lunes, 26 de marzo de 2018

Iglesia San Luis de los Franceses. Histora y fachada. I

fotografía de Yolanda Sánchez
En estos mismos terrenos se levantaba la residencia los Enriquez Ribera, antes de trasladarse a lo que hoy se conoce como la Casa de Pilatos Fue Doña Lucia de Medina quien cedió esta propiedad a los Jesuitas, que desde 1.554 se habían establecido en Sevilla, bajo dos condiciones que el templo se consagrara a San Luis, rey de Francia, primo hermano de Fernando III, y que ella fuese enterrada en su Capilla Mayor.

Destaca también una manifiesta intención por parte de la Compañía de Jesús de agradar a la Corona española y concretamente con la nueva dinastía francesa iniciada con Felipe V de Borbón, con el fin de no ser expulsados, entre otros detalles se aprecia la flor de lis en los escudos representados, manifestando la vinculación entre los monarcas y la religión católica.

 
 


Primeramente la Orden intentó habilitar las estancias de la casa a sus nuevos usos, y se adecúa, mediante una pequeña obra una original capilla, pero en 1.695 el apaño se viene abajo, por lo que empieza a surgir la necesidad de acometer una gran obra. Cuatro años más tarde comienza la construcción de este templo, que durante muchos años se asignó a corrientes artísticas italianas pero ya definitivamente se otorga su plena autoría al afamado artista del barroco de ese tiempo: Leonardo de Figueroa.
Hasta 1.767 la Compañía mantuvo estas instalaciones bajo su dominio, sin embargo ese año por Real Orden de Carlos III, preocupado por la gran influencia que estaban adquiriendo los Jesuitas, los expulsa del Reino.
No tardaron en salirle pretendientes a la propiedad, finalmente los afortunados fueron los franciscanos del convento de San Diego, pues su cenobio, situado en el actual Prado de San Sebastián, había sufrido grandes desperfectos durante una de las periódicas riadas del Guadalquivir.
Más tarde acontece la invasión francesa, por fortuna no entra entre los planes de nuestros vecinos destruir y desmantelar este edificio ya que lo ocupan. Con la posterior subida al trono de Fernando VII, el conjunto vuelve a sus propietarios originales, la Compañía de Jesús, pero no es por mucho tiempo ya que en 1835 son expulsados definitivamente del templo a causa de la instaurada Desamortización de Mendizabal.
La construcción pasa a manos públicas y en un principio se aúna con el cercano Hospital de los Inocentes para convertirlo en Hospicio Provincial. Pronto vino la II República y el edificio se convierte en centro administrativo, ya que estaba ubicado en pleno “Moscú sevillano”, esta circunstancia ahuyenta de esta propiedad los incendios y saqueos de los que fueron objeto la mayoría de cercanos.
La iglesia de San Luis de los Franceses sigue perteneciendo a la Diputación Provincial de Sevilla y en ella no se realiza ningún tipo de culto religioso. En 1.960 las puertas de este edificio se cerraron, cayendo en una progresiva ruina. Lo que no habían conseguido la Invasión Francesa y posteriormente la Guerra Civil, estuvo a punto de propiciarlo la dejadez ciudadana. Afortunadamente entre 1987-1990, y más recientemente hasta hace poco más de un año se ha llevado a cabo una exhaustiva reforma que ha permitido abrir de nuevo, bajo todo su esplendor, esta joya del barroco.

En el número 27 de la calle San Luis, la que fue calle Real, antiguo Cardo Máximo romano y antigua calzada romana se enclava la más sobresaliente obra del arte barroco hispalense. Cierto es que las dimensiones de la calzada no dejan lucirse a la Obra como se merece, requeriría un emplazamiento más adiáfano pero esto no es factible, ya en su construcción. Los jesuitas habían proyectado construir una plaza delante para que se pudiese ver la cúpula y la fachada, sin embargo nunca llegaron a realizarla.



Dos cuerpos presenta la fachada y como buen barroco luce una gran ornamentación que no pasa desapercibida. Protagonizan la construcción la piedra y el ladrillo cuidadosamente combinados. El edificio se levanta al cielo mediante dos torres, el escudo de España, ataviado como ya hemos comentado conla flor de lys, se muestra coronado por los tres arcángeles:  Rafael, Miguel y Gabriel. También destacan en las torres las imágenes de los cuatro evangelistas en sus esquinas. Así como un sinfín de detalles de la fachada de este edificio, no en vano se ha admitido que los Jesuitas estaban dispuestos a reproducir el mismísimo templo del rey Salomón en esta construcción sevillana.






 

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