miércoles, 16 de agosto de 2017

Museo de Bellas Artes

 
 



Cuando Fernando III reconquistó Sevilla para los cristianos, se propuso la repoblación de la capital andaluza con ciudadanos afines a la religión que promulgaba, lejos de la musulmana que hasta entonces dominaba la población. La extensión de estos terrenos que ahora presentan el Museo de Bellas Artes, se encontraba dominado por un edificio de origen mudéjar que fue asignado a la orden de las mercedarios. Los partidarios y devotos de este movimiento no desaprovecharon la ocasión y bajo la influencia de San Pedro Nolasco se fundó el antiguo convento de la Merced Calzada de la Asunción.
Así continuo esta construcción hasta los albores del siglo XVII, cuando a instancias del entonces General de la Orden, fray Alonso Monroy, se derriba el antiguo convento y se comienza a levantar el actual edificio, de estilo manierista andaluz. Se recurre al refutado arquitecto Juan Oviedo, quien en 1612 ya había finalizado el cuerpo principal del edificio, aunque no se finalizara hasta medio siglo después. Se le asigna plenamente la autoría de la iglesia y de la escalera Imperial.
 



Algunas intervenciones destacables antes de erigirse como Museo, dejando su actividad como convento, han sido…
…La de 1724 protagonizada por Leonardo de Figueroa, reformando íntegramente el claustro grande.


los lienzos que aquí se exponen, lógicamente, son reproducciones, ya que están bajo la intemperie, no siendo un lugar idóneo para su conservación.
…El edificio tal y como se muestra actualmente gira en torno a tres patios en torno a una imponente escalera conocida como imperial cuya autoría es asignada a Juan de Oviedo, respondiendo a una composición manierista tan perfecta, que siglos después inspiro a muchos arquitectos sevillanos en varios edificios de la exposición Iberoamericana.




…En 1729 se finaliza la portada, atribuida a Miguel de Quintana.



La estatua de la Virgen de la Merced, que se muestran en la parte alta de la portada, le acompañan  San Pedro Nolasco, fundador de la Orden y el rey Jaime I de Aragón, su protector.
Estos muros acogieron a un personaje de lujo en la literatura española: Tirso de Molina. Con la publicación en 1625, de sus comedias profanas, el dramaturgo y clérigo mercedario fue desterrado a Sevilla tras el escándalo y revuelo suscitado. Su residencia en la ciudad de la Giralda fue en este convento, que lo acogió durante varias temporadas, como hermano de la orden que era. Seguramente entre estas paredes comenzó a fraguarse su obra maestra: “El Burlador de Sevilla”.
 fray Gabriel Téllez fue un religioso mercedario español que destacó como dramaturgo, poeta y narrador del Barroco. Más conocido por el pseudónimo con el que firmaba sus obras: Tirso de Molina

La invasión francesa fechada en 1810 supuso un expolio sin precedentes en la historia de Sevilla, a esta salvaje intervención vecina hay que sumarle la regencia por aquel entones del reino español. Y es que el monarca Fernando VII se ganó a pulso ser considerado uno de los peores sino el más lamentable Rey de la historia de España. Sus inquietudes artísticas fueron nulas y su forma de proceder contribuyó a minorar el patrimonio artístico del reino. A continuación describiremos un suceso que revela todo lo expuesto, y que también explica las pocas obras que la ciudad conserva del pintor sevillano más aclamado por la historia: Velázquez. “En su huida, José Bonaparte, que ya previamente había expoliado las Joyas de la Corona Española, se llevó más de doscientas pinturas de pequeño y mediano formato, fácilmente transportables, escogidas entre las de mayor calidad de la Colección Real. Parte del cargamento de obras de arte que José Bonaparte intentaba sacar de España fue interceptado por las tropas del Duque de Wellington. el Duque informó al rey Fernando VII solicitándole instrucciones para efectuar la devolución de las obras, pero éste le respondió que se las regalaba. Perplejo por la respuesta, Wellington volvió a escribirle, agradeciéndole su generosidad pero diciéndole que era un regalo que no podía aceptar, puesto que eran piezas muy numerosas y de gran valor que eran propiedad de la Corona Española, y pidiéndole de nuevo que le indicara los detalles para devolvérselas. Sin embargo, Fernando VII persistió en su absurda postura, con lo que dichas obras, que incluían cuadros tan extraordinarios como El aguador de Sevilla, de Velázquez. Este episodio es conocido irónicamente por por los británicos como The Spanish Gift (el Regado Español), conservándose actualmente parte de estas obras en la residencia londinense del Duque de Wellington (Apsley House). Otro británico que se benefició de la huida de José Bonaparte fue el coronel James Hay, que se apropió por su cuenta de El matrimonio Arnolfini, de Jan van Eyck,  hoy en la National Gallery de Londres, en el que se supone que Velázquez se inspiró para pintar Las Meninas.”
Si no se hubiera dado este saqueo, estaríamos hablando de una de las pinacotecas más prolijas del mundo, y no se vería relegada a un segundo lugar en el ámbito español, después del Museo del Prado.
En 1836, con la desamortización de Mendizabal, que tanto daño causó al clero español, cuando los frailes se ven obligados a abandonar el convento, las paredes de este edificio se llenan de obras de arte, abriendo sus puertas al gran público cinco años después, como Museo de Bellas Artes. Tan sólo un cuarto de siglo después de la inauguración del Museo del Prado, Sevilla disfrutaba de una pinacoteca análoga a la de la capital del reino. Desde entonces se pueden desmarcar tres fechas al menos, que suponen grandes cambios en la fisonomía de este complejo:
Entre 1868 y 1898 se actuó sobre las arquerías y muros de la deteriorada planta baja, renovando también su solería e implementando azulejos de otros conventos desamortizados , permitiendo alicatar ricamente los claustros.
Una segunda intervención se dio entre 1942 y 1945, centrándose en la antigua sacristía que se transformó en el Patio de las Conchas y también se actuó sobre la fachada principal, que cambió de lugar, cerrándose la portada barroca por la que se accedía hasta ese momento por la calle Cepeda, habilitando y trasladándose la portada en la fachada principal que da a la plaza del Museo.

Esta es la antigua fachada del Museo, que nada nos dice,.
esta es la actual Potrada

Y así quedó el acceso a la iglesia por la Calle Cepeda, después de mudar de sitio la fachada
 
Finalmente a finales del siglo XX se rehabilitó el edificio definitivamente en su totalidad y se acondicionó realmente para que sirviera como museo.
La iglesia es del siglo XVII y se encuentra en el extremo del convento, hoy convertida en la Sala V dedicada a los grandes maestros del Barroco sevillano.


http://viajarconelarte.blogspot.com.es/2016/04/el-museo-de-bellas-artes-de-sevilla-en.html

Al contemplar la entrada al museo ya comprobamos que estamos ante una obra de arte en sí misma.









El vestíbulo está cubierto de azulejos clásicos del arte andaluz, que provienen de antiguos conventos de la provincia, victimas también de la desamortización.
Como ya hemos expuesto, este edificio dispone de tres patios interconectados en torno a la esplendorosa escalera Imperial: claustro mayor, claustro pequeño o patio de los bojes y  claustro del aljibe.
Claustro del aljibe

patio de los bojes



Panel cerámico con la Virgen del Rosario de Cristóbal de Augusta en 1577 procedente del
convento de la Madre de Dios

claustro mayor

Portico barroco depositado en el patio de los bojes

Destaca entre otros muchos el retablo cerámico depositado en el pato de los bojes, proveniente del desaparecido Convento de la Virgen del Pópulo, hoy mercado del arenal.



Cuando el Museo empezó su andadura se abasteció de Obras de temas religiosos, recopilados de otros conventos que la desamortización había sellado su destino de igual manera que este que nos ocupa. Desde los comienzos del siglo pasado las donaciones tanto de artistas sevillanos como de poseedores de arte que exponen en todo el mundo, se proliferan cada vez más. Rafael González Abreu (1928), José Gestoso (1931), Andrés Parladé (1945) llegan a tener dedicadas salas exclusivas del edificio, pasando el museo a denominarse “casa-museo”. El continuo incremento de obras de arte (lienzos, esculturas, tallas y otros enseres) obliga que a partir de los 70 el museo tenga que seleccionar más las obras expuestas, implementando filtros más exigentes para determinar su exposición permanente. El museo cuenta con obras de afamados pintores como Murillo, Velázquez, Zurbarán, Juan de Valdés Leal, Gonzalo Bilbao, Valeriano Bécquer, Eugenio Hermoso, Esquivel, Juan de Mesa, Martínez Montañés y otros pintores de la escuela sevillana y mundial.

 




Las colecciones se reparten en dos plantas y están dispuestas en orden cronológico, en la actualidad el museo está compuesto por 14 salas:
• Sala I: Arte medieval español.
• Sala II: Arte del Renacimiento.
• Sala III: El Manierismo.
• Sala IV: Naturalismo.
• Sala V: Murillo y la escuela sevillana del barroco.
• Sala VI: El Barroco español y sevillano.
• Sala VII: Murillo y sus discípulos.
• Sala VIII: Juan de Valdés Leal.
• Sala IX: Pintura Barroca europea.
• Sala X: Francisco de Zurbarán.
• Sala XI: Pintura española y sevillana del siglo XVIII.
• Sala XII: Pintura sevillana del siglo XIX.
• Sala XIII: Pintura sevillana del siglo XX
• Sala XIV: Pintura española del siglo XX.

Su visita gratuita para los residentes en la comunidad europea resulta muy gratificante.











Está pendiente una última ampliación que pretende incorporar al museo el cercano palacio de Monsalves, ganando espacio para reorganizar las colecciones, incorporar modernos talleres de restauración, almacenes y dos salas para exposiciones temporales, acomodándose así a los criterios museológicos actuales, con espacios y servicios propios del siglo XXI. Sin embargo estas actuaciones se dilatan más de lo esperado y el informe realizado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico aunque está fechado en 2005, once años después, las costuras siguen estallándole al antiguo convento de la Merced.

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