lunes, 15 de febrero de 2016

Barrio de Santa Cruz. I

 
Seguramente, la mejor forma de conocer una zona es callejear por ella, así que vamos a enseñar el barrio de Santa Cruz poco a poco como si estuviéramos dando un paseo por él.
Vamos a ello, nos aseguramos que el tiempo sea agradable, dejamos aparcado el móvil y las prisas, nos aseguramos de estar perceptivos y nos calzamos los zapatos más cómodos que tengamos…





Las vistas desde aquí de la Giralda son incomparables


Estamos en el Patio de Banderas, antesala a la Judería, recibe este nombre porque durante las campañas que los cristianos emprendían contra los moros, aquí se concentraban todas las banderas del bando cristiano que iban a la guerra, aunque también se alude al hecho de que para honrar la visita de personajes importantes al Alcázar, se desplegaban por esta plaza gran cantidad de banderas.
 A nuestras espaldas hemos dejado la plaza del Triunfo. Como ya comenté en la entrada del Archivo de Indias, este nombre lo debe al hecho de 1755. Durante el terremoto de Lisboa, que tanto mal causó en esta urbe, no hubo que lamentar daños personales entre los feligreses que habían acudido a La Catedral a oír misa, porque se decidió terminar la homilía en la plaza. Esto se consideró un triunfo y de ahí le viene el nombre al lugar y al Templete con la Virgen y el niño en brazos, que desde entonces se conoce por la Virgen del Triunfo. Pocas plazas, o seguramente ninguna, en el mundo pueden rivalizar con esta en cuanto a la significancia de los edificios que la rodean: el Alcázar, la Catedral, el Archivo de Indias, y por si fuera poco la Judería, tienen la culpa de ello.


El patio de Banderas, encierra la fisonomía de un antiguo corral de vecinos, aunque bien es cierto que sus dimensiones, casi 1500 metros cuadrados, permiten asignarle la categoría de plaza. En tiempos de Felipe V, el monarca ordeno que este espacio se dispusiera como una Armería, volviendo a lo que fue en un principio cuando los musulmanes decidieron construir en la fortaleza que suponía el Alcázar, un palacio que se constituyó como la Casa del Príncipe.
Este lugar también fue utilizado como picadero por asentarse por aquí un apeadero. Sin riesgo a equivocarnos se podría afirmar que el espacio donde está el albero que domina la plaza ha sido testigo de toda la historia de la ciudad, ya que aquí se hacinan los restos del primer asentamiento humano que hubo por esta zona. Existen intenciones de dejar al descubierto una cripta arqueológica, sin embargo como dice Antonio Burgos donde mejor está el templo paleocristiano es enterrado y bien conservado y así de paso, dejan en paz la plaza del Patio de Banderas.
Casi un siglo después, en 1816 se instaló una fuente en el centro de la plaza y numerosos bancos alrededor, con una multitud de árboles que fueron sustituidos por los actuales naranjos que dominan el espacio actualmente. Los bancos y la fuente, en penoso estado, fueron suprimidos y sustituida por otra con motivo de las obras emprendidas por la exposición iberoamericana del 29, ya por aquel entonces se decide rellenar de albero el centro de la plaza y dejar transitar los vehículos. Y esto fue así porque a finales del siglo XIX, Sevilla entera empezó a prepararse para la exposición que se había dispuesto a llevar a cabo. Por aquel entonces el barrio Santa Cruz sobraba, un conjunto de calles cerradas, estrechas y en estado deplorable, en el centro de la ciudad constituía un lugar insalubre. Las ideas de José Laguillo y más aún el diseño de Juan Talavera Heredia conformaron un proyecto, que ni en el mejor de los sueños del arquitecto Talavera Heredia podía sospechar que un siglo después la antigua judería sevillana siguiera atrayendo constantemente a ciudadanos y visitantes.

Personajes ilustres han habitado en esta plaza como la escritora Fernán Caballero, los pintores Joaquín Domínguez Bécquer y Valeriano Bécquer, o la familia Delgado Brackembury, responsable de la remodelación urbana de Sevilla de finales del s. XIX.

En el fondo del patio a la izquierda hay un pasadizo cubierto, el Arco de Cadenas, que nos permite adentrarnos en el Barrio, el rotulo de su fachada: “Judería”, nos informa de donde pisamos. Cuando había altercados se cerraba este acceso, protegiendo el interior de la Aljama. Aquí nos encontramos con las cadenas, antiguamente una puerta ubicada aquí comunicaba el barrio Santa Cruz con el Alcázar y las cadenas servían para acogerse al derecho de asilo. Guardando cierta similitud con las que rodean a la Catedral.
Sin darnos cuenta ya estamos en el callejón del agua, una de las calles más representativas del lugar. Discurre paralela a la muralla de la ciudad, que separa el barrio Santa Cruz y los Jardines de Murillo. Adosada en la muralla se encuentran los caños que transportaban el agua de Carmona hasta el Alcázar. Es destacable mencionar uno de los vecinos de la calle en 1800: el literato norteamericano Washington Irving.
Fuente de agua que se ubica en las paredes del Alcázar contiguas al callejón.
 
Esta estrecha vía conecta con la plaza del Alfaro, donde destaca por su belleza una casa abandonada y en estado lamentable que hace esquina con la calle Lope de Rueda, su balcón se conoce como el de Rossina. (Las autoridades decidieron diseccionar la muralla por aquí, dejando a la vista los caños de agua y facilitando las vistas de los Jardines. El alcalde Halcón consiguió que el rey Alfonso XIII cediera los terrenos de la Huerta del Retiro, parte de los jardines de los Reales Alcázares, de donde nacen los actuales Jardines de Murillo. Así, en 1911 se abrieron las actuales calles Nicolás Antonio y Antonio el bailarín, que comunican el barrio de Santa Cruz con el nuevo Paseo de Catalina de Ribera.)

Como se puede leer en el azulejo, estos son los Caños de Carmona, lógicamente los siglos no han permitido que sean los originales pero si que los emulan perfectamente.
documento fotográfico del siglo XIX, que se recopila en el libro Tradiciones y Leyendas Sevillanas (1975), de Jose María de Mena

El famoso barbero andaluz protagoniza dos óperas. Una de ellas enardece a la ciudad del Guadalquivir, nos referimos a “el Barbero de Sevilla”, y la otra: “las bodas de Figaro” inspiró incluso al nombre del periódico francés: “El Figaro”. El populacho, la leyenda y el tiempo han propiciado que el personaje ficticio que encarna estas óperas se haya inmiscuido en el mundo real,  ubicando su negocio del siglo XVII en la actual calle Santander, en frente de la Casa de la Moneda, justo donde hoy solo vemos oficinas y al menos una triste placa se merecía la estancia del que la fama que le ha precedido ha provocado que su nombre se adopte como sinónimo de la profesión. 
Fígaro complementaba su habilidad para rapar barbas y tratar los cabellos con una gran destreza para tocar la guitarra, bailar, amenizar las fiestas… Esta circunstancia le permitió codearse con personajes de gran abolengo, como el Conde de Almaviva, enamorado hasta los huesos de Rosina, que había quedado huérfana y dependía totalmentede su tutor que aspiraba a contraer matrimonio con ella, apoderándose de su herencia. El Conde era testigo de la injusticia que se estaba cometiendo con su amada que la mantenían secuestrada en su casa de la Plaza Alfaro. Es el perspicaz y avieso barbero quien facilita los encuentros de los dos amados, el balcón se convierte en testigo directo de la historia, pues Rosina se asomaba y oía a su amado cantarle y dedicarle todo tipo de parabienes. Finalmente el viejo y huraño tutor se ve burlado y el Conde de Almaviva acaba junto a su amada.
 
Fuente: El diario pueblo, casa antes de la construcción del balcón
No obstante, la realidad imposibilita esta leyenda. La casa fue adquirida por los actuales propietarios en 1925 y tres años más tarde el dueño acometió las reformas en su interior y en la fachada. Para ello compró la portada a un palacio del siglo XVII ubicado en Ecija, además fue en 1928 cuando se construyó el famoso balcón, que correspondía más bien, a un capricho del casero al intentar reproducir el descrito en la Opera de Rossini. De cualquier manera hay que reconocer y seguramente el autor estaría de acuerdo, que el rincón expuesto supera cualquier expectativa.
el balcón de Rosina. Fuente: sevilladailyphoto.

el balcón de Rosina. Fuente: sevilladailyphoto.


Bordeando esta casa, nos topamos con la Plaza Santa Cruz, que da nombre al barrio y que nos une con el origen de la calle Cerrajería, como comprobaremos en la siguiente entrada.
Cruz de cerrajería, que preside la Plaza.
 

 
Continuará…

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