara su propia producción en la ciudad hispalense. Motivado por la desamortización en 1840 Carlos Pickman consigue un atractivo precio para establecer su negocio productivo en el Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas. De esta forma se creó uno de los negocios más florecientes de Sevilla: la cerámica de la Cartuja.
fuente: blog.friendlyrentals.com

Allí permaneció la sede de la Fábrica de loza La Cartuja SA, hasta 1981 que se traslada al, término municipal de Salteras sede. Por último decir que la fama y el prestigio alcanzado por Charles Pickman le valió para que les concedieran el título de Marqueses de Pickman.
Esta plaza también tuvo el orgullo de contener entre sus vecinos al historiador D. Fco. Morales Padrón

En la misma esquina de Lope de Rueda al lado de la casa Pickman, extendiéndose su fachada por la plaza Alfaro, antes de abordar la plaza Santa Cruz, un noble caserón que data del siglo de oro, destaca por las rejas de sus ventanas, todas diferentes y especialmente una de ellas, que trajo de cabeza a los herreros de la época, se caracteriza porque por la ausencia de puntos de soldadura, los barrotes se entrelazan entre sí, por lo que era imposible reproducirla y su autoría era dudosa (que aunque se había confeccionado fuera de Sevilla, seguramente en Úbeda como las forjas dela fachada), empezaron a asignársela al diablo, y así se le conoce como la reja del diablo.

Posteriormente cuando se ha manipulado se ha conocido que si tenía unos pequeños puntos de soldadura, pero eran con una especie de arena, o al menos eso me dijeron. Sin embargo al detenerse ante ella uno se imagina al herrero manejando el metal al rojo vivo como si de una madeja de lana se tratara.
En un lateral de la plaza destaca el Consulado General de Francia, obra del arquitecto Juan Talavera y Heredia, por lo que la bandera gala recuerda el destino que le propició el país vecino a la emblemática plaza, frente a este se encuentra el restaurante La Albahaca, también obra de Juan Talavera y donde vivió el arquitecto durante un tiempo y ahora preside el tablao flamenco Los Gallos.
La sinuosa calle Mezquita

Siguiendo por la estrecha calle Mezquita llegamos a la plaza Refinadores. Al reparar en esta y en muchas calzadas de la zona observamos la construcción laberíntica de las casas, difícilmente podemos atisbar el final de la calle a distancia, en muchas ocasiones no permite pasear al lado de otra persona, la arquitectura del barrio nos obliga a movernos en fila, así se consigue la ansiada sombra e incluso corrientes de aire a cualquier hora del día.

En 1974, a instancias de la empresa sevillana Arteconsa, se instala el monumento del escultor Nicomedes Díaz Piquero, el cal realmente está dedicado al don Juan de Tirso de Molina, que alcanzó gran fama gracias a la ópera de Giovanni de Mozart, sin embargo su localización obliga a considerarlo como don Juan Tenorio, cuyo nacimiento se señala a escasos metros en la plaza de los Venerables, y su novela fue fraguada allá en 1844 por un tal  Zorrilla que recibió la inspiración necesaria en la Hospedería el Laurel también ubicada en este barrio.


Don Juan se reúne con don Luis Mejía un año después de haberse hecho una insólita apuesta en el mismo lugar donde se retaron los dos rufianes: la hostería del Laurel, Don Juan ostenta el dudoso honor de ganar la apuesta que consistía en tener más duelos y más conquistas. El mal perder de Luis le lleva a echarle en cara que no es capaz de enamorar a una novicia y el orgullo de Don Juan le conduce a rebatirle que además de la novicia le arrebatará a su prometida: doña Ana de Pantoja. Don Diego, padre de don Juan y don Gonzalo de Ulloa, comendador y padre de doña Inés, habían acordado el matrimonio entre sus dos hijos, y para ello don Gonzalo había confinado a su hija desde muy pronto a un convento. Cuando llega a conocimiento del comendador los contenidos de las apuestas mantenidas por su futuro yerno anula el compromiso. Don Juan burla a todos y consigue rescatar del Convento de la Virgen de la plaza Santa Marta a su amada, también consigue enamorar a doña Ana, y articula su conquista en la calle de la casa de ésta, donde mantiene encerrado tras una estratagema a don Luis de Mejía. Por lo que el padre de doña Inés y el humillado don Luis deciden acabar con el protagonista de sus desvelos, sin embargo son ellos finalmente quienes son asesinados por un tiro y una estocada, respectivamente,  de su adversario en la quinta de Don Juan en Coria donde había llevado a su amada con una barcaza desde la Torre del Oro, cerca de la calle Santander donde había terminado después de huir del Convento. En esta quinta es donde el locuaz rufián le recitaría a su prometida los famosos versos…no es verdad ángel de amor… Con el desaguisado acontecido no le queda más remedio a Don Juan que desaparecer.
 
Cinco años después de su cautiverio fuera de Sevilla vuelve a la capital andaluza y descubre en la casa de Don Diego Tenorio, en el nº 2 de la calle Justino de Neves, justo donde hoy se alza el prestigioso restaurante Santa Cruz, en la plaza de los Venerables.


Allí se encontró el panteón con Luis Mejías, Gonzalo de Ulloa y las numerosas víctimas a las que dio muerte y entre ellas a una que la esperaba encontrar en el número 6 de la Plaza de Doña Elvira: su prometida malograda de amor por él.
 en la plaza doña Elvira,6, actualmente se ubica un famoso restaurante

Apesadumbrado cena ese día con dos amistades de su infancia, que se desmayan cuando aparece el espectro de Gonzalo de Ulloa para llevárselo al infierno, pero el amor que todo lo puede, o al menos eso dicen aparece en forma de Doña Inés y consigue llevárselo junto a ella para la eternidad, con el previo arrepentimiento sincero de sus pecados.
La leyenda nos dice que Don Juan encontró la muerte entre la calle Alemanes y la avenida de la Constitución. También se argumenta, no sin razón, que la figura de don Juan Tenorio además de guardar un fiel paralelismo con el don Juan de Tirso de Molina escrito dos siglos antes, está inspirada en la vida que llevó Miguel de Mañara.


Si me he detenido en este personaje literario es por el hecho de que su conocimiento nos lleva a muchos rincones de esta ciudad, lugares de leyenda, donde se dice que el espíritu de Don Juan se ha dejado notar en más de una ocasión.
Existe la tradición la víspera de difuntos de todos los años, de que las tunas estudiantiles acudan a esta plaza y le dedique sus canciones a Don Juan.
En esta plaza también nos encontramos en una esquina la casa para Luis Prieto, finalizada por Aníbal González en 1919, siendo una de las obras más interesantes del regionalismo sevillano, aún no siendo muy conocida. Destaca la solución arquitectónica facilitada al chaflán que ayudándose de elementos clasicistas (arcos de medio punto, columnas, pináculos) coronan un hueco, dominado por una espectacular balconera.




http://sevillasigloveinte.blogspot.com.es/

 
Por último comentar que antiguamente este lugar no era frecuentado por los vecinos, y si estaba lindando con la muralla no era una casualidad. Los refinadores de cuero eran los encargados de limpiar las pieles antes de hacerlas llegar a los curtidores, se dejaban al agua y al sol hasta que los pedazos de carne del animal adheridos a su piel se pudrieran y desaparecieran. Se abastecían del agua que provenía de los caños de Carmona. El hedor de tal actividad era insoportable para cualquier vecino, y en esta plaza se concentraban estos trabajos.

En esta Plaza de los Refinadores nació el poeta dramático Don Diego Ximénez de Enciso.
Y seguimos por la calle Cano y Cueto…
 
 
…CONTINUARA…

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