miércoles, 12 de septiembre de 2018

Arterias confuyentes con la calle Sierpes

https://es.wikipedia.org/wiki/Sierpes_(Sevilla)#/media/File:Calle_Sierpes_(Sevilla)_01.jpg
  La calle Sierpes destila importancia y las arterias que la rodean también se benefician de ocupar un estratégico lugar que les dota de una afluencia y una actividad significativa. Por tanto podemos hacer un repaso de las calles que confluyen a un lado y otro de Sierpes, y que contribuyen al buen callejeo por esta zona.

Nos situamos en la Plaza San Francisco y avanzamos hacia la Campana.  La primera calle desde donde partimos es Granada, seguidamente nos encontramos a nuestra derecha con Entre Cárceles, y en frente la calle Almirante Bonifaz, la siguiente confluencia de travesías, nos deja a nuestra izquierda Jovellanos y en frente está Sagasta. Más adelante estaremos ante Rioja y a nuestra diestra Cerrajería, en este mismo lado encontramos la estrecho callejón Moreno Lopez, así también como  el callejón Almirante Torralba, y precediéndole la calle Rivero, finalmente llegamos a Azofaifo, una pequeña calle se abre a nuestra izquierda: Pedro Caravaca y terminamos en La Campana.
Vamos a desgranar y detenernos un poco en la historia y toponimia de estas céntricas calzadas por las que habremos pasado en incontables ocasiones si hemos permanecido algún tiempo en la ciudad de la gracia.
A las calles Cerrajería, Sagasta, Jovellanos, Rioja y Campana ya les hemos dedicado sus entradas, hablaremos de las restantes.




Calle Almirante Bonifaz: El afamado marino, cuya relevancia en la Reconquista de Sevilla protagonizada por Fernando III, fue máxima, siendo el causante de tomar la ciudad por el Guadalquivir, asociándose su persona a la rotura de las cadenas de defensa que custodiaba la Torre del Oro, da su nombre a esta estrecha calzada, cuya placa se esconde tras los todos de los bares que la ocupan en su totalidad, convirtiéndose en una extensión de estos comercios.

 

Calle Entre Cárceles: Su denominación hace referencia a lo que un día fue este edificio y teniendo en cuenta que en frente se situaba la cárcel de la Audiencia, el nombre que recibe este espacio no podía ser más descriptivo. Destaca la estatua dedicada a su más célebre presidiario: Miguel de Cervantes.


El Callejón Moreno Lopez: Centrica y estrecha arteria que permite repartir un poco de espacio a los balcones de los domcilios cuyo exterior da a esta calle. Y por lo demás, poca relevancia histórica he encontrado.


  
La calle Rivero, como dice Antonio Burgos, huérfana. ¿De qué? del ajetreo, de la multitud, del callejero... Si vamos de Sierpes a la calle Cuna nos olvidamos de transitar por aquí, nos dirigimos por Sagasta o cortamos por Cerrajería. Esta circunstancia ha provocado que desde que se cerraran las oficinas de la Catalana de Gas que obligaban a muchos ciudadanos a acudir aquí para pagar sus recibos, los comercios que contenía esta calzada han venido a menos hasta desaparecer, el último en sumarse a esta muerte ha sido " Higiene Rivero" que bajo este nombre tan decoroso abasteció durante muchos años de rigurosa moral a sus clientes con productos que la cortina que tapaba su escaparate permitía sortear las rigideces de una sociedad muy rancia. Este local, en sus buenos años se podía encontrar abierto a las dos de la madrugada.
Destaca una cerámica en su confluencia con Sierpes, dicha ornamentación hace referencia a los famosos almacenes que aquí se encontraba: la Armería Z y Deportes Z.
El navarro Zacarías Zulategui Huarte, a su llegada a Sevilla en 1921 cogió el traspaso de un negocio dedicado a armería y tienda de deportes que se llamaba Nuevo Sport, al que le puso el nombre de Deportes Z, por las iniciales de su nombre y primer apellido. Veinte años después amplió su negocio Rivero, dirigiendo las obras el arquitecto Juan Talavera, colocándose en 1945 el rótulo de azulejos del comercio “Z.” (hoy oculto) y dos murales de cerámica, uno con una escena de caza, y otro con una escena de juego de pelota vasca y una ermita románica al fondo, diseño y ejecución de José Ruesga Salazar, pintor y discípulo del ceramista José Recio del Rivero.
Desde esta travesía también al Callejón Almirante Torralba : Otro Almirante que da nombre a un pequeño callejón confluyente con Sierpes. Para conocer más de la vida mágica y curiosa de este personaje dejo el siguiente enlace, cuya lectura nos revela una vida muy singular.
http://www.revistaañocero.com/secciones/parapsicologia/extrana-historia-del-doctor-torralba.



Calle Azofaifo: Ya nos referimos a este lugar al tratar los puntos relevantes de la Inquisición. Recordemos que aquí, a pesar de que el castillo era usado también como prisión, desde comienzos del siglo XVI la Inquisición tenía una "cárcel perpetua" situada en un local alquilado que se localizaba por esta calle y pertenecía a Elvira de Zúñiga y de Guzmán.
Este pequeño callejón era referido por Olavide, en su plano de 1771, como calle sin salida y sin nombre. Puede que deba su nombre a un gran azofaifo que allí se debió encontrar. En el número 7, lo que ahora es un hostal, fue una casa construida por Gabriel Lupiáñez en 1927 para la Condesa de Lebrija. La prensa del siglo XIX la tilda de calle llena de basura, lodo y orines, muy descuidada y muy sucia. Había corrales de vecinos de proletarios, mozas y lavanderas. En los albores del siglo XX, se aperturó el Cinematógrafo de la Rosa, en el que un voceador leía al público los rótulos que aparecían en la pantalla, era una socorrida solución al alto índice de analfabetismo con la que contaba la población por aquellos tiempos. Hubo también durante el pasado siglo dos afamados cafés: el Café Suizo y el Café del Correo.


También consta que hubo un pozo del cual se surtían los aguadores. En el siglo XVI debió formar parte del Jardín Botánico-Medicinal del doctor Monardes, como nos recuerda una placa ubicada la calle Sierpes.

Calle Pedro Caravaca: Desde el siglo XVII hasta 1931 se llamó Calle San Acasio por el convento situado en la esquina con Sierpes. 


El actual nombre de esta calle es puesto en memoria de Don Pedro Caravaca Rogé, ingeniero industrial, miembro de la Unión Comercial y Secretario de la Federación Económica de Andalucía (FEDA) y estuvo muy vinculado a la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Este ilustre personaje fue asesinado en la calle y a plena luz del día el 20 de Mayo de 1933. Cuentan las crónicas que este hecho causó un gran impacto en el ámbito social, empresarial y comercial en Sevilla. Siete días después de su asesinato, según cuenta el diario ABC fueron detenidos como presuntos culpables. El rótulo de cerámica que resalta el nombre de la calzada fue elaborado por operarios del taller bajo la dirección del pintor ceramista Francisco Morilla Serrano, que bajo una técnica mixta de cuerda seca y azulejo plano pintado concluyeron este rótulo de 1,96 m. x 0,28 m.
Se destaca esta calle por el inmueble situado en su número 1: la sede del Circulo de Labradores, pero también es de reseñar un establecimiento que fue teatro en el siglo XVIII y luego salón de variedades para convertirse en cine en 1941, el que primero refrigeró su sala de cuantos cines había en Sevilla. Nos referimos al teatro Central, que aunque modificó su registro, siempre conservaría sus cuatro plantas de butacas. Fue un edificio de pisos que tenía su puerta noble por calle O'Donnell y la del teatro en Pedro Caravaca. Todavía quedaba otra puerta en Sierpes, la que, a la larga, sería la de batalla para la entrada del público en el teatro. La andadura del cine Palacio Central está repleta de grandes estrenos, pero el momento más relevante se haría esperar. En marzo de 1951 se vio por primera vez en España, doce años después de su estreno entierras americanas, “Lo que el viento se llevó”. Y en Sevilla le tocó ese premio gordo al Palacio Central. Las colas eran kilométricas en la calle Sierpes y se batieron todos los récords de taquilla.
En aquel tiempo, junto al Palacio Central programaban cine el Coliseo España, el Pathé, el Lloréns, el San Fernando, el Trajano y el Bécquer. Como puede comprobarse, ninguno existe ya.
Hasta mediados de los ochenta estuvo en activo el Palacio Central , cuatro lustros después, en 2003, fue restaurado el edificio para pisos y un amplio comercio en la planta baja. Fue un cine que llenó toda una época y al que le cupo el honor de que aquel milagro cinematográfico que fue Lo que el viento llegara a Sevilla a través de su pantalla.



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