Los cuatro pilares que sostenían la cúpula se elevaban desde el subsuelo, por lo que el Leonardo de Figueroa aprovechó para reforzarlos con ladrillos e impermeabilizarlos en lo posible. Posteriormente se habilitó este espacio como cripta, siendo utilizado como lugar de enterramientos, tanto de hombres (seguramente miembros de la Orden y noviciados) como de mujeres (monjas) e incluso de niños y algunos fetos de la época en que fue hospicio. Estamos ante un verdadero cementerio. Durante la restauración del templo han sido encontrados restos óseos pertenecientes a más de doscientos cadáveres, la mayoría de ellos en osarios, y otros sin caja alguna. directamente enterrados bajo una fina capa de tierra.
Hay un pequeño cuadrado, conservado en el suelo de la cripta que nos muestra el piso original del palacio de los Enríquez de Ribera. Seguramente este espacio era utilizado como bodega o como despensa-almacén.
Por las ventanas del pasillo se deja ver, el patio que tenía la antigua residencia de Los Ribera.
Nos dirigimos a otra estancia, también muy significativa, hablamos de la Capilla Doméstica.
Aunque esta levantada sobre una traza sencilla, y nada original, ello no resta un ápice de fastuosidad a la soberbia estancia que se abre paso ante nuestra vista.
Esta capilla nos recuerda mucho la iglesia del palacio de San Telmo, también restaurada hace pocos años. No en vano, la traza era también de los Figueroa, los retablos y figuras de Duque Cornejo y las pinturas de paredes y techos de Domingo Martínez, principal discípulo de Lucas Valdés.
Sabemos que la modestia no era precisamente una virtud muy extendida en la Orden, les gustaba hacerse de notar. Por esa razón, aparte de la ostentación de la obra en sí, otra forma de apabullar a su competencia era hacer alarde de reliquias por ello se dice que cuando este templo estaba construyéndose solicitaron al papado una remesa de reliquias, y este es el motivo por el que se recogen en esta Capilla, tal cantidad de huesos, cráneos… como reliquias de Santos.
Durante más de trescientos años la entrada a esta Capilla estaba vedada a las visitas, estando únicamente reservado a los estudiantes del noviciado.
Mención especial requiere el retablo que luce este espacio. Destaca una uniformidad en sus formas mayor que la de los retablos expuestos en la iglesia.
Su hacedor, Pedro Duque Cornejo andaba en aquel momento con líos con la justicia, concretamente causas económicas resultantes de la realización del retablo en Trigueros, por ese motivo se comprometió a la finalización de este retablo y para dilatar la trgua que se le había otorgado y puesto que el tiempo iba a su favor, se detuvo en cada detalle de la obra, e incluso trabajó las partes posteriores. Se podría decir que rizo el rizo en su trabajo y como resultado todos nos beneficiamos con un resultado súblime. Detrás de este retablo se encuentra la sacristía de la misma, a la que podemos acceder a través de las puertas laterales. Es un pequeño espacio, aunque no menos artístico que la capilla.
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