viernes, 13 de enero de 2017

Calle Francos.

El origen del nombre de esta tradicional calle sevillana que se extiende desde el Salvador hasta Placentines, no cabe buscarlo en el genitivo de nuestros vecinos galos, y mucho menos en los años que gobernó el Caudillo, sino que debemos buscarlo en un privilegio otorgado por Fernando III a los comerciantes aquí alojados. Se desconoce si había segundas intenciones en la decisión del monarca. Si este derecho, asumido por los negocios de la calzada, se hubiera dictaminado hoy en día no hubiera estado huérfano de tráfico de influencias, ni malversaciones. Por aquel entonces fue una forma de premiar a estos tenderos que solían abastecer a los soldados, por lo que Francos procede de estar exentos de pagar ciertos impuestos, es decir estaban francos de tributos.

Aunque esta era la denominación con que se conocía a esta travesía, no fue hasta mediados del siglo XIX, cuando adopta firmemente este nombre. No siempre ha sido tan larga como ahora, pues a mitad de la calzada existe un pequeño ensanche que provoca una desviación en su trazado rectilíneo y desemboca en un ensanche mayor hacía el final de la calle, esta parte se conocía bajo el nombre de Entalladores, por estar aquí ubicado este gremio artesanal. Posteriormente fue conocida por Imagen, adoptando el nombre de Plazuela del Silencio durante el siglo XVIII. El escritor Aleixandre en su obra: " Historia del corazón" se refirió a ella como "una plaza abierta y había olor a existencia". Esta sugestiva denominación cabe explicarse porque allí se alojaba un retablo del Niño Jesús en brazos de la Virgen, y junto a ellos San José y varios ángeles solicitaban silencio colocándose el dedo en los labios. En esta calle también se lucieron dos retablos: el dedicado a la Virgen del Rosario hasta 1840, y el de la Virgen de Belén que desapareció un siglo antes.
Actualmente, se luce un pequeño retablo cerámico de la Virgen de Loreto. La pequeña figura empotrada en la esquina de la virgen con el niño en brazos, singulariza la imagen.
La figura del perro, en tamaño natural en el balcón de encima de la Cordonería Alba, ayuda a la vistosidad de ese espacio

Los comercios que tradicionalmente se han asentado en esta calzada han sido exclusivos, intimistas, variados y muy cuidados. De alguna forma estos atributos persisten en muchos de los locales abiertos de la calle. Mencionaremos algunos comercios que han existido: en su número 11 se localizaba la conocida como la botica de la calle Francos, la más antigua de Sevilla. En el número 69 Mariano Garrido explotaba su comercio de cajas de cartón, considerado también entre los más antiguos de la ciudad. En la casa 41, donde creció la escritora Blanca de los Ríos se ubicó un museo que contó entre sus visitantes con el monarca Felipe II. La famosa casa Honda, grandioso y selectivo comercio de prendas de vestir, muy considerado entre los sevillanos más pudientes, se encontraba en el número 38. Otra tienda de géneros de vestir se ubicaba en frente entre los números 39 y 45. Un poco más adelante frente, en los números 54 y 56 Basilio del Camino y Hnos. regentaba otra prestigiosa tienda de ropa. Entre los números 60 y 62 la librería de Antonio Izquierdo colaboraba a ofrecer un amplio espectro de artículos en esta tradicional calle. Al igual que sucede en nuestros días, donde podemos encontrar una joya, prendas de corsetería, distinguida ropa para niños, para ella y para él, trajes de flamenca, objetos de decoración, artículos de Semana Santa en la tienda de cordonería Alba o elegir desde una peluca a cualquier prenda o instrumento que ayude a sobrellevar una fase oncológica en la graciosa tienda “curadas de espanto”,... etc. y por supuesto refrescarnos con una cerveza o degustar unas tapas en varios puntos de la calzada.
A continuación dejo un audio de unos 7 minutos de Sevilla Directo sobre esta travesía.
 


 
 





 

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