miércoles, 7 de marzo de 2018

Torre del Oro. II

Estamos ante una torre, la principal, que formaba parte de un recinto fortificado, eficazmente comunicado, cumpliendo su función principal: defender la ciudad y vigilar su acceso. Con una altura de 36 metros, supera a la Giralda en poco más de un tercio de la medida de ésta.
En una anterior entrada de la Torre de Oro, atendimos principalmente a su origen, su nombre y un poco de su extensa historia. Hoy vamos a ocuparnos principalmente de su evolución para ello detallaremos sus principales reformas. De las muchas intervenciones arquitectónicas que ha experimentado esta Torre desde su nacimiento hacía 1221, la principal ha sido la intervención de la que fue objeto durante 1760, subsanando los desperfectos que había sufrido tras el terremoto de Lisboa, que dejo el monumento en un estado ruinoso. Este mismo año se recurrió al ingeniero militar Sebastián Van der Borcht, el mismo que se había encargado de la Real Fabrica de Tabacos de Sevilla, para que finalizara el aspecto del Edificio mediante una cúpula, la torre ya luciría de manera distinta. De hecho tras esta intervención en la Torre se distinguen tres cuerpos perfectamente diferenciados. El primero y más antiguo data de su genesis, entre 1220 y 1221 y hay que tribuirselo al, entonces, gobernador de Sevilla almohade Abù I-Ulà. Un segundo cuerpo fue construido bajo el requerimiento de Pedro I el Cruel, hacia el siglo XIV, y por último, como ya se ha mencionado, en 1760 el ingeniero militar Sebastián Van der Borcht finalizó la torre con otro cuerpo rematado en cúpula.

El Monumento presentaba un estado tan lamentable que incluso se barajó la opción de demolerlo, el Marqués de Monte Real propuso echarlo abajo y así ensanchar el paseo de coches de caballos y hacer más cómodo el acceso a Triana; pero el pueblo sevillano no estaba por la labor e hicieron saber su postura incluso al rey, consiguiendo la paralización de este proyecto.


Otro momento crítico se experimentó durante la Revolución de 1868, que conllevó la demolición y saqueo de los lienzos (trozos) de las murallas, pero otra vez la intervención de los sevillanos impidió la desaparición de su Torre, en otros tiempos defensiva, más representativa.

Algunas reformas más recientes son por ejemplo la de 2005 en la que se averiguó que el brillo, anteriormente atribuido a un revestimiento de azulejos y por el que probablemente asimiló su nombre, cuando realmente se debía a una mezcla de mortero de cal y paja prensada. También es relevante la de 1999 con la reestructuración de la isleta que precedía a esta construcción, destacando la fuente que comandaba este espacio que se vio reducido por necesidades del tráfico hasta trasladarse dicho acuífero a otro sitio más recomendable, aunque menos vistoso como es la Plaza de la Media Luna en San Jerónimo, esta fuente llamada como la de la Torre del Oro, está revestida de placas de mármol y compuesta de alberca circular en cuyo centro se levanta la taza de forma estriada, dejando ver surtidores en su interior que vierten agua en todas las direcciones.
 
Fuente: esa Sevilla
El traslado de ésta dejó la isleta casi desnuda, diáfana, con la presencia tan sólo de algunos maceteros. También destaca la reforma de su interior sobre todo en 1944, que terminó con la instalación del museo naval en su interior, que aun hoy persiste.
El 13 de agosto de 1992, en el contexto de la Exposición Universal de Sevilla, se hermanó la Torre del Oro con la Torre de Belem de Lisboa.

Curiosamente y gracias a la actuación del marino montañés Ramón de Bonifaz este monumento luce en el escudo de Cantabria. 
 El Rey Fernando se mostró muy agradecido con este navegante, gracias a sus logros, y no dudo en ceder dominios  y tierras a los paisanos de este, desde entonces ambas comunidades han mostrado cierta conexión y el origen de muchos sevillanos cabe buscarlo en tierras cántabras. Precisamente, y es mi experiencia particular, todos los santanderinos a los que he tenido el placer de tratar han mostrado la mejor de sus predisposiciones en lo referente a Sevilla. Innumerables casos avalan lo que aquí he expuesto, un ejemplo más que ilustra esto, lo podemos leer en este artículo de Antonio Burgos.

La Torre de Oro por su proximidad al río, ofrece un paisaje idílico
Como ya se comentó al comienzo de esta entrada. Para conocer más sobre este Monumento... Torre del Oro.I

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