martes, 31 de mayo de 2016

calle La Campana


Dejamos a nuestras espaldas la Laraña y la Plaza de Villasís y nos adentramos en la calle Martín Villa, sin darnos cuenta ya estamos en la Campana, aquí comienza la carrera oficial de la Semana Santa sevillana. Detengámonos e intentemos comentar y ver lo más significativo de estas travesías: calle Campana.

Es una de las más importante vías urbanas de esta ciudad. Ya es citada a principios del


siglo XVI, aunque su fisonomía actual, al igual que las de las calles contiguas a ella, se deben a las reformas de la zona, llevadas a cabo a finales del siglo XIX y principios del XX.

En esta vía se atiborraban los sevillanos de dulces, aquí se concentraban la mayoría de pastelerías de la urbe, por eso desde muy antiguo se le conocía como calle de Pasteleros y de Confiteros.        Actualmente para algunos es calle, para otros plaza, pero tiene tanta relevancia que simplemente con llamarla “La Campana” es suficiente, esta denominación procede de la existencia en esta zona de un almacén donde el Ayuntamiento daba cabida a todos los enseres necesarios para sofocar los incendios urbanos y del cual colgaba una campana que se hacía sonar en señal de alarma para todos los vecinos cuando había alguna actuación. Los años, con los nuevos parques de bomberos, provocaron la desaparición de este edificio, no obstante la mítica campana fue trasladada a la plaza del Salvador con el compromiso, igualmente, de hacerla sonar en caso de incendio y así alertar a los ciudadanos. Durante muchos años después la pintura de una campana en esta esquina recordaba todo esto.
La privilegiada ubicación de esta calle no ha pasado desapercibida a las principales franquicias del país que se han asentado en los bajos de todos los edificios que se levantan por aquí. De todas las pastelerías de la zona sólo queda una en pie. La popular confitería y cafetería "la Campana", aunque bastante excesiva en sus precios, suele estar repleta siempre de visitantes de la ciudad.
Por esta calle se colocaba “la Chester”  un popular  personaje que los mayores de esta ciudad recuerdan, cuando siempre había cigarrillos sueltos o una última cajetilla de tabaco fresco disponible para una clientela que se componía de estudiantes y camareros de la zona.
El Bar Pinto regentado por el matrimonio Pepe Pinto y Pastora Pavón (la Niña de los Peines) se mantuvo abierto hasta épocas recientes y era un punto de encuentro y de atracción para el espectáculo y el arte flamenco. También destaca con lágrimas propia entro del capítulo nostálgico el Café París, punto de encuentro en los años 20 de la burguesía sevillana,  situado en los bajos de un noble edificio construido en 1897 por Aníbal González, víctima de la piqueta 30 años después.


Capítulo aparte merece la Semana Santa en este mítico lugar, la esquina que desemboca en Sierpes, justo donde se asienta la confitería más tradicional de la ciudad, supone el comienzo de la Carrera Oficial.
 
 
Aquí se instala el palquillo de control de horarios, donde las cofradías esperan para "pedir la venia", antes de entrar en la Carrera Oficial.
 Unas cofradías vienen por la  derecha y otras por la izquierda, pero todas llegan hasta aquí. El paisaje urbano se transforma. Se instalan multitud de sillas que sillas permanecen aquí durante toda la semana amontonadas por la mañana y montadas desde primera hora de la tarde. Colocadas a ambos lados de la calle, dejan sólo un estrecho paso en el centro por donde pasan los cortejos procesionales. Quien tiene la fortuna de disponer de un abono que le asegura una silla en esta plaza, ya no se desprende de ella, el derecho pasa de padres a hijos e incluso se realquila. Así funciona esto en la práctica, como si se tratara de un título nobiliario. De cualquier forma si no queremos quedarnos sólo con el recuerdo y la molestia de las aglomeraciones y de la bulla de Semana Santa Sevillana, hay un momento: la madrugá (entre la noche del jueves y el viernes) y un lugar: la esquina donde La Campana se mete en la c/sierpes. Donde los pasos se funden con el paisaje urbano, donde parece que estemos dentro de una pintura clásica. Los privilegiados que ocupan un balcón, si extienden el brazo pueden tocar las imágenes, con tanta devoción en muchos casos o expectación en otros que no saben si lo que tocan es materia inerte o vida.
 

IMAGENES
 
 
Fuente: sevillamisteriosyleyendas
 
 



 

FUENTES
 
quevisitarensevilla.
Historia de las calles y plazas de Sevilla (Jaime Passolas Jáuregui) 

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