Esta corta travesía de trazada irregular se beneficia de conectar dos de las calles con más afluencia de Sevilla: Tetuán y Sierpes. Aunque su recorrido no sea el más practicado, su localización obliga a su paso más pronto que tarde.
En sus escasos cincuenta metros de longitud, desemboca en ella, aproximadamente en su mitad una estrecha calzada, la calle General Polavieja que provoca un pequeño ensanche a modo de callejón en su estrecho desarrollo.
En sus escasos cincuenta metros de longitud, desemboca en ella, aproximadamente en su mitad una estrecha calzada, la calle General Polavieja que provoca un pequeño ensanche a modo de callejón en su estrecho desarrollo.
En el comienzo de esta travesía, justo delante de la gran joya del barroco que aquí se encuentra: la capilla de San José, la estructura arquitectónica del lugar dejaba vislumbrar bien a las clara cuatro esquinas que dieron nombre a este emplazamiento.
Esta ubicación era conocida por todos los sevillanos como las cuatro esquinas de Sierpes. Aquí se enclavaba desde la segunda mitad del siglo XVI el negocio del famoso boticario Juan Illescas, que era punto de ilustres ingenios de la vida sevillana. Tal era el protagonismo de este comercio que a este encuadramiento se le conocía como las cuatro esquinas de la botica de Juan Illescas.
Esta denominación en el callejero de la ciudad dio paso al rótulo de Manteros, que ya ostentaba de muy antiguo por establecerse aquí los fabricantes de mantas. Durante el siglo XVI esto se conocía por la calle del Hospital de San José, ya que aquí se levantaba el centro cuyos promotores cabían encontrarlos entre los carpinteros, gremio que provocó la construcción de la capilla al Santo Patriarca objeto de su advocación. Finalmente esta calzada se designó con el nombre que lleva en la actualidad, en honor al famoso ministro de Carlos III, que residió en esta misma calle en su estancia en la ciudad. Gaspar Melchor de Jovellanos se estableció en Sevilla entre 1767 y 1778, ya que este fue el primer destino profesional de este escritor y jurista ilustrado que con veinticuatro años fue designado alcalde de la Sala del Crimen. En esta urbe dio también sus primeros pasos como dramaturgo, al leer su comedia El delincuente honrado en la tertulia del Asistente Olavide en los Reales Alcázares.
Muchos años después, en 1808, volvía Jovellanos a Sevilla en circunstancias dramáticas, como individuo de la Junta Central, al trasladarse ésta desde Aranjuez ante el avance de las tropas napoleónicas.
Esta calle nos presenta una singularidad, quizás estemos ante el único homenaje feriante físicamente visible en la arquitectura de la ciudad que haya perdurado en el tiempo, o algo por el estilo. Este azulejo que aquí contemplamos plasma la caseta que Casa Calvillo tuvo en la Feria de Abril de 1934, cuando este evento se celebraba en el Prado de San Sebastián. La caseta imita la fachada del famoso bar y restaurante Casa Calvillo, que estuvo ubicado en el mismo edificio donde hoy se encuentra el mural. En esta representación vemos caballistas y flamencas aguardando en la puerta de una caseta que les traigan las correspondientes copas de manzanillas y unas tapitas. Se recoge de esta manera la fachada que en su día fue la emblemática Casa Calvillo, el restaurante-bar de Don Antonio Calvillo, donde, como ocurriera con otros establecimientos de hostelería próximos, tristemente desaparecidos como el Pasaje Andaluz o Los Corales , estaban siempre muy frecuentados y en los dias de la Semana Santa sus balcones se llenaban de celebridades y saeteros. La autoría de este grabado cabe asignársela a Cerámica Santa Ana, de Triana.
Referencia a parte merece la cápilla de San José que aquí se levanta. Se construye en dos etapas, entre los años 1699 y 1766, a instancias del gremio de carpinteros de lo Blanco, que tras reunirse en cabildo, deciden ampliar el viejo templo mediante la habilitación de una nueva capilla mayor. En su edificación participó y sigue participando de forma activa en el mantenimiento y conservación del edificio, el pueblo de Sevilla con sus donativos y limosnas. Esta actuación provocó, en su momento. un sonado pleito con el de arquitectos, pues un carpintero no tenía autorización para hacer los planos de una edificación.
Para situarnos en los diferentes gremios del momento, en concreto el de la carpintería se subdividía en varias especialidades, como vamos a mencionar algunos ejemplos a continuación…
a. Carpinteros de lo blanco: El que trabaja en taller y hace mesas, bancos, etc.
b. Carpinteros de armar o de afuera: Complejas cubiertas de madera, vinculados con la tradición mudéjar.
c. Carpinteros de tienda o de lo primo: ebanistas, objetos que se pueden vender en un comercio como muebles.
Dos artistas sobresalen en la génesis de la obra: Pedro Romero, que levanta el núcleo principal de la nave, y Esteban Paredes, que se ocupa de la Capilla Mayor y de la portada de los pies.
Pese a sus reducidas dimensiones, es una de las iglesias de mayor ornamentación barroca de la ciudad. Destaca el retablo mayor con imágenes de Duque Cornejo, así como diferentes relieves sobre la boda de la Virgen con San José.
Bien de interés cultural, sus valores arquitectónicos y artísticos fueron muy pronto reconocidos y valorados oficialmente, ya que su catalogación como monumento fue publicado por La Gaceta de Madrid en el año 1912.
Está a cargo de la Orden Franciscana de los Capuchinos, desde 1964, al extinguirse la Hermandad de los Carpinteros.
La madrugada del 12 de mayo de 1931, el incendio sufrido casi supone su desaparición como la de tantos edificios religiosos que experimentaron este mismo hecho tras la proclamación de la II República. Pero ese mismo año comenzaron las obras de reparación que no se dan por concluidas hasta prácticamente finales de 1950, dirigidas por el arquitecto José María Rodríguez Cano, permiten la supervivencia de la Capilla. A pesar de ello nunca fue sometida a un proceso de restauración y eliminación del hollín, siendo ésta su principal causa de deterioro, al convertirse con el paso de los años en ácido y consecuentemente generando un daño destructivo e las pinturas murales y a los retablos y esculturas. Por todo esto en noviembre de 2013, ante el estado de conservación alarmante, se hace indispensable acometer una profunda restauración en todo el conjunto barroco de los bienes muebles de la Capilla, y se aceleran los procesos para recaudar, obteniéndose los recursos siempre necesarios de las ayudas, limosnas y colaboraciones de los ciudadanos. Es en este año cuando se da a conocer esta asociación Pro Restauración de la capilla San José, mediante la celebración de conciertos en la propia capilla. Un año después, en el 2014, se consolida como institución oficial cultural y con asiduidad el grupo de sevillanos que han venido conformando esta organización, han combinado su vida laboral y personal dedicando esfuerzos y trabajos al cuidado del templo. Finalmente el pasado 21 de diciembre del 2017 fue entregado a los Hermanos Capuchinos del dinero recaudado para la restauración de la Capilla de San José, en total 24.820,07 €, tras el compromiso de la Orden de ser utilizado en las obras de restauración de la capilla sevillana. Los socios y la Junta Directiva de la Asociación ARECA San José hicieron oficial la decisión de disolver esta fundación que había gestionado todo lo concerniente a este monumento y cedieron el testigo a los hermanos Capuchinos, conscientes de que como propietarios de la Capilla harán todo lo que esté en sus manos para la conservación de la misma, tal y como vienen haciendo desde 1916.
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