No fue un caso aislado ni excepcional, numerosas parroquias cercanas sufrieron las mismas consecuencias. En el verano del 36 los templos religiosos ardían. Muchas de la imaginería adorada por los sevillanos era se confundía entre los restos de los incendios provocados. Concretamente en esta iglesia destacaban entre sus irreparables perdidas el Retablo Mayor, en el que se veneraba la imagen de san Román y la escultura, hasta entonces más apreciada del templo, no en vano sus orígenes se remontaban al siglo XVI, la Virgen de Granada, obra de Roque Balduque… Esto propició que este centro cambiara su rol, ya no era propietario de las imágenes que se mostraban en su interior, estas habían sido donadas o percibidas temporalmente en préstamo.
Y así sigue hasta nuestros días, para muestra de ello sólo tenemos que desmenuzar los retablos que se lucen en la nave del Epístola.
Comprobamos que la titularidad de todos la ostenta la cercana iglesia de Santa Catalina que se encuentra en reformas.
Una moderna vidriera de San Juan Bosco rodeado de niños contribuye desde la pared frontal de la entrada, a dar luz a esta parte de la nave que ya sobre su pared lateral muestra el retablo del siglo XVIII de autor desconocido. La historia que envuelve a esta santa, patrona de las modistas e invidentes, con fama de interceder entre los enfermos oculares, es cuanto menos curiosa. Explica el porqué está representada con una espada en su mano derecha y la palma del martirio y en la izquierda una bandeja con los que deberían ser sus ojos.
Fue educada en la fe cristiana, siendo su fiel deseo el de servir a Dios, que se vio truncado por el compromiso de su padre de entregarla en matrimonio. Decidida a cambiar su destino se presentó ante su fututo marido. Al exponerle este que lo que más le llamaba la atención de la joven eran sus ojos, esta no dudo arrancárselos con la ayuda de na espada y entregárselos a su prometido en una bandeja. Lógicamente la boda no se celebró y Lucia pudo dedicar su vida a Dios, donando el importe de su dote a los pobres y alcanzando gran veneración entre la población.
A continuación, nos encontramos con el retablo que temporalmente adorna el interior de ese templo de la Virgen del Rosario.
A continuación, nos encontramos con el retablo que temporalmente adorna el interior de ese templo de la Virgen del Rosario.
Llama la atención en esta Virgen que sostenga al niño Jesús con el brazo derecho y no con el izquierdo como es normal en la imaginería sevillana. Detrás de este detalle hay una leyenda que cuenta como la imagen tomó vida para dirigirse al monaguillo que se afanaba en sus tareas diarias para advertirle que el techo de la iglesia estaba a punto de venirse abajo y debía de llevar el aviso a los oídos del párroco. Con buen criterio el monaguillo no dudó en prestar tal servicio pero advirtió la Virgen que no le iba a creer cuando le dijera quien le había confiado el aviso. Ante tal inconveniente la Virgen le comentó algo así: “Ves tranquilo y comunícale lo que te digo y como prueba de que con anterioridad te lo he hecho saber a ti, en tu ausencia voy a cambiarme a mi niño de brazo y el cura no podrá desacreditar tu relato.
A continuación los titulares de la Hermandad de la Exaltación, dan forma al siguiente retablo: el conjunto lo compone el Cristo de la Exaltación (Pedro Roldán, 1.687), la Virgen de las Lágrimas (anónima, siglo XVIII) y san Juan Evangelista.
Otro importante retablo es el que corresponde a la Virgen del Carmen, titular de la hermandad de la Gloria.
A continuación los titulares de la Hermandad de la Exaltación, dan forma al siguiente retablo: el conjunto lo compone el Cristo de la Exaltación (Pedro Roldán, 1.687), la Virgen de las Lágrimas (anónima, siglo XVIII) y san Juan Evangelista.
Otro importante retablo es el que corresponde a la Virgen del Carmen, titular de la hermandad de la Gloria.
Esta imagen de candelero sostiene al niño Jesús, con su brazo izquierdo. Las imágenes (Virgen y Niño) fueron talladas en el siglo XIX por distintos artistas y en diferentes momentos. Completan el retablo las imágenes de San Judas Tadeo.
Un templete de plata realizado por Jerónimo Seco contiene una efigie del Niño Jesús que se expone en una pequeña vidriera.
Un templete de plata realizado por Jerónimo Seco contiene una efigie del Niño Jesús que se expone en una pequeña vidriera.
http://leyendasdesevilla.blogspot.com.es/2012/06/iglesia-de-san-roman-i.html |
La autoría de esta efigie corresponde al taller de los Seco, en la cercana calle Matahacas hasta hace pocos años.
Una de las obras más importantes realizado por Cristóbal Ramos, escultor que concentra su obra en la segunda mitad del siglo XVIII, es la que recoge este retablo en la que se muestra a la Virgen ofreciendo al niño Jesús a San Cayetano.
Una de las obras más importantes realizado por Cristóbal Ramos, escultor que concentra su obra en la segunda mitad del siglo XVIII, es la que recoge este retablo en la que se muestra a la Virgen ofreciendo al niño Jesús a San Cayetano.
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Llegamos al final, o principio según se mire de la nave epistolar, encontramos una puerta que nos conecta con la sacristía. Durante muchos años este templo ha dado cobijo al cristo de los gitanos y era precisamente aquí, donde se ha reubicado la Sacristía y donde se ha echado mano de algunos retablos de Santa Catalina en el lugar en el que se concentraba la hermandad de los Gitanos, que durante más de cincuenta años estuvo aquí antes de trasladarse en 1999 a su genuina iglesia del Valle, donde ya por fin terminaron las obras.
La asimilación de este templo con el Cristo de los Gitanos es tal que se hablaba de esta imagen como el Señor de San Román.
Como ya dijimos en nuestra anterior entrada el retablo mayor, aunque no puede sustituir al anterior que se perdió en el 36, encierra un valor incalculable, siendo la conjunción de dos retablos de principios del siglo XVII.
La Capilla Sacramental se abre espacio en la parte del alta mayor de la nave del Evangelio. Esta capilla está ligada a los orígenes del inmueble. Dos Retablos uno dedicado a San Antonio de Padua y otro a San José con el niño en brazos completan los laterales de esta capilla presidida por un pequeño cristo crucificado.
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Estos dos retablos de esta Capilla, así como el Mayor han sido donados por el Consistorio.
Continuando con la nave del Evangelio nos encontramos con un retablo de la Santísima Trinidad del que poco se sabe.
Una bella escultura, de la que no se tiene conciencia que haya pertenecido a alguna hermandad y mucho menos que haya procesionado, procedente del antiguo Convento de la Paz y de autor desconocido se conoce como el Cristo de la Reconciliación.
Un par de pequeñas vitrinas con armazón de madera contienen a una celestial Inmaculada y un niño Jesús infante.
Una bonita Inmaculada con las manos abiertas que antes ocupaba un rincón de la Capilla Sacramental es expuesta ahora fuera en la nave del Evangelio, desconozco a que se debe este cambio pero me temo que responde a gustos decorativos del cura, o lo que sería aún peor, del monaguillo, que ya sabemos como se las gasta de nuestra anterior entrada.
Antes de finalizar, resulta curioso sacar a relucir el hecho de que las pilastras de esta iglesia están revestidas por murales cerámicos que nos muestran hasta un total de quince Santos: San Bartolomé, San Felipe, San Simón, San Andrés, Santiago, San Juan, San Pedro, San Bartolomé, San Román, San Pablo, Santiago el menor, Santo Tomas, San Mateo, San Matias, San Judas Tadeo y por último el retablo cerámico que hace referencia a la estación del Vía Crucis de la iglesia de san Román.
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