Una sensación de sorpresa fue tomando cuerpo entre los trabajadores que se dedicaron a la limpieza de la fachada catedralicia. Su trabajo estaba dejando al descubierto unas pintadas rojas que habían resistido al paso de los años, pero se habían ocultado en la oscura suciedad que se había apoderado de las paredes de la Catedral. Los expertos tomaron cartas en el asunto y certificaron que esta especie de grafitis se debían a una costumbre importada de la Universidad de Salamanca, que se extendió en los siglos XVII y XVIII por universidades del sur.
Realizando un estudio más personalizado se distinguieron más de media docena de vitores en la calle Alemanes, concretamente nombres como Don Alonso García y Don Melchor se dejan intuir entre estas pintadas. Al menos un par de ellos figuran en la avenida Constitución, junto a la Iglesia del Sagrario e incluso estas pintadas se dejan ver a la altura del Archivo de Indias. Tres se distinguen en las paredes de la Casa de la Lonja, una de ellas corresponde al apellido Silva, otra está formada por varias letras y en una tercera inscripción deja al descubierto el apellido García de la Parra.
"Un Víctor o vitor, es una inscripción de reconocimiento a la consecución de un doctorado. Es también una cartela recordatoria de un acto o festejo del que se quería dejar memoria. Obedecen al interés por dejar testimonio de un acontecimiento o celebración. En Salamanca hay muchísimos víctores, fundamentalmente en edificios universitarios. En Sevilla se debieron perder por el paso del tiempo, la suciedad y la contaminación", comenta Alfredo José Morales, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla. El anagrama conforma la palabra latina vitor, que en castellano se traduce por "viva". La imagen del vítor va seguida de un nombre. Y equivaldría a la exclamación actual de "¡Viva...
Una uve mayúscula a la que se le suman una te y una erre y se le adivina la compañía de una ce y una o. V-I-C-T-O-R. Es lo que se conoce como un vítor, un símbolo derivado del Bajo Imperio Romano que fue adoptado por varias universidades españolas, como la de Salamanca, Alcalá de Henares o Sevilla, para reconocer a quienes conseguían doctorarse. Esta tradición por celebrar el doctorado conseguido se extinguió en 1857, cuando todas las universidades ,excepto la de Madrid, perdieron la facultad de conceder ese título. Los vítores volvieron en 1954 con la recuperación de los doctorados.
Realizando un estudio más personalizado se distinguieron más de media docena de vitores en la calle Alemanes, concretamente nombres como Don Alonso García y Don Melchor se dejan intuir entre estas pintadas. Al menos un par de ellos figuran en la avenida Constitución, junto a la Iglesia del Sagrario e incluso estas pintadas se dejan ver a la altura del Archivo de Indias. Tres se distinguen en las paredes de la Casa de la Lonja, una de ellas corresponde al apellido Silva, otra está formada por varias letras y en una tercera inscripción deja al descubierto el apellido García de la Parra.
"Un Víctor o vitor, es una inscripción de reconocimiento a la consecución de un doctorado. Es también una cartela recordatoria de un acto o festejo del que se quería dejar memoria. Obedecen al interés por dejar testimonio de un acontecimiento o celebración. En Salamanca hay muchísimos víctores, fundamentalmente en edificios universitarios. En Sevilla se debieron perder por el paso del tiempo, la suciedad y la contaminación", comenta Alfredo José Morales, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla. El anagrama conforma la palabra latina vitor, que en castellano se traduce por "viva". La imagen del vítor va seguida de un nombre. Y equivaldría a la exclamación actual de "¡Viva...
Una uve mayúscula a la que se le suman una te y una erre y se le adivina la compañía de una ce y una o. V-I-C-T-O-R. Es lo que se conoce como un vítor, un símbolo derivado del Bajo Imperio Romano que fue adoptado por varias universidades españolas, como la de Salamanca, Alcalá de Henares o Sevilla, para reconocer a quienes conseguían doctorarse. Esta tradición por celebrar el doctorado conseguido se extinguió en 1857, cuando todas las universidades ,excepto la de Madrid, perdieron la facultad de conceder ese título. Los vítores volvieron en 1954 con la recuperación de los doctorados.
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